México se rezaga en la regulación de productos alternativos al cigarro

México ha decidido prohibir el uso de vapeadores, una alternativa al cigarro; mientras que en otros países todavía se discute.

¿Deberían prohibirlos o regularlos? Se abre el debate (Freepik)
Ciudad de México /

En estos días se estará celebrando la Novena Conferencia de las Partes del Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT) de la Organización Mundial de la Salud, que es el espacio donde los países se ponen de acuerdo en las nuevas reglas para regular el consumo de ese producto.

Cuando solo se trataba de regular el cigarro, la CMCT tenía las cosas más o menos claras, pues había consenso en que hay que promover que las personas nunca fumen o que lo dejen por completo. Pero ahora las cosas se han puesto un poco más complicadas, porque han aparecido nuevas tecnologías para consumir tabaco, como los vapeadores, los cigarros electrónicos y los productos de tabaco calentado, al grado de que en la última reunión del CMCT no se llegó a ningún acuerdo sobre el tema.

Algunos gobiernos han optado por analizar a fondo las ventajas y desventajas de estos productos, conocidos como “alternativas al cigarro”. Luego de evaluar la evidencia científica, los gobiernos de esos países han concluido que las alternativas representan un riesgo, pero que este es mucho menor que el daño que genera a la salud un cigarrillo común y corriente. Por ello, prefieren regular su producción y venta, pues es mejor que la gente los consuma a que siga fumando. Entre esas naciones que optaron por la regulación están Japón, Nueva Zelanda y Estados Unidos.

Por otro lado, están los países que han decidido cerrarse a esas alternativas y prohibirlas por completo. En ese grupo destacan Brunei, Turquía y, en especial, México, en donde las autoridades sanitarias están convencidas de que las alternativas al cigarro son tan malas o peores que el cigarro, y se rehúsan a evaluarlas con base en la evidencia científica disponible. Las autoridades de salud mexicanas han publicado decretos que prohíben la importación de vapeadores, cigarros electrónicos y productos de calentamiento de tabaco, y emiten alertas sanitarias para advertir sobre el consumo de estos productos. Por su parte, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha emitido sentencias que señalan que la prohibición actual es inconstitucional y ha solicitado al gobierno su regulación. Las cosas tendrán que definirse en el Congreso, pues la Ley General de Control de Tabaco no se ha actualizado todavía para incluir a las alternativas al cigarro. Hay más de 20 iniciativas para ello, la mayoría a favor de la regulación. Pero la discusión hoy está detenida.

¿Son tan buenas las alternativas al cigarro como dicen sus fabricantes y usuarios? ¿O son tan malas como dice el gobierno de México? La única forma de definirlo es a través de estudios científicos rigurosos. La mayoría de los fumadores, según diversas encuestas, está a favor de tener acceso a información sobre los riesgos y oportunidades que plantean las alternativas al cigarro. La experiencia internacional demuestra que, cuando hay información y evidencia, la gente puede tomar mejores decisiones. En cambio, cuando hay prohibición y desconfianza, se fomenta un mercado negro de productos sin ningún control de calidad que termina por poner en mayor riesgo a la sociedad, especialmente a los menores de edad. Como dicen los activistas, parece que en cuanto a alternativas al cigarro, también “toca regular”.

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