Nashieli Ramírez trae en su memoria películas y cineastas: François Truffaut, Woody Allen y Pedro Almodóvar… no solo eso, la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Ciudad de México reivindica los cineclubs de su época: “El CUC era clásico, la Cineteca se reventaba, el séptimo arte se vivía como religión, ibas a todas y te aguantabas, aunque luego estaban inmamable”.
¿Gusta de Tarantino?
Sí, Tarantino.
¿La muestra Internacional?
Sí, iba a todas al Cine Roble. La de este año se me pasó.
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La funcionaria no tiene reparo, presume sus gustos: va al tianguis de Las Torres y Aztecas; lava trastes, cocina chiles en nogada, sale a tirar la basura o se hunde en su sillón preferido y, con su hija de 23 años, disfrutan series y películas... su talón de Aquiles.
Tiene otras aficiones, varias: “Ahorita voy a empezar a leer Los Tiempos del Odio de Rosa Montero, me lo trajeron directamente de España; además, tengo junto a mi cama un libro de cuentos de Cristina Rivera Garza, intente llevármelo a la oficina, pero no pude tener el libro ahí, el trabajo me absorbe.
¿Ayuda la lectura?
Cuando estás muy en contacto con las víctimas, tienes que buscar espacios de contención.
¿Novela negra?
Me gustaba mucho Manuel Vázquez Montalbán, es un icono para mí; también me gusta Pepe Carvalho; Paco Ignacio Taibo II, El complot mongol es un icono, un clásico.
¿Lee mucho?
Aquí hay libros hasta en el baño. Se lee en los espacios que uno tiene libre, que ahora cada vez son menores.
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Sobre poesía, se explaya. Revolotea los libros que están sobre el suelo. Se acomoda bien en el escalón, desde donde responde: “Nada del cargo en la comisión”.
Desde un muro de su casa la observa el retrato del tío-abuelo de su hija, Aurelio Manrique, quien le gritó “¡farsante!” a Plutarco Elías Calles en su último Informe de gobierno.
“¡Octavio Paz! La bronca con el Nobel es que hay una parte de él que fue muy reaccionaria, pero después lo medio perdoné: leo su poesía, es bueno, aunque no mi favorito, mi preferido de México es Rubén Bonifaz Nuño”.
Ramírez sigue la ruta: “Jaime Sabines me gusta, Efraín Huerta me divierte; sin embargo, Bonifaz Nuño es mi preferido. Para mí, la poesía es un estado de ánimo. No creo que la poesía se consuma tres veces al día, no. La consumo cuando mi alma, mi espíritu, me lo pide”.
¿Es amiguera?
Muy amiguera, también socializo. Este año, de hecho, formamos un club de lectura, nos vemos cada mes.
¿Sus gustos en la vida?
Ser mamá, ser hija y ser hermana.
¿Feminista?
Sí, no creo que se pueda ser defensora de derechos humanos si no eres
¿Su generación…?
Soy de una generación que es producto de la movilidad social. Mi papá era huérfano, hijo de una madre costurera, y fue el primero de su familia que llegó a tener una licenciatura.
¿De izquierda?
Siempre he estado en la resistencia e indignación. Yo vengo de izquierda. Aunque nunca militamos, ni mi papá. Mi hermano mayor y yo nos acercamos más a la lógica de la lucha de izquierda empezando por el Comité de Lucha de la Preparatoria 6.
¿Su mejor guiso?
Hago el bacalo tradicional de las fiestas de fin de año me-sale-mucho-muy-bueno… cocino mucho.
¿Hace limpieza?
Lavo trastes. En mi casa, la cocina debe estar limpia todo el tiempo. Viene una gente a la semana a ayudarme.
¿Va al mercado?
Voy los sábados y domingos a un mercado que está en Avenida del Imán y Aztecas. Por cierto, ahí recomiendo mucho un puesto de nieves, donde las hacen con frutas naturales, casi sin azúcar, son buenísimas.
En los muros de su casa hay pinturas, grabados, un pupitre escolar viejo, un reclinatorio, planchas de carbón y obra gráfica oaxaqueña que ha ido comprando “en abonitos, todos lagunillazos”.