Nadine Gasman ha tomado la política desde la medicina, la academia y su actual trinchera se encuentra en el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), en la que es su presidenta.
“Siempre, creo, que he tenido una vocación de servicio al otro y la medicina juntaba esa posibilidad de atender a los otros y a la otras. Cuando entré a medicina era curarlos, y que juntaba también mis inquietudes científicas, era como una profesión que me permitía usar la ciencia y el arte de curar, y el arte de atender”, recuerda Gasman sobre sus motivos para estudiar medicina por la Universidad La Salle.
De acuerdo con su biografía oficial, Gasman tiene experiencia “en las áreas de planeación, diseño, puesta en marcha, monitoreo y evaluación de políticas públicas, programas y proyectos, en el sector salud, con énfasis en salud sexual y reproductiva, así como en iniciativas y políticas para la igualdad de género, la prevención y atención de la violencia contra las mujeres y su empoderamiento económico y político”.
“Soy una mujer, feminista, una activista, una funcionaria pública muy contenta de la vida que he tenido en términos de lo personal, pero también de lo laboral, esta posibilidad de haber estado sentado en diferentes sillas”, se define Gasman en entrevista para MILENIO realizada en marzo de 2022.
Ser la presidenta de Inmujeres para Gasman significa una de las satisfacciones más grandes de su vida, explica desde su oficina, al sur de la Ciudad de México
Además de estar en la administración pública, Nadine Gasman ha estado en la trinchera de los organismos internacionales, pues fue representante de ONU Mujeres en Brasil y representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Guatemala.
También fue directora de la Campaña del Secretario General ÚNETE para poner fin a la Violencia contra las Mujeres para América Latina y el Caribe; y ha realizado múltiples consultorías para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Banco Mundial, la Agencia Internacional para el Desarrollo de los Estados Unidos, el Sistema Económico Latinoamericano, las Agencias Sueca y Danesa de Cooperación Internacional y la Comisión Europea.
—¿Dónde ha sido el trabajo más desafiante, aquí en la administración pública o en las otras trincheras en las que ha estado? —
“Los trabajos de promoción de la igualdad entre mujeres y hombres o de la salud pública, como he tenido, todos tienes sus desafíos y una de las cosas que es muy satisfactorio de haber estado sentado en las diferentes sillas es que uno ve que no hay espacios sin desafíos y que muchas veces son los mismos, aunque son vistos de los diferentes ángulos.
“El aprecio por la posición, las contribuciones del otro te permiten que en cualquier lugar donde estés sepas, pues que tu interlocutor o interlocutora también tiene sus propios sus desafíos.
“En términos de responsabilidad, ser presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres es una responsabilidad muy grande, tiene que ver mucho con mi historia de vida, con lo que yo quería, entonces ser parte del gobierno del presidente López Obrador es un honor, es realmente un honor, pues toda la vida le aposté a la transformación de México, a cambiar estos patrones económicos, sociales, políticos injustos y a trabajar por la igualdad de todos y todas”.
La rutina habitual de la presidenta de Inmujeres es muy ocupado, la cual empieza viendo La Mañanera, la conferencia de prensa diaria del presidente Andrés Manuel López Obrador, y después con trabajo interno. “Me gusta mucho salir, estar en territorio, hablar con las mujeres”
“A mí cuando me dicen que quieres que te regale, yo digo que el día tuviera tres horas más”.
Fuera de las actividades públicas, Gasman confiesa disfrutar del cine, tener reuniones sociales, estar con sus amistades, leer “un buen libro”, lo cual la hace feliz; su break es ver una serie en Netflix, escuchar música, desde la clásica, los boleros, trova cubana, Tanía Libertad, mariachis, entre otros.
Algunas enfermedades tienen una determinación social
Al ejercer la medicina, Gasman se dio cuenta que muchos de los problemas de salud tienen una determinación social, razón por la cual estudió la maestría y doctorado en Salud Pública por las universidades de Harvard y Johns Hopkins, respectivamente.
“Yo decía ‘bueno, me encantaba ver pacientes, tocarles la panza (sic) y oírles el corazón, pero me daba cuenta que ese niño o niña que venía con diarrea iba a regresar al mes siguiente, cuando estaba en el Hospital Juárez, porque sus condiciones eran lo que hacía que a él o esa niña le diera diarrea”.
—¿Se acuerda de su primer paciente—
“Yo me acuerdo de haber ido al Hospital Xoco, cuando estaba pensando si estudiar Ciencias Políticas o Medicina: mi maestro de Anatomía me llevó, era una estudiante de Medicina, y ahí vi la primera vez que le estaban suturando un dedo a una persona, ahí dije ‘yo quiero esto’”.
A pesar de la exigencia académica que la carrera de Medicina impone, Gasman explica que disfrutó la universidad, pues a la par del estudio, hizo vida social, cultural, política.
“Me daba mis tiempos para salir, para divertirme, siempre me ha gustado bailar, entonces íbamos a fiestas, pero también al teatro, al cine; era una época donde las peñas y estas cosas estaban muy de moda”.
“La violencia contra mujeres ya no se acepta como algo normal”
—¿Cómo es que en la actualidad, en el México del 2022, para muchas mujeres salir a la calle signifique tener miedo?—
“El trabajo, no solo el mío sino del instituto y del gobierno de México está para cambiar la normalización de que la violencia así es.
“Creo que parte de lo que estamos viendo, y además es muy esperanzador, es que en la sociedad esto ya no se acepta como algo normal. ¿Hay más violencia? No sabemos si hay más violencia o lo que hay es más conciencia y más no aceptación por parte de las mujeres de esa violencia y eso lo vemos con las jóvenes, hay cosas que tal vez para mi generación y ni se diga para mi madre o abuela, era ‘normales’ y ahora son totalmente inaceptable para las mujeres más jóvenes”.
Neoliberalismo, beneficiado con el patriarcado
Gasman asegura al neoliberalismo “le ha funcionado perfecto” el patriarcado, pues una de las premisas de dicho modelo económico y político es el individuo por encima de lo colectivo.
“Con el patriarcado, que además durante el neoliberalismo se ha fortalecido… al neoliberalismo le ha funcionado perfecto el patriarcado porque es esta cuestión del individuo, de que uno es superior al otro; esta cuestión que nos diferencia y que nos crea esta sensación de que los que son los ganones de la sociedad son los mejores y no es realmente así.
“Este tema, digamos que para mí, el tema central está en la desigualdad, viene de no entendernos, de no interiorizarnos como iguales, porque cuando tú sabes y vives a los demás como iguales sea quien sea, pues tiene una relación de respeto, de mayor empatía; no vas a estar de acuerdo en todo, pero que la violencia no es la forma de resolver los conflictos sino el dialogo, buscar formas no violentas”.
—¿Al ir apagando al neoliberalismo, por ende, también se va a ir apagando, se va ir tirando al patriarcado? —
“No es automático, como de la misma manera que no es automático socialismo y feminismo, pero sí te da la oportunidad de cuestionar estas desigualdades e ir al mismo tiempo planteando el feminismo como una forma, una filosofía alterna que te da respuestas a cómo podemos ser diferentes, cómo construimos la igualdad.
“Yo soy de las que pienso que cuando estás teniendo estas acciones para terminar con la desigualdad económica, con los privilegios, con la corrupción, estás al mismo tiempo creando las condiciones para esta igualdad sustantiva, pero hay que hay trabajarla, hay que hacerla al mismo tiempo porque es muy fácil volver a posiciones donde haya privilegios por ser hombre”.
—¿Qué señales tendremos que ver para darnos cuenta que el patriarcado se está cayendo? —
“El simple hecho que en la conciencia pública este sea ya un tema es un avance, quiere decir que estamos como sociedades haciendo conciencia de que hay un sistema, un sistema opresor de las mujeres, pero también de los hombres que tiene que cambiar.
“Tirar al patriarcado, cambiar la sociedad es excelente para las mujeres, pero también para los hombres porque el machismo no le sirve al 99 por ciento de los hombres, los hace ser más violentos, los hace estar más frustrados con este rol de proveedor, de superior, que la mayoría de los hombres no pueden cumplir, no que no lo cumpla, pero no a las expectativas que te pone la televisión o el cine del supermacho.
“Empezar a que la sociedad se cuestione los privilegios, vea la movilización de las mujeres, la discusión del tema en todas partes, la verdad es que son los signos de que vamos a tirar al patriarcado, porque no se va a caer, lo vamos a tirar como sociedad, evidentemente las mujeres, las feministas, las feministas jóvenes, pero también esperamos que los hombres también”.
—¿Cuáles deberían de ser las acciones de los hombres para ayudar en este objetivo?—
“Los hombres tienen muchísimo que aportar desde lo individual y lo colectivo. Yo lo que les digo a los hombres es que tienen que verse y cuestionarse que puedo hacer yo en mi relación con las mujeres a nivel de mi pareja, en las parejas heterosexuales, en el (inaudible) con mis amigas, con mi familia, en la comunidad, ¿Qué puedo hacer yo para asegurar que las mujeres tienen su espacio, su propia voz, sus propios recursos?
“Ese cuestionamiento, que es en todos los ámbitos, si mueve a cada uno de los hombres o a una masa crítica de los hombres hacia relaciones más igualitarias, promoción y creación, apertura de espacio para las mujeres, va a cambiar la sociedad”.
Gasman pone un ejemplo en el terreno político de lo que ha explicado y tiene que ver con la paridad de género en el gabinete federal, así como en congresos locales.
“Ves la diferencia, ves lo que significa tener una masa crítica de mujeres. Si tu a esa masa crítica de mujeres o en los otros ámbitos donde no hemos llegado a eso tienes a hombres que realmente valoran y cambiar ellos para abrir el espacio, no para decirnos, no para darnos sino para abrir las oportunidades, las propias dinámicas relacionales cambiar de manera muy importante”.
—¿Cómo llega el feminismo a su vida y qué significa para usted?—
“Empecé a entender al feminismo cuando estaba trabajando en la Asamblea para la Salud de los Pueblos porque ahí en ese movimiento, que es global, de cuestionamiento de la salud tradicional que tiene un gran impacto, las feministas que trabajan en la salud estaban muy presentes.
“Después empecé a trabajar en el tema de los derechos sexuales y reproductivos en México como con las organizaciones de la sociedad civil y fue como la medicina, cuando llegué ahí dije ‘de aquí soy’.
“Entendí, estudié con más profundidad los temas de género, de feminismo, de derecho al decidir. Entré por el tema de la salud reproductiva y el aborto, entré al corazón del territorio del cuerpo de las mujeres, y además está muy claro el tema de dominación desde las decisiones hasta cómo los cuerpos de mujeres son botín de guerra, eso me dio esta visión y desde entonces he estado muy vinculado porque me parece es una transformación profunda de las sociedades que se junta con la izquierda, que te habla de igualdad sustantiva, de distribución de la riqueza y poder para crear sociedades más justas e igualitarias”.
—En las trincheras que ha estado, ¿Cuáles han sido esas batallas que le ha ganado, le está ganando o sigue en ese enfrentamiento con el machismo?
“Las mujeres siempre decimos que ninguna batalla ni ningún éxito es personal sino colectivo, yo creo que el posicionamiento del feminismo en este momento es una de los grandes éxitos que hemos tenido como movimiento, entendido en que las feministas estamos en todas partes. Yo soy una funcionaria feminista, pero entiendo y hago mi papel desde donde estoy igual que el feminismo parlamentario o el feminismo popular.
“Creo que el 2022 está claro, el feminismo era una palabra que no se podía usar tanto hace diez años. Cuando entré al feminismo muchas decían ‘yo estoy por la igualdad, pero no soy feminista’ y ahora los y las que no son feministas tienen que justificarse. Eso es un éxito a nivel de la conciencia pública de la importancia de la igualdad entre hombres y mujeres”.
“El otro éxito muy importante tiene que ver con la visibilización y la desnormalización de la violencia contra las mujeres, realmente hace 20-30 años era un tema que algunas hablaban y hoy tenemos leyes en la mayoría de los países del mundo, está en el imaginario colectivo, es un cuestionamiento: tienes tendederos (para denunciar acosadores), tienes un nivel de conciencia, todavía hay que trabajar mucho para que no suceda, para prevenirlo”.
Para Gasman, uno de los grandes parteaguas para que el feminismo cobrara más fuerza en la sociedad fue el #MeToo, movimiento que logró evidenciar abusos de hombres privilegiados por el patriarcado.
“Fue un momento en que con la fuerza mediática que tuvo fue un tiempo de ‘fuera máscaras’. Antes un poco a nivel nación al e internacional, también ya había grandes personalidades como Emma Watson que se asumió feminista en 2013-2014 y empezó a poner más a la luz pública el término feminista”.
—¿Hay algún acto o momento sororo del cual usted se sienta orgullosa?—
“Hay muchos momentos, más que momentos, muchos espacios en los que yo me siento más que orgullosa, privilegiada de ser parte. Por ejemplo, en el marco del trabajo que hicimos a nivel regional con la campaña Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres, en 2008, fue muy interesante ver cosas naturales como los días naranjas, como eso juntó voluntades de gobierno, de sociedad civil, empresas.
“Yo siempre he encontrado apoyo y sororidad en las compañeras feministas de México cuando yo trabajaba en Ipas encontré un grupo de feministas muy importante y muy influyentes que fueron extremadamente generosas conmigo y me acogieron porque ahí estaba empezando”.
—Ahora que las mujeres están tomando más cargos, ¿ve mayor presión de la sociedad, o de los hombres, de que las mujeres no deben fallan?
“Realmente lo que sabemos y hemos vivido todas es que la expectativa es que seamos perfectas e infalibles, que no somos, somos solamente iguales, y en ese sentido, sí, a todas las que hemos llegado y las que estamos, las mujeres te dicen ‘hijole, lo que se espera de mí es que lo sepa todo, lo haga todo bien, a tiempo y no falle nunca’ y son expectativas injustas e irreales porque si somos iguales, pues somos iguales y va a haber buenas, malas y regulares y está bien.
“Claro que nosotras tenemos unas grandes expectativas por ejemplo en gobernar, queremos que los gobiernos de las mujeres sean mejores, tomen en cuenta cosas que tal vez los gobiernos de los hombres no toman, pero lo que queremos es que los hombres vayan haciéndose feministas y vayan tomando en cuenta estas otras cosas y que no se espera que las mujeres sean perfectas porque no lo van a hacer”.
ENTREVISTA REALIZADA EN ABRIL DE 2022
JLMR