La pandemia de covid ha causado múltiples impactos, y el sector de servicios funerarios no ha escapado de ello, pues los costos de los productos han incrementado, ante el encarecimiento de la materia prima por la demanda.
Flavio Hernández Martínez, propietario de la Funeraria Hernández, situada en Atotonilco de Tula, admite que la situación para el sector es complicado, debido a que los precios de los productos han subido, tanto que muchos han traspasado esos aumentos a los clientes finales.
Para él sin embargo no es correcto incrementar los costos, pues sabe que para las familias son momentos difíciles, particularmente en una pandemia, y señala que no se puede abusar de ello, por eso trata de mantener sus precios, sacrificando sus ganancias lo más que puede.
Y es que no solo debe asumir los incrementos en el costo de los féretros o demás insumos necesarios para brindar el servicio a los dolientes, sino que debe invertir en el Equipo de Protección Personal (EPP) solicitado por el área de Salubridad, con la intención de aminorar los riesgos por contagio de SARS-CoV-2, que produce la enfermedad y cuyas complicaciones son mortales en muchos casos.
Asume los costos sin incrementar precio final. Esa es su forma de apoyar a las personas en los momentos difíciles. Señala que hay abusos en funerarias de la religión, pues dice que cualquiera puede tomar el servicio, ya que todas están autorizadas para actuar en fallecidos por covid, siempre y cuando apliquen las medidas requeridas por las autoridades.
Hay sin embargo, una campaña de desinformación para beneficiar a algunas funerarias, y negar la posibilidad de ofrecer el servicio a otras. Agregó que por ejemplo los familiares son los que deben tomar la decisión sobre si van a sepultar a sus familiares o los cremarán, no es algo que tengan que imponer las funerarias de la zona, como ha sucedido.
En este sentido dice que las autoridades sanitarias ya permiten las inhumaciones aunque, eso sí, con estrictos protocolos sanitarios, bajos los cuales se debe usar el EPP completo, el cuerpo embalado adecuadamente, el ataúd sellado y debidamente emplayado y desinfectado, para su traslado al panteón, o en caso de que eso no sea posible por cuestiones relacionadas con la preparación de la fosa por el horario, a una funeraria antes de concretar la inhumación.
Explica que hay un plazo de cuatro horas, entre la salida del hospital y la inhumación en el panteón. Pero aclara que por ningún motivo el cuerpo de una persona que haya fallecido por covid puede ser llevado a su casa para la velación.
Si se requiere ese momento las funerarias disponen de espacios adecuados para ello, en los que se pide que se acaten todas las medidas sanitarias preventivas. Es una manera de apoyar los duelos, pero insiste en que está prohibido que una persona muerta por covid sea llevada a su vivienda para ser velada.
Si alguien desea cremar a su familiar, él se encarga de la gestión de ese servicio, pues para brindarlo necesita agendar una cita en el único crematorio de la zona, el cual es particular, y cuyo servicio tiene un costo de 5 mil 100 pesos, más el costo de la urna que decidan los familiares.
Un fallecimiento por causas distintas al covid atiende el procedimiento que habitualmente se aplicaba, pero se recomienda también la implementación de las medidas sanitaria en caso de una velación.
Reconoce que aunque los decesos son la materia de su actividad, desearía que no existiera el coronavirus, pues es una situación muy triste para las familias, el no poder despedirse de sus familiares. Y es que un cadáver con covid es embalado y el ataúd también, y no se vuelve a abrir jamás. Incluso para la sepultura se pide que sea la menor cantidad de personas las que asistan.
Algunos familiares, dice, acatan la restricción de asistencia, aunque algunos otros muestran renuencia pero al final comprenden que son disposiciones de Salubridad; para él es muy importante cumplir con la normativa, y por ello cuenta con todos sus permisos en regla, lo que le permite ofrecer servicio en toda la región, sin dificultades.
Otra forma de apoyo a la economía de las familias es no cobrar en algunos casos los traslados. Sobre los costos, el funerario reconocido en Atotonilco de Tula por su sensibilidad, refiere que cada familia arme su paquete de acuerdo a sus posibilidades, y este puede ir desde los 7 mil pesos hasta montos más elevados, según el tipo de ataúd que se prefiera.
En sus paquetes completos ofrece lonas, sillas, equipo de velación. Todo. Para que la familia sólo se preocupe por la preparación de la “cortina” en la fosa, para darle sepultura a su familiar. Insiste en que de acuerdo a las posibilidades la familia arma su paquete o su servicio. Y así, las 24 horas espera ofrecer a toda la región los servicios en su funeraria, situada en el libramiento de Atotonilco.
Precio de los insumos aumenta
José Manuel Jiménez Mendoza, de Artículos funerarios Los Pepes S.A. de C.V, de la cual se desprende funeraria Paraíso, en Tlaxcoapan, señala que sí se han presentado incrementos en los insumos. Ellos se dedican a la comercialización de este tipo de productos, y han padecido los aumentos de parte de los productores, y por ende tienen que subir sus precios a lo que venden a funerarias, aunque no se aventuró a calcular un porcentaje de incremento.
En relación a la división de la funeraria, dijo que por carecer de crematorio, muchos servicios con cuerpos covid no los han tomado, pero han orientado a los familiares sobre quién puede ofrecerlo, para aminorar la preocupación de los familiares.
El costo promedio de un servicio funerario es de 13 mil 500 pesos, con el ataúd tradicional conocido como Versalles, detalla; trata concretar servicios, pero las condiciones de la pandemia han marginado a su funeraria, pues muchos prefieren cremar a sus muertos.
En Tezoquipa, comunidad de Atitalaquia, un empleado del Complejo funerario Ángeles, estaciona su camioneta sobre la avenida principal de la comunidad. Señala que las ventas de ataúdes, los cuales producen, sí han aumentado durante la pandemia de covid, pero ante ello también las adversidades.
Dice que hay mucha extorsión de parte de los agentes policiales de todos los niveles, quienes bajo cualquier pretexto los detienen y les ponen trabas para la circulación y por ende para hacer sus entregas de féretros. Terminan pidiendo cuotas para permitirles operar, y ellos como empleados terminan entregándolas pues necesitan entregar su producto.
A pesar del incremento de ventas las funerarias están sufriendo mucho, agrega, pues son demasiados los riesgos que estas deben asumir, al manejar cuerpos con covid, lo que supone un gasto adicional tanto para protección del cuerpo y el ataúd como para el EPP de los empleados y las otras medidas sanitarias que deben cumplir.
Producir una caja ya desinfectada les cuesta alrededor de 2 mil pesos, detalla, y en promedio se venden en 4 mil pesos a las funerarias para que estas estructuren sus paquetes, los cuales pueden ir de 15 mil a 25 mil pesos, según el paquete que se desee.
Panteones a tope
La pandemia de covid llegó en un momento crítico para los cementerios de la zona, pues muchos municipios tienen camposantos abarrotados, como en el caso de Tula de Allende, en donde de acuerdo con Ramón Aguilar Castro, director de Servicios Públicos en el concejo interino, los dos panteones principales operados por la presidencia municipal, el de San José y El Huerto, carecen de espacios libres para inhumaciones. Los 27 restantes los administran los delegados auxiliares de las comunidades en las que están asentados.
Ante la falta en los cementerios de mayor demanda, los pobladores han optado por la cremación, para usar uno de los nichos disponibles en el panteón de El Huerto, los cuales tienen tres precios distintos, dependiendo de la ubicación: en la primera sección el pago único por nicho es de 8 mil 736 pesos, mientras que en la segunda sección el costo asciende a 5 mil 460 pesos, y en la tercera sección el pago único es de 3 mil 822 pesos. A este pago único se agrega un pago anual por mantenimiento de 546 pesos.
Quienes desean la inhumación normal, en alguno de estos dos panteones administrados por el municipio utilizan espacios que ya han usado para alguno otro de sus familiares; en esos casos el permiso de inhumación para el panteón de El Huerto, de acuerdo con la Ley de Ingresos, es de mil 92 pesos, mientras que para el de San José, el costo del permiso es de 874 pesos y cada 7 años se paga un refrendo de perpetuidad por mil 310 pesos.
En muchos casos la problemática es que no están al corriente los pagos de refrendo, y se deben regularizar; para la inhumación el féretro debe estar emplayado, desinfectado, y así como llega se sepulta, no se abre, y se permite una asistencia máxima de cinco personas, de acuerdo a las medidas sanitarias recomendadas por las autoridades.
Tepeji del Río es otro municipio que aunque tiene espacios, son pocos los disponibles en dos de sus panteones, y recientemente, antes de dejar el gobierno, Moisés Ramírez Tapia, habilitó un predio para un nuevo panteón ante la falta de lugares por el incremento en el número de decesos a causa del covid.
Éricka Pérez Castilla, presidenta del concejo municipal, dice que todavía hay al menos 20 lugares disponibles en el panteón de San Mateo e igual número en el de San Juan, dos de los principales del municipio y que opera directamente el gobierno local.
Hay uno más, que está por inaugurarse. Un predio que el ex presidente municipal Ramírez Tapia dejó antes de concluir su periodo. Ese predio, situado junto a la unidad deportiva Tepexic, y atrás de un campus universitario de la zona, es la válvula de alivio para la demarcación en materia de cementerios y viene a apoyar a los otros 19 panteones que operan los delegados auxiliares en las comunidades.
El costo por inhumación en el panteón de San Juan es de aproximadamente 650 pesos, mientras que en el de San Mateo y comunidades, el costo es de 480 pesos.
En Atotonilco de Tula el panteón principal, ubicado en el barrio de Boxfi presenta una rápida ocupación, que se agrava con el mal uso y acaparamiento de espacios, reduciendo la capacidad del cementerio; en la parte nueva de ese panteón se habilitó una zona para sepelios de muertos por covid.
Cuando la Comisión para la Prevención de Riesgos Sanitarios de Hidalgo (Copriseh) solicitó habilitar fosas en cada panteón, el municipio de Atotonilco de Tula, así como el de Tepeji y Tula, acató las medidas y dispuso de espacios para ocupación inmediata.
Así pues, en ocasiones de madrugada ingresó personal funerario al panteón de Boxfi a sepultar a personas que horas antes habían fallecido por covid; en otros panteones situados en las comunidades de Atotonilco, como Conejos, Texas, El Pedregal, San Antonio y Zacamulpa, se habilitaron fosas; la delegación de la comunidad Progreso sin embargo no permitió la excavación de dichas fosas, argumentando que por costumbre se harían hasta que fueran necesarias. La pandemia de covid supone un reto en todos los sentidos y para todos los sectores.