El tsunami de Morena que arrasó en 2018 sigue pintando el país de guinda y arrebatando estados a la oposición, en donde el PAN se aferra a no abandonar su nave, mientras que el PRI ya está a la deriva.
La jornada del 5 de junio dejó tres cosas claras: que la nueva hegemonía de Morena se apuntala y hay partido para rato, el PAN se mantiene como una opción distante a las políticas del gobierno, aferrado con uñas y dientes a lo ganado en su tiempo de gloria y el PRI flota a la deriva en el mar político sin dirección, sin tripulación, solo con un capitán que perdió el rumbo.
Y mientras el panista Marko Cortés cantó que “hay tiro” para 2024, el líder de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, aplicó la estrategia de José Antonio Meade en 2018: en vez de tirarle al primer lugar, se fue contra el segundo: “Frente a quienes deseen ver como un triunfo que de seis gobiernos estatales que tenían han perdido cuatro y han logrado dos, pues de verdad les digo que siguen confundidos”.
El partido en el gobierno sumó cuatro estados más para controlar dos terceras partes del país con 22 gubernaturas, cifra que ni siquiera el PRI en años dorados había logrado, ya que sumaba 18, pero que le bastaron para hacer contrapeso al gobierno de Vicente Fox desde la Conferencia Nacional de Gobernadores y cuando tenía la mayoría en Congreso de la Unión para exasperar a Felipe Calderón y frenar sus reformas.
Morena se impuso incluso en Tamaulipas, donde se trataba de ganar o morir para el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, pues una victoria le hubiera dado tranquilidad de no seguir el camino de sus antecesores, señalados de operar para el crimen organizado.
La ola guinda
Aunque no se cumplió el pronóstico de su dirigente nacional, Mario Delgado, de ganar seis de seis, Morena se hizo de Tamaulipas, que estaba en manos del PAN, y Quintana Roo, de la alianza PAN-PRD, así como de Hidalgo y Oaxaca, entidades que ya había perdido el PRI desde antes de la jornada electoral.
Usando frases copiadas al presidente López Obrador, Delgado dijo que en Tamaulipas “el pueblo se cansó de tanta transa, trucos y trampas”, en Oaxaca por fin “llegó la primavera”, en Hidalgo “no hubo mal que duró 100 años, solo 93”.
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Mientras que en Quintana Roo pidió a Mara Lezama “garantizar el avance en la construcción del Tren Maya” y el desarrollo del sureste, región de país que casi controlan de no ser porque Yucatán aún sigue pintada de azul.
“Avanzamos”
El líder albiazul, Marko Cortés, que tenía en juego cuatro estados: Quintana Roo, Tamaulipas, Durango y Aguascalientes, celebró triunfos en los dos últimas.
Reconoció a sus abanderadas que no dieron los votos suficientes: Naty Díaz, en Oaxaca; Laura Fernández, en Quintana Roo, y la secretaria general del Revolucionario Institucional, que compitió en Hidalgo bajo las siglas del PAN, Carolina Viggiano.
Con sus números, Cortés se envalentonó y lanzó su grito de guerra para la próxima contienda presidencial: “Hay tiro... avanzamos para en 2024 corregir el rumbo de México”.
Antes del 5 de junio, el PAN gobernaba ocho estados, ahora con seis cayó a su nivel más bajo desde 2000; más bajo que el peor registro de su historia en 2012 cuando tuvo siete gubernaturas.
Uno de los gobernadores más vapuleados por la presente administración federal es Francisco Javier García Cabeza de Vaca, quien incluso hace un año pendía de un hilo su continuidad al frente de Tamaulipas.
Sin embargo, al abanderado panista, César Verástegui Ostos, le faltaron votos para poner un freno al candidato de Morena, Américo Villarreal.
En el anecdotario
Los tiempos en los que el PRI ganaba todo, que sus celebraciones se hacían en las principales plazas todos vestidos de rojo, han pasado a ser solo parte de la anécdota, algo que ni un solo tricolor ha vivido en los últimos años.
De 2018 a la fecha, los priistas han guardado los festejos, pues han pasado de gobernar 12 estados a dos, solo Coahuila y el Estado de México, que se disputarán el próximo año.
Hace seis años, el PRI se cimbraba por la derrota en seis entidades: Aguascalientes, Veracruz, Chihuahua, Durango, Tamaulipas y Quintana Roo.
Aunque recuperó Sinaloa y Oaxaca de las manos de alianza PAN-PRD, no fue suficiente para que su líder, Manlio Fabio Beltrones, se mantuviera en el cargo.
En lo que él llamó en ese momento como un gesto de “congruencia y amor al partido”, presentó su renuncia. En 2009, hizo lo propio Germán Martínez, cuando perdió la mayoría en el Congreso para el PAN de Felipe Calderón.
Pero ahora, con 10 derrotas a cuestas, Alejandro Moreno, se envalentona y afirma que a pesar de los resultados “no se va” y sigue firme su proyecto de ser el abanderado presidencial de Va por México para 2024.