Entre grillas, divisiones y vacíos, Mónica Soto toma presidencia del TEPJF

TEPJF renueva su séptima presidencia en siete años, ninguna ha logrado terminar

Mónica Soto pidió a la ciudadana estra tranquila de que tiene un Tribunal Electoral fuerte. | Especial
Jannet López Ponce
Ciudad de México /

Con promesas de armonía en medio de ausencias y evidentes fricciones, y con los lentes violeta en primer cuadro como emblema de la lucha de las mujeres como su estandarte, Mónica Soto asumió la presidencia del Tribunal Electoral. Repartió halagos a sus pares y ante los cuestionamientos por su cercanía con el partido en el poder, puso en garantía su imparcialidad e independencia.

“A la sociedad mexicana, a los partidos políticos, a las agrupaciones, a las asociaciones, a la academia, a los expertos, a todas y todos quienes participan en este proceso electoral les manifiesto que va en prenda mi imparcialidad, independencia y autonomía en mis decisiones. El proceso electoral está plenamente garantizado. El Tribunal Electoral solamente se debe a las mexicanas y a los mexicanos”.

Mónica Soto encabezó su primera sesión pública como llegó al cargo: con un Tribunal dividido, con resistencias y sólo con el respaldo de dos magistrados y el de ella misma. Lo hizo de forma inédita, no sólo bajo la misma estrategia que criticó y que apenas hace unos meses calificó como “una devastación”, cuando una mayoría decide destituir a quien ocupa la presidencia, sino con el respaldo de externos ante el vacío de los de casa.

Como el de su antecesor Reyes Rodríguez Mondragón quien prefirió alargar sus vacaciones devolviendo el desaire a su informe de labores de hace unas semanas, y la magistrada Janine Otálora que sólo se presentó a sesión pública para no reventar el quórum. De forma inusual, se convocó al izamiento a la bandera al que tampoco llegaron a tiempo sus invitados especiales como la consejera presidenta del INE, Guadalupe Taddei.

Pero cincuenta minutos de selfies bastaron para legitimar la presidencia de Mónica Soto. En otro innovador ritual, magistraturas regionales y estatales fueron convocadas al cambio de presidencia. Era como un pase de lista: felicitar, pedir una foto de recuerdo y dejar los mejores deseos.

Como ofrenda de paz, Mónica Soto ofreció como primer compromiso “no cesar en mi esfuerzo cotidiano para construir armonía y unidad interna”, aunque apenas terminó la sesión se reunió con las magistraturas estatales otra vez, sólo acompañada por los únicos colegas que la respaldan: Felipe Fuentes y Felipe de la Mata.

En la sesión pública enlistó cualidades de sus pares. De los que la respaldan y los que rechazan su presidencia, de los presentes y hasta del ausente.

“Al magistrado Reyes Rodríguez Mondragón quiero expresarle mi más sincero reconocimiento a su labor al frente de este pleno y reiterarle mi admiración y respeto como destacado jurista y juzgador. Magistrada Janine Otálora Malassis le expreso mi más amplio respeto, me honra coincidir con usted en este Pleno, como coincidimos en las salas regionales, ambas presidentas”.

Mientras que de sus ahora, únicos dos aliados, Felipe de la Mata Pizaña destacó “su experiencia en esta Sala” que calificó como “símbolo de sapiencia” y a Felipe Fuentes como el que “posee la más alta trayectoria como juzgador de este pleno”.

Destacó sus principales compromisos para que la ciudadanía, dijo, esté tranquila de que tiene un Tribunal Electoral fuerte.

“México puede estar tranquilo, cuenta con un Tribunal con autonomía e independencia. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es mucho más que las cinco magistraturas que integran esta Sala Superior. Hoy se abre una nueva página en la historia de este Tribunal pero no es un borrón y cuenta nueva, por el contrario, debemos sentirnos orgullosos por lo que hemos construido en los últimos 28 años y estar comprometidos con preservar la independencia y la autonomía de este órgano, valores que seguiremos defendiendo a plenitud”.

Soto señaló que en su presidencia no se tolerará ningún tipo de violencia, lo que desató los aplausos de las magistradas presentes; ofreció mejorar el juicio en línea y el turno aleatorio, dar más alternativas para que la ciudadanía ejerza sus derechos político-electorales, transparencia en el manejo de recursos públicos y trabajar con pasos firmes “con respeto a la igualdad de trato entre nosotros, sin separaciones ni discordias, honrando así, la fortaleza de esta institución”.

Celebró que el país llegue al proceso electoral más grande y con la mayor presencia de mujeres en la historia. Con mujeres al frente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de la Cámara de Diputados, del Senado de la República, del Instituto Nacional Electoral y del Tribunal Electoral, con ella.

Así, entre los clásicos bloques ahora con integrantes diferentes, con rencores renovados y promesas inmediatamente incumplidas, Mónica Soto asumió la silla que pareciera maldita: a la que se puede llegar con un impensable golpe de suerte, y a la que le basta una mayoría para exigir desalojarla.

Soto es ya la encargada de dirigir la elección presidencial y encabezar la revisión de su validez, desde ahí, desde esa silla del azar, que suma ya su séptima presidencia en siete años, sin que ninguna haya logrado terminar.

LG

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