La nueva iniciativa presentada por el diputado Arturo Ávila Anaya, de Morena, para modificar el artículo 16 de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, representa un grave retroceso para las libertades en México. Bajo el disfraz de “neutralidad digital” y “prevención de discursos de odio”, Morena pretende colocar a las iglesias, ministros de culto y comunidades religiosas bajo vigilancia del gobierno federal.
Con esta reforma, Morena busca que los contenidos religiosos en redes sociales, plataformas digitales o medios en línea queden sujetos a lineamientos impuestos por la Secretaría de Gobernación y una supuesta ‘Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones’, lo que abre la puerta a la censura ideológica y al control político de la fe.
La propuesta es un intento más del oficialismo por callar las voces que no se alinean con su narrativa, vulnerando principios fundamentales como la libertad religiosa, la libertad de expresión y el carácter laico del Estado mexicano.
El laicismo no es persecución, es respeto. Y lo que Morena plantea es justo lo contrario: una intromisión abierta en la vida espiritual de millones de mexicanos.
México es un país con profundas raíces de fe y de valores. Pretender que el gobierno determine qué puede o no publicar una iglesia, un sacerdote o un creyente en redes sociales, es autoritario, peligroso y moralmente inaceptable. Mientras la delincuencia avanza y la inseguridad crece, Morena dedica su tiempo a crear leyes para vigilar lo que la gente predica o comparte en internet.
La libertad religiosa está protegida por los artículos 6 y 24 de la Constitución, así como por tratados internacionales. Ningún gobierno, por más “transformador” que se diga, puede pretender convertirse en árbitro de la fe ni en censor del pensamiento espiritual.
“Cuando un gobierno se atreve a regular la fe, ya perdió el rumbo y el respeto.”
El Grupo Parlamentario del PAN rechaza categóricamente esta iniciativa y advierte que defenderá con firmeza la libertad de culto y expresión, pilares esenciales de nuestra democracia.
dahh