NXIVM lavaba el cerebro en campos de concentración, revela regiomontana

Cristina Sada Salinas afirmó por Facebook que estuvo en tres cursos cuando se llamaba ESP, por apoyar a su hija, y en ellos había humillaciones y los obligaban a realizar reverencias.

Foto: Especial
Eduardo Mendieta
Monterrey /

La regiomontana Cristina Sada Salinas, hija de los fundadores de la extinta empresa Salinas y Rocha, reveló su testimonio en redes sociales sobre los cursos que tomó de ESP (Executive Success Program o Programa de Éxito Ejecutivo) de la secta NXIVM, que consideró como "campos de concentración de lavado de cerebro", que incluía paranoia de los entrenadores, cómo ridiculizaban a los alumnos y que los obligaban a realizar reverencias.

En su cuenta personal de Facebook, la ex candidata al Senado de la República por el Movimiento Progresista, e hija de empresarios prominentes en Nuevo León, compartió su experiencia y reflexión sobre la secta-coaching NXIVM, de la que tuvo conocimiento cuando se llamaba ESP, que fundó Emiliano Salinas Occelli.


Indicó que, así como algunas otras formas de manipulación que ejercen las iglesias, muy parecidas entre sí, invitó a ver el documental "The Vow" (La Promesa), de la cadena norteamericana HBO, para conocer el entramado construido por el falso gurú Keith Raniere, condenado a 160 años de prisión por tráfico, esclavitud sexual y violación.

"Pasó mucha gente inteligente, gente culta y bien famosa, por campos de concentración de lavado de cerebro y de explotación de tu sueño y de maltrato, quieren ver cómo alguien con una mente perversa se puede disfrazar de una persona ética y de llegar a ser respetado, obedecido y protegido con gente con buenas intenciones, les recomiendo esta serie", dijo.

Sada Salinas narró que tomó el curso tres veces: una en Monterrey, una segunda vez en la Ciudad de México, con Alejandro Betancourt, socio de Emiliano Salinas, y una más en Miami, Florida.

"Por cierto estuve en su casa (de Betanocurt) era una casa inmensa, no recuerdo cuál es la historia socioeconómica atrás, pero dice que se vendió al banco y que no pagaron impuestos en este periodo neoliberal.
"Estuve en su casa junto con unas 200 personas fácil, y la tercera vez fue en Miami, yo me interesé porque invitaron a este curso a una hija mía, y quiso saber qué opinaba yo o si era un curso que valía la pena, porque era un curso mucho muy caro, para volverte una persona muy ejecutiva, muy empoderada, muy efectiva, muy disciplinada, con altos estándares de integridad, eso pregonaban", relató.

La hija de los fundadores de la extinta empresa Salinas y Rocha confesó haberle pagado a su hija más de tres cursos ESP y también tomarlos ella.

"Pero quiero hacer una diferencia muy clara, no es lo mismo pagar tres cursos, hay empresas que le pagaron a 100 o 200 empleados para su superación personal y ejecutiva.
"Ahora que se conoce toda la verdad no podemos echar en una misma bolsa a personas que participaron una, dos o tres o hasta cinco o 10 veces en un curso de ESP (Executive Success Programa-Program Éxito Ejecutivo), te vendían ellos que traían un ingrediente de ética muy estricta, con la horrorosa realidad que sale en el documental The Vow, de HBO, no quiere decir que supiste lo que pasaba en los altísimos niveles y a la crueldad con la que eras tratada, ya una vez que estabas sumamente involucrado", recordó.

Indicó que no le gustó la "predica" de honestidad hacia fuera de los coordinadores de los cursos de superación ESP.

"Yo los cuestioné: rentaron este hotel de Monterrey, nos ponen galletas, te y agua para tomar, y están cobrando tanto por este curso en fin de semana, nos están diciendo comprar un DVD o CD en los mercados rodantes que te los venden muy baratos… y no te decían que venían del crimen organizado, sino que estaban robando la propiedad intelectual de otra persona, que puede ser que sí sea, pero el DVD te los venden a 40 u 80 pesos, es una gravísima falta ética.
"Pero, ¿ustedes están pagando impuestos en público?, estoy segura que me pusieron tacha, a Cristina Salinas, y ¿saben qué? No me contestaron. Una vez que hago una pregunta, me choca que no me contesten, ya me da muy mala espina”.

La hija de una de las familias de abolengo y alcurnia en Nuevo León, narró qué fue lo que tampoco le gustó.

"Antes de entrar, ya con el curso pagado, tenías que firmar que nada de lo que ahí aprendieras podías compartirlo con nadie, pero, ¿cómo? ¿cómo voy a firmar esto? Ya había pagado el curso, no creo que me vayan a regresar el dinero, no voy a tener derecho de lo que ahí vi y aprendí, puedo entender que tengo un compromiso de confidencialidad, de que no ibas a delatar cosas personales o intimas de participantes, eso sí.
"Tenían como una paranoia de que no se le fueran a cobrar su fórmula secreta e inventada por el que inició todo eso: Keith Raniere, cogían cosas de neurolingüística que estudié, cogían conceptos de budismo, he estudiado budismo y desarrollo humano, hacían su caldo con un poquito de todos los ingredientes que ya existían y crearon este curso", explicó.

Sada Salinas repudió que les pedían realizar una reverencia a los coach o entrenadores, como cuando lo hacía de pequeña en un colegio de monjas.

"Nos pedían hacer una reverencia… me acordé, por cierto, de cuando era niña, que estudié en un colegio de monjas, que, al pasar por la puerta de la oficina de la madre superior, había que hacerle una reverencia por pasar frente a su oficina, ¡cómo que le tengo que hacer una reverencia!
"Pero como mi hija ya lo había tomado, estaba entusiasmada y era un curso muy caro, pues trago saliva, algo que va en contra de mis principios, con tal de entrar y saber de qué se trata y repetir la experiencia dos veces más, porque con un solo curso no era suficiente, pero para lo que me están enseñando", indicó.

Señaló que la metodología de los cursos no le agradó, era muy confrontativa, ya que le tocó que la humillaran y humillar a sus compañeros para supuestamente aprender a ser muy fuerte y aprender a aguantar la humillación, mientras se reía todo el grupo de ti.

"Criticaron cómo yo hablaba, un ejercicio que me pidieron, como actriz fingir un gran dolor, y lo hice, y me pusieron de ejemplo de qué ridícula me veía al fingir un gran dolor, sí me acuerdo haber estado incómoda, pero también recuerdo el entusiasmo que tenía mi hija, porque estaba buscando un por qué, un para qué y qué sentido tenía la vida.
"Hasta que finalmente lo aborté y ya no la quise apoyar más y tenía mis razones, pero no tenía nada que ver con este horroroso tráfico sexual, tenías que ya estar prácticamente viviendo en Albany", dijo.

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