Óscar y Saúl: vivir entre el hambre, chivas y las ganas de estudiar

El gobierno de NL no ha definido un regreso a las aulas, a pesar de las protestas de padres de familia; mientras, lejos de la mancha urbana y sus “facilidades”, en Doctor Arroyo, Óscar y Saúl caminan por veredas pedregosas para tomar clases en un sa

El regreso a clases presenciales se ha enfrentado al miedo de contagio en la comunidad. (Cuartoscuro)
Kevin Recio
Doctor Arroyo /

Mientras que el gobierno de Nuevo León se encuentra en medio de la polémica por la falta de acciones para un regreso a clases presenciales en escuelas públicas de cara al próximo ciclo escolar, a 358 kilómetros al sur de Monterrey, en un cuarto levantado con piedra caliche, Óscar y Saúl, habitantes de la Presa de Quintero, una de las comunidades más pobres del municipio de Doctor Arroyo, se preparan para forjarse como policías, militares, maestros o quizá doctores.

MILENIO se desplazó al sur de la entidad y pudo platicar con Óscar y Saúl durante su trayecto a la escuela: ellos despiertan todos los días a las 07:00, se visten, en ocasiones desayunan y se ponen sus botas llenas de tierra para caminar sobre rocas durante 10 minutos, que es el tiempo que tardan en recorrer a un cuarto de piedras, el cual usan como un aula multicolor alumbrada por la luz del día.

Asesorados por Josué Francisco Vázquez Aguirre, uno de los 650 profesores que el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) tiene en Nuevo León, los infantes arriban a la escuela a las 08:00, con una libreta reciclada; su primera clase es de matemáticas.

El par de chicos, amigos desde la primaria, cursa el segundo grado de secundaria en una de las 700 aulas que el Conafe tiene en la entidad; en sus libretas desfilan materias como la comprensión lectora, el inglés y el mundo de las matemáticas, con las tablas de multiplicar.

La historia de Óscar e Ismael es solo una de los 4 mil niños y jóvenes que hay en las comunidades más marginadas de Nuevo León; los profesores, en su mayoría jóvenes, son los encargados de combatir el analfabetismo con más de 200 ejercicios didácticos para los niños.

El hambre

Así como en la gran área metropolitana, cuando suena el timbre para los recreos abundan las tortas, los tacos de harina y las golosinas, en Presa de Quintero, Óscar y Saúl no corren con esa suerte los dos días que van a clase.

Para no pensar en la comida que no pueden conseguir, los dos estudiantes juegan una cascarita en una cancha techada, rodeada de chivas y perros, ubicada en el cerro.

“En veces (sic) me levanto como a las 7, hago algo en mi casa y si no hay nada que hacer me voy a la secundaria caminando. Lo que nos enseñan son las ciencias naturales. Me gusta escribir, hacer sumas y me sé las tablas del 2 al 10”, relata Óscar al interior de su aula de piedra.

Al salir de la escuela, los jóvenes corren a su casa, pues su deber es cuidar y pastorear chivas, las cuales tienen que llevar a la cercana comunidad de Ojo de Agua, en compañía de un perro sin nombre.

El maestro

El profesor Josué Francisco Vázquez Aguirre, el Líder para la Educación Comunitaria (nombre que reciben los docentes del programa y que laboran como servicio social) que trabaja en esta región, habita en la cabecera municipal de Doctor Arroyo.

Despierta de lunes a viernes a las 05:00, sale de casa a las 06:30 y toma su bicicleta para agarrar carretera durante una hora y otros 35 minutos sobre el polvo y rocas, todo esto con el objetivo de poder darle clases a Óscar y Saúl, aunque su grupo lo completan otros 5 menores de edad, para un total de 7 niños.

“Vale la pena porque saco muchos beneficios, imparto mis clases a cada uno de mis 7 alumnos, busco la manera de que las adversidades no sean un obstáculo porque me esfuerzo cada día”, dijo Vázquez Aguirre en entrevista. _

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