Ante el desabasto de agua y la poca presión que hay en algunas otras llaves, un motel del centro de Monterrey ha optado por incluir en su oferta el novedoso servicio de regaderazo, con una inusual y potente presión de agua pagando 120 pesos.
Ante la severa sequía que experimenta Nuevo León y las protestas desencadenadas por no contar con el líquido, los propietarios del pequeño, pero céntrico hotel, lanzaron el singular servicio.
Una manta con la palabra “regaderazo”, en letras mayúsculas, en color azul, blanco y rojo, sobresale desde la semana pasada frente a la fachada de un edificio de tres pisos color crema en la calle Carlos Salazar.
La plataforma MILENIO-Multimedios constató que el servicio incluye un kit de shampoo, jabón y una toalla a préstamos, pero no así la habitación del motel.
Es decir, quien busque un cuarto, aparte del regaderazo, el precio del servicio aumenta a 250 pesos, por un periodo de tres horas.
Al ingresar al motel y hacer el respectivo pago, el encargado del establecimiento, un joven alto, con audífonos inalámbricos, atiende en la recepción.
¿Si quisiera utilizar el cuarto completo cuánto sería?
“Para estar en la habitación, las tres horas están en 250 (pesos), ya nada más tú ves...”.
¿Desde cuándo tienes con el servicio de regaderazo, para venir otra vez?
“Pues está todo el día”.
¿Y desde qué fecha lo ofrecen?
“Pues, desde la bronca del agua, hace una semana y media, más o menos, y pues los cuartos están bien”.
¿Y sí ha venido mucha raza a bañarse?
“Sí están viniendo y andan preguntando”.
Luego de la breve charla, el encargado hace entrega del kit de baño, además de la llave con el número 102, la habitación que servirá para darse una refrescada.
El lugar alberga un pequeño hotel, ubicado en el número 615 oriente de la calle Carlos Salazar, entre Juan Zuazua e Ignacio Zaragoza, en pleno corazón regiomontano.
El cuarto parece no corresponder a la zona céntrica, ni al sencillo edificio, pues se ve sobrio, y aunque pequeño, cuenta con pantalla de TV, minisplit para combatir los calorones de 40 grados, dos bonitas lámparas, dos sillas, un sillón y un mueble al centro que adorna la habitación.
El cliente ingresa posteriormente a un cuarto de baño impecable y limpio, además fresco, con abundante agua caliente y fría.
Al abrir la llave de la regadera sale disparado una inusual y potente presión del líquido, que no es vista desde hace mucho tiempo en las casas regiomontanas.
Para ahorrar agua, la ducha fue breve, por unos seis minutos, pero completa, aunque puede alargarse, si es necesario.
El cliente-reportero salió del hotel bañado y refrescado, situación excepcional para alguien que reside en La Sultana del Norte, en la peor sequía que experimenta en su historia reciente.