Minimalismo árabe y su lírica sonora

FIL Guadalajara 2022

El colectivo Andeama Folkloric Art dedicó su presentación a los cantos líricos y de guerra en el Foro FIL.

Andeama Folkloric Art sobre el escenario del Foro FIL. (Foto: Ariel Ojeda | MILENIO)
Verónica Maza Bustamante
Guadalajara /

Es común que el país invitado a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara invite a algún grupo artístico que se presente en el Foro FIL y, a la vez, anime durante el día su pabellón. En el caso de Sharjah, se trata del colectivo Andeama Folkloric Art (Banda Tradicional de Sharjah), con cerca de 30 músicos que deambulan por los pasillos y por la estructura arabesca, que llevan un atuendo similar y realizan de manera sincronizada los mismos movimientos.

La noche del martes se apropiaron del escenario del Foro FIL con una muestra de sus siete tipos de danzas tradicionales de los Emiratos Árabes que duró apenas media hora, tiempo en el que los cantos de la costa oriental africana resonaron con un ritmo constante, meditativo.

Las bandas del mundo árabe son interesantes: suelen ser sólo hombres los que participan en estas demostraciones musicales. Se mueven, sonríen, se apropian de sus instrumentos o de sus danzas, haciendo formaciones y creando sonidos repetitivos. Este tipo de agrupaciones suelen estar presentes en fiestas importantes, porque son una muestra de cortesía del anfitrión a los convocados.

Así, la de anoche podría considerarse una señal de distinción y recibimiento por parte de la comitiva de Sharjah al público que acude al Foro. A diferencia del pabellón, donde hay más escándalo y diversión, en el escenario se centraron en cantos líricos y de guerra.

Integrantes del colectivo Andeama Folkloric Art en el escenario del Foro FIL. (Foto: Ariel Ojeda)

Hipnotismo breve

Noche de martes. Clima tibio con un foro en el que están ocupados todos los asientos. A diferencia de otros años previos a la cuarentena, el espacio se ve más ocupado que antes en las fechas en las que se presenta una propuesta totalmente desconocida en nuestro país.

Ésa es la fortaleza de este grupo de hombres vestidos de gris, con hattas en la cabeza e instrumentos curiosos en las manos: son tan desconocidos en este lado del mundo que la gente llega siguiendo la sorpresa, el asombro.

En este caso, lo que más llamó la atención fue la forma en que aparecían en formación, uno detrás del otro, moviendo el cuerpo bien cubierto, generando sonidos duros a la vez que melódicos. Se escuchaban las dunas del desierto y también la señal de batalla. El calor de las mil y una noches que se rompía con la rudeza del corte marcial.

Sharjah, ubicada en los Emiratos Árabes Unidos, es la capital cultural de la nación. La ciudad, con sus lugares culturales, se sitúa alrededor de un arroyo. Y estos hombres que iban y venían por el escenario reflejaban, en el pabellón y en el foro, esa mezcla de rituales ancestrales de la zona, mezclada con el sonido de la naturaleza, del trueno, del agua, implícitos en su estructura.

Es hipnótico… hasta que termina, media hora después de haber empezado. Las personas no saben si quedarse o irse. El show estuvo dividido en dos partes, por lo que había la duda de lo que seguiría. Tras 15 minutos sin que nada aconteciera salvo la limpieza del escenario, quienes esperaban se fueron, llevando en el pecho, todavía, el retumbar de los tambores.


ÁSS

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