Entre 2015 y 2020 el gobierno federal ha destinado menos de 1 por ciento de los recursos totales para educación básica en programas que mejoren la calidad de la enseñanza en primarias y secundarias del país, mientras que para el pago de la nómina magisterial y gastos de operación de escuelas ha canalizado 77 por ciento del presupuesto.
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Un estudio del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados señala que para impulsar el nivel educativo es imprescindible canalizar recursos a proyectos que mejoren los métodos de enseñanza y sirvan para adquirir insumos esenciales que enriquezcan el aprendizaje.
El informe titulado Presupuesto en Educación Básica 2015-2020 y Resultados de México en la Prueba PISA 2018 explica que los esfuerzos de la Federación para elevar el nivel de colegios públicos son insuficientes y por tal motivo “es importante invertir en capacitación de docentes, puesto que son quienes transmiten el conocimiento a alumnos, y encaminar políticas que incidan en elevar la calidad de estudiantes”.
Actualmente solo existen cinco Programas presupuestarios (Pps) que se vinculan con el mejoramiento de capacidades educativas que engloban la producción y distribución de libros de texto, la enseñanza de inglés en escuelas, diseños de políticas públicas y proyectos de actualización docente. Sin embargo, estas partidas no reciben ni siquiera uno por ciento de los recursos aprobados para el nivel básico.
En cambio, la mayoría de los recursos públicos se ubican en el Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y Gasto Operativo (Fone) en tres partidas diferentes (Servicios Personales, Gastos de Operación y Gasto Corriente) que concentran 77 por ciento del presupuesto.
Además, el programa presupuestario denominado “Servicios de Educación Básica en Ciudad de México” acapara 8 por ciento del presupuesto para la enseñanza básica. Los recursos se destinan al pago de servicios profesionales, científicos y técnicos integrales, servicio de energía eléctrica, estímulos al personal operativo, servicios de conducción de señales analógicas y digitales y al mantenimiento y conservación de bienes informáticos.
Aunado a la disparidad en el destino de dinero público, en los pasados cinco años el presupuesto en educación básica como porcentaje del PIB registró una tendencia a la baja, al pasar de 2.3 a 1.9 por ciento, mientras el recurso total destinado a la educación, usando el mismo indicador, pasó de 3.7 a 3.0 por ciento del PIB.
El estudio explica que “tal proporción, comparada con el promedio de más de 5 por ciento del PIB que países miembros de la OCDE destinan a la enseñanza, resulta bajo”, ya que México asigna dos puntos porcentuales menos que la media de esos países.
Para el mismo periodo, el Gasto en Educación tuvo una tasa de variación promedio de -1.9 por ciento en términos reales, aunque en términos nominales el presupuesto acumuló un aumento absoluto de 107 mil 9.1 millones de pesos, al pasar de 677 mil 606.2 millones de pesos a 784 mil 615.3 entre 2015 y 2020.
Respecto a la matrícula educativa, también disminuyó 4.1 por ciento del ciclo escolar 2014-2015 al ciclo 2018-2019. En este último año se registraron 22.6 millones de alumnos inscritos en instituciones públicas del nivel básico, de los cuales 0.5 por ciento está en educación inicial, 17.8 por ciento en preescolar, 55.8 por ciento en primaria y 26.0 por ciento en secundaria.
Al comparar el presupuesto para Educación Básica de 2019 con la matrícula de instituciones públicas de ese nivel educativo, el gasto per cápita es de 21 mil 508 pesos por alumno, es decir, 59 pesos diarios, cifras que respecto a 2015 representan un decremento de 1.3 por ciento en términos reales.
La falta de inversión en la materia propició un desempeño deficiente de alumnos mexicanos en la prueba PISA 2018 al obtener resultados por debajo de la media internacional. La puntuación en lectura fue de 420, en matemáticas 409 y en ciencias 419 puntos.