Una niña llamada Rigoberta: una entrevista memorable

Entrevista

En abril de 2003, Rigoberta Menchú visitó las cabinas de La Gran AW para hablar de su libro infantil 'El vaso de miel', y aprovechó para relatar los dramas y problemas que vivían (viven) miles de niños en el mundo.

Rigoberta Menchú recibió el Premio Nobel de la Paz en 1992 por su lucha por los derechos indígenas. Fotos: Cuartoscuro y Especial
Héctor Benavides
Monterrey /

Hace 20 años, una niña de Guatemala llamada Rigoberta me regaló su libro El vaso de miel, y me contó entre otras historias: “…mis abuelos son la abuela Luna y el abuelo Sol, viven en el cielo, entre nubes de azúcar. Cuando tienen ganas toman pedazos de algodón y se los comen”.

Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz 1992, visitó la cabina de La Gran AW Radio el 14 de abril de 2003 para dar a conocer su libro El vaso de miel, dedicado a todos los niños del mundo.

Gracias por su visita, Rigoberta. Hoy la prensa da a conocer el hallazgo de 15 niños asesinados en las calles de Sao Paulo, Brasil, por el solo hecho de estar jugando por las calles y se informa que fueron mandados asesinar por comerciantes sin escrúpulos del sector turismo.

Desgraciadamente eso está sucediendo además en algunas casas, es la propia autoridad, los propios policías que golpean a los niños o los matan. En el caso nuestro, el 33 por ciento de las osamentas que se han encontrado en las fosas comunes de Guatemala eran de menores de 11 años, muchos de ellos de niñas que fueron violadas antes de ser ejecutadas y esto lo revelaban los estudios de ADN. Y es que desgraciadamente la tecnología avanza y la humanidad no tiene memoria. Yo creo que es lo peligroso de esta época: que cada vez perdemos la memoria, perdemos la capacidad de indignación frente a las injusticias.

El hecho de que usted haya recibido el Premio Nobel de la Paz hace 11 años (1992) ha servido para que su voz se escuche más en muchos otros lugares del mundo, pero una cosa es que se le escuche y otra que se le atienda, ¿cuál ha sido su experiencia en ese sentido?

Creo que sí hay avances. En mi caso me siento muy honrada de tener desde hace 11 años el premio, ha habido frustraciones, ha habido momentos en que una siente impotencia, hay indignación y uno dice: “Bueno, si me reciben a mí y a los míos con tanto respeto, con tanto cariño, bastaría con darles un poco de espacio como yo lo he tenido para tener un espacio digno en la sociedad”[…] El premio es simbólico, no da para comer, o sea no da para comer todos los días, es decir, hay que luchar y luchar una y otra vez, por eso es que yo me dedico a todo, vendo libros, hago distintas cosas, hay solidaridad, pero una quisiera más solidaridad.

¿Cuál ha sido el agravio más fuerte que ha tenido usted y la satisfacción más grande a lo largo de su vida?

Creo que el agravio más fuerte es que cada vez que hablan de mí y tergiversan la vida de mis muertos, yo quisiera que mis muertos estén en paz, porque había un pseudoantropólogo que afirmaba que mi padre no fue quemado con fósforo blanco, sino que fue quemado con queroseno, ¡qué barbaridad!, y luego afirma que yo dije fósforo blanco porque ni siquiera vi morir a mi padre y a mi hermano.

¿Y de lo bueno?

Mire usted, yo pienso que si fuéramos solidarios, daríamos becas a la gente, haríamos una clínica, un pequeño centro de salud, haríamos muchas cosas para que la gente viviera con dignidad como lo merecemos todos.

Otra cosa que yo le voy a decir es que las personas piensan que los que tenemos alma altruista deben de ser solo los pobres, no es cierto, lo puede hacer un gran empresario. Lo pueden hacer los ricos, no les cuesta nada y les dignifica la vida.

Nuestros diputados aquí en México ganan más de 10 mil dólares mensuales…

Fíjese usted todo lo que se pudiera hacer con tanto dinero. No hay que olvidar que millones de sus compatriotas aquí en México, en Guatemala, en muchos países de América Latina, sobreviven apenas con un dólar diario.


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