Por lo que dice frente al micrófono Tomás Pliego, el canoso dirigente de Morena, la estrategia en las siguientes semanas es sencilla: organizar una suerte de festivales músico-políticos en todas las plazas del país, sobre todo donde habrá elecciones para gobernador, para informarles a los votantes quiénes fueron los que se opusieron a la reforma eléctrica de López Obrador. Es decir: en tiempos electorales, Morena se ha propuesto capitalizar esos 179 votos del PAN, PRI, MC y del PRD que la narrativa morenista tilda de traidores.
“La oposición debería de estar festejando su triunfo en la reforma eléctrica, ¿y dónde están?”, dice Pliego a MILENIO más tarde, cuando camina entre los asistentes a la Alameda Central para tomarse la foto. “Les da miedo salir a las calles. Quiero verlos ir a pedirles el voto a sus electores. Su supuesto triunfo se les ha revertido. La gente sabe que votaron contra México”.
A unos metros de Pliego se encuentra sentada la señora Elsa, quien carga un muñeco del presidente del tamaño de una almohada. Viene al llamado Festival Por la Soberanía, junto con otras vecinas, desde Milpa Alta.
“Nos trajo nuestro diputado, pero venimos por convicción: somos obradoristas desde hace 25 años”, dice y enseguida enumera diversas marchas en las que ha defendido a López Obrador.
—La oposición insiste en que el presidente y Morena traen un discurso de odio.
—No, no, ¿cuál odio? El que roba es ratero, el que transa es corrupto. Y los diputados votaron en contra del pueblo. ¿A eso cómo se llama?
—Usted dígame.
—Pues traidores hijos de la chingada.
A espaldas de Elsa está una de las cuatro mamparas donde se avisa: “Deja aquí tu mensaje para las y los traidores de México”. Hubo alguien del Distrito X, en Miguel Hidalgo, que escribió: “Margara Zavala no me representas”. Alguien más apuntó: “Gracias por esos votos en contra, son los mismos que van a recibir en 2024”. Y no faltó el ingenioso: “Quadri, chingas a tu madre. Att. Jesús”.
Erick, vecino de Tlalpan, está escribiendo en otro de los muros: “Si tuvieran madre, también la privatizarían”. Cuando termina, dice que a él sí le dio coraje la votación. “Los del PRIAN son muy serviciales con los extranjeros; y ahora viene la rebelión del pueblo”. El mensaje de Fabiola, de Iztacalco, contiene siete palabras: “Solo un traidor vende tan barata su dignidad”. Dice, además, que no, que no es odio. “Es traición al pueblo”.
Al fondo, las arengas políticas del senador José Narro se escuchan tan desgañitadas que a Héctor le interesan más los dos paredones donde aparecen, estado por estado, 179 diputadas y diputados que votaron en contra de la reforma. “Esta señora era de izquierda”, dice y señala la foto de la ex perredista Amalia García. “Creo que fue hasta gobernadora y mire ahora en lo que está”. Héctor tiene más de 60 años, “pero apenas tres años” como obradorista. “Mis hijos me convencieron y todavía no me he arrepentido”, dice.
Cuando la temperatura y el sol empiezan a calar, los centenares de asistentes se refugian en la escasa sombra. Antes de que aquello se vacíe, el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, toma el micrófono. Dice que va por ooootra consulta popular, ahora será para ver si se demanda penalmente o no a las diputadas y a los diputados de la oposición.
Se le dice a uno de los organizadores sobre la nueva consulta que, aún si resultara, tendrían que desaforar a las diputadas y a los diputados de oposición y para eso necesitan la mayoría calificada. “¿No es sólo pretexto para seguir la campaña de la traición?”, se le pregunta. “Sí, sí, esa es la tirada ahorita”.
ledz