La mentira del opresor: el privilegio heterosexual y las marchas contra los derechos humanos

El Frente Nacional por la Familia busca regresar a los homosexuales al espacio privado. Regular el matrimonio igualitario supondría que vivir fuera del binario hombre/mujer es respetable y legal. 

Llegamos al mundo y lo primero que hacen es darnos la vuelta para saber si vestirnos de azul o de rosa.
Ricardo Quintana
Ciudad de México /

El miedo del homófobo tolerante –el que se congratula de no discriminar– es que los homosexuales tengan una vida plena en espacios públicos. Así, dicen, "que hagan lo que quieran en su casa pero que mis hijos no los vean porque los van a imitar". Les aterra que la homosexualidad entre a sus casas porque para ellos la homosexualidad siempre se produce allá afuera, en familias degeneradas, muchas veces de madres divorciadas o solteras. Piensan que los homosexuales son los otros, los que prefieren lo soez, lo asqueroso y cuando la homosexualidad se apodera de sus hijos, los alejan, los desheredan o les exigen vivir en la mentira y el silencio.

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