La narración es una verdadera crónica, y según los correos fue escrita por un militar, uno de los que subieron ese día al avión: Miguel Eduardo Hernández, quien ha pasado buena parte de su vida en los cuarteles. Aún así escribió un informe final como si fuera su propio diario.
“Durante el ascenso inicial, contrastando con la oscuridad del horizonte, a los ocupantes de la aeronave les fue posible observar el espectacular paisaje que a esa hora ofrece el Valle de México. A pesar de la nubosidad que habitualmente se encuentra en el área, la intensa iluminación de la Ciudad y su zona conurbada, rodeada por los magníficos volcanes, permite al observador comprender la razón por la que se ha llamado a esta La Región más transparente".
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El avión salió a las 00:36 horas del día 11. Fuerza Aérea Mexicana 3916 autorizado a despegar. Pista 05 derecha con viento de 060 grados con ocho nudos. Y la instrucción: en el aire comunique con Salidas México. Arranca hacia Bolivia.
La operación para rescatar con vida al ex presidente Evo Morales forma parte de la filtración #GuacamayaLeaks a la que MILENIO tiene acceso, y es posible conocerla gracias a un correo enviado por parte de uno de los pilotos, Miguel Eduardo Hernández Velázquez, al coronel Francisco A. Enríquez, quien en otros mail responde que ha revisado los informes.
El documento con una tipografía que recuerda los renglones de máquina de escribir se titula Misión a Chimoré. Y en él se revela que esa noche, todos los que viajaban en el FAM 3916 tenían muy poca información sobre la misión. Fueron por órdenes y sin respingar a pesar de los riesgos.
“Tenían mucho en que pensar, a pesar de la escasez de información, podían deducir que se encontraban cumpliendo una misión importante, en la que podría estar de por medio, inclusive, el prestigio de México.
“Como servidores públicos, integrantes de dependencias oficiales del Estado mexicano, sabían que tenían un serio compromiso, en cuyo cumplimiento tendrían que empeñar toda su inteligencia, su voluntad, su experiencia, sus conocimientos y, quizás, hasta su imaginación y capacidad de improvisación para llevar a buen término su delicada encomienda”.
Según el informe del Ejército, se advirtió que en la misión no existía ningún margen posible de error. Había que sacar “sano y salvo a México al Señor Evo Morales”, sin ningún daño del entorno en el que se encontrara, introducirlo a la aeronave y trasladarlo desde América del Sur.
“Las órdenes deben ser cumplidas con exactitud e inteligencia, sin demoras… El que las recibe… podrá pedir le sean aclaradas, cuando le parezcan confusas, o que se le den por escrito cuando por su índole así lo ameriten… Para no entorpecer la iniciativa del inferior, las órdenes sólo expresarán, generalmente, el objeto por alcanzar, sin entrar en detalles de ejecución”, dice el documento.
Las complicaciones que enfrentaron el general de grupo, el piloto aviador diplomado de Estado Mayor Aéreo, Miguel Eduardo Hernández Velázquez, responsable de la misión y el teniente coronel de Fuerza Aérea, piloto aviador diplomado de Estado Mayor Aéreo, Felipe Jarquín Hernández, y el capitán segundo de Fuerza Aérea especialista en mantenimiento de aviación, Julio César Sánchez Ruperto, lograron una misión que parecía imposible.
“Cuando se vuela fuera de espacio aéreo controlado, sin estar sujetos a la obligación de emitir un reporte de posición y situación cada determinado tiempo, el que normalmente es respondido por una voz al otro extremo de la frecuencia, la cual, aunque proviene de un desconocido, siempre proporciona una relativa tranquilidad al confirmar que no se está en completa soledad”.
Después de seis horas de un vuelo con algunos tramos turbulentos y tormentosos, el Centro de Control de Lima autorizó iniciar el descenso para iniciar la recarga de turbosina en esta ciudad, y se llevó a cabo el despegue hacia Bolivia.
Sin embargo, al arribar al límite del espacio aéreo peruano con el de Bolivia, el Centro de Control de Tráfico Aéreo boliviano le comunicó al avión mexicano que el ingreso estaba denegado. Entonces tuvieron que regresar a Lima, donde un oficial de la Fuerza Aérea del Perú, acompañado de soldados armados, se acercó a la aeronave para comunicarle al comandante que tenían prohibido permanecer en esa plataforma.
Otro de los problemas que enfrentó la tripulación, es que al establecer contacto con la empresa proveedora contratada por la Sedena para suministrar el abastecimiento de combustible, le fue negado por el representante de la empresa, recordando que únicamente habían acordado proveer el hidrocarburo por una sola vez.
A las 4:00 horas de la tarde México finalmente obtuvo la autorización para volar al aeropuerto de Chimoré, en Cochabamba, Bolivia, y aterrizaron en una base militar que fue de los Estados Unidos. Según la narración, los tres militares se miraron y dijeron: “hagamos lo mejor que podamos para que todo salga bien”.
Cuarenta y cinco minutos después, lograron localizar en el aeropuerto a Evo Morales, quien estaba acompañado por otras dos personas, el vicepresidente Álvaro García Linera y la ministra de Salud Gabriela Montaño.
“Un grupo de tres personas armadas, portando el uniforme del ejército boliviano, se dirigieron desde el extremo norte de la plataforma hacia la aeronave, encontrándose con el piloto ordenándole levantar los brazos, diciéndole que bajarían a Evo Morales de su avión, en ese momento, otro de los individuos se le aproximó por detrás y lo golpeó en la espalda baja con la culata de un arma larga tipo Garand, por lo que el piloto giró hacia la izquierda para enfrentarlo.
“Ante esa situación, el general se dirigió hacia quien le apuntaba diciéndole en tono sereno pero firme: joven soldado, los valientes no asesinan, a lo cual el soldado bajó su mirada y apuntó hacia el suelo el cañón de su arma, apartándose unos pasos hacia atrás; pasado el momento de tensión, en absoluto silencio y sin ninguna interferencia, el piloto caminó hacia el avión”.
El piloto mexicano increpó al grupo de personas señalando sus insignias, mencionando su jerarquía e indicando que, además de encontrarse desarmado, no tenía ninguna intención hostil en su contra y explicándoles que la aeronave a su mando, a pesar de ser militar, no portaba armamento.
Finalmente pudieron despegar de Bolivia, pero del lado izquierdo de la cabina de mando y cuando casi alcanzaban mil quinientos pies sobre el terreno, vieron una traza luminosa similar a un cohete. Todo parecía indicar que venía desde las inmediaciones del Aeropuerto de Cochabamba.
Evo Morales llegó a México ese día como asilado político y permaneció hasta diciembre de ese año.
AMP