El telón se abrió frente a los padres de familia que, como cientos por estas fechas, son convocados al final del curso escolar. “Clase 2018” se leía en el escenario que dio lugar a la presentación de los alumnos de una escuela muy especial: el Instituto de Capacitación para el Niño Ciego y Sordo. El festival, realizado ayer, tuvo especial dedicatoria a Luis y Valeria, egresados de sexto de primaria que tras el verano ya no regresarán a esta academia pues están listos para acudir a una secundaria regular y enfrentar el mundo como el que más.
Luis y Valeria son sordos. Sin embargo, cuando las notas de ‘Perfect’ sonaron, los niños siguieron el ritmo de la pieza elegida para su baile de graduados. “Dancing in the dark”, entonaba Ed Sheeran. Una interpretación popular entre los adolescentes. Con implante coclear y un programa de terapias ellos lograron lo que parecía imposible: escuchar. Aprendieron a hablar también con su propia voz, dejando el lenguaje de señas y la lectura de labios que les sirvió en sus primeros años.
Luis Gerardo López, contó que fueron 9 años los que su hijo Luis pasó en este Instituto, desde el preescolar. Su esposa dejó escapar lágrimas conmovida al verlo bailar su ‘vals’. Dijo que siendo bebé el niño perdió la audición, aparentemente por los medicamentos prescritos. Padecía infecciones recurrentes y se le diagnoticó hipoacusia bilateral profunda.
El Instituto apoyó la realización del implante coclear cuando Luis cumplió siete años. Luego debió aprender a oír y a hablar. Ahora irá a una secundaria pública.
“Tenemos alumnos de más de 50 años de edad. Todos titulados y ninguno se dedica a la mendicidad”, afirmó contundente Guadalupe Saborío Ulloa, directora general de este Instituto y fundadora de la terapia de oralidad, el primer programa que hubo en el país para enseñar a hablar a niños sordos. A esa labor se dedica desde 1955. El Instituto fue iniciado por su madre, doña Lupita Ulloa, en la calle Pedro Loza hace 76 años.
El Instituto de Capacitación para el Niño Ciego y Sordo atiende a menores de edad, y su academia no solo se precia de ser la segunda que se creó en todo el país, sino ser el semillero de otras escuelas especializadas en la atención de estas discapacidades, recibiendo a pequeños desde un año de edad y hasta que concluyan su primaria.
Guadalupe Saborío agradeció a los bienhechores, a los papás y mamás, a las maestras y el personal administrativo y de intendencia, porque todos se vuelven uno para lograr que los niños se superen día a día.
“El sordo puede hablar también… pero necesitamos el apoyo de los padres”, recalcó la directora.
Luego habló Ana Margarita, quien compartió su experiencia. Una niña sorda, quien fue alumna de este Instituto durante quince años. Ella cursó la licenciatura de Administración, y se casó hace cuatro años. Ahora dirige su pastelería y espera su primer bebé.
El festival
El festival de fin de cursos tuvo como invitado especial al presidente municipal de Guadalajara, Enrique Ibarra Pedroza, quien atestiguó junto al resto de los papás y mamás, el esfuerzo de los pequeños que participaron en los diferentes números de canto y baile, dando ejemplo de los programas de rehabilitación que tienen los niños y niñas que son ciegos o sordos.
Las notas de piano acompañaron a un pequeño de seis años que cantó La Rata Vieja articulando sus primeras palabras. El objetivo de la rehabilitación es que los niños desarrollen el lenguaje oral, porque la cirugía de implante coclear es solo el principio del camino.
La maestra María de los Ángeles demostró como dos alumnos sordos, recién implantados, logran seguir una conversación sencilla sin leer los labios. Ella se colocó detrás de Daniela, de 11 años de edad y medio año de haber sido implantada, y le hizo preguntas. La niña contó que cursa el cuarto de primaria, que le gustan las tortas ahogadas y los tacos al vapor de papa. Fernando de nueve años, contó que estudia baile y canto y que en abril pasado viajó a la Ciudad de México para ir al Hospital General.
Hubo muestra de rondas con las vocales, para los pequeños que apenas comienzan a articular palabras y bailes folclóricos de Veracruz que pusieron la nota alegre. “La educación en el ritmo favorece a los niños con discapacidad, tanto auditiva como visual”, es el mensaje.
El festival cerró con el coro de niños sordos, que es único en el país. Ellos interpretaron Amigos por Siempre, en agradecimiento a todas las personas que acompañan sus pasos hacia un objetivo: la plena autonomía. Un sueño posible.
SRN