Del derrumbe de la Iglesia de la Santa Cruz a asesinatos: las tragedias que enlutaron a los fieles en México

El círculo religioso volvió a unir sus oraciones por los 11 muertos que dejó el derrumbe del techo de la iglesia de Santa Cruz, en Tamaulipas.

Tragedias en las iglesias
Alejandra Sigala
Ciudad de México /

Josefina pensó que no volvería a ver a su familia. Su consuegra y ‘su compadre’ la rescataron de los escombros de aquel derrumbe de la iglesia de Santa Cruz, en Ciudad Madero, Tamaulipas, que dejó a decenas de personas atrapadas; entre ellas, su ahijada, una de las niñas que esperaba por ser bautizada en la tarde del 1 de octubre.

Corrían las 14:30 horas cuando una nube de polvo cegó la vista de automovilistas y transeúntes en el cruce de las calles de Nuevo León y Chihuahua. El techo de la parroquia — una de las más concurridas de la zona — había colapsado durante la misa de un bautizo colectivo.

Testigos intentaron auxiliar a feligreses que lograron salir. Rescatistas y paramédicos arribaron minutos después para las jornadas de búsqueda y rescate que, al cierre de esta edición, han reportado 11 personas muertas (tres menores de edad), 60 lesionadas y 23 más hospitalizadas (dos graves).

El país se condolió por la tragedia que afectó a familias completas. Creyentes, sacerdotes, obispos y arquidiócesis enviaron oraciones por los afectados de la desgracia que, una vez más, viste de luto al círculo religioso de México: “Buscaron el cielo para sus pequeños y encontraron la eternidad”.

Sin tiempo de huir

Un estruendo como el de Ciudad Madero antecedió también la muerte de una familia completa en Atzala, Puebla. Esto ocurrió hace cinco años, cuando México fue azotado por el sismo del 19 de septiembre de 2017.

El templo de Santiago Apóstol quedó como un cascarón aquel martes. Detrás de su fachada pereció el techo y las paredes que en esa tarde habían recibido al matrimonio de Ismael Torres y Manuela para el bautizo de su pequeña Elideth.

Las campanas de la parroquia anunciaban el inicio de la misa. La señora María y su hija Rocío, vecinas de Ismael y Manuela, acataron el llamado, ingresaron al inmueble y aguardaron por la entrada del padre. En eso, la tierra comenzó a moverse y con ella todo el interior de la iglesia.

“Agarré a mi hija, cerré los ojos y sólo sentí que el techo se nos vino encima”, recordó María sobre el derrumbe que dejó a 12 personas muertas y sólo cinco sobrevivientes (incluyéndolas). La docena de víctimas mortales eran de la familia Torres.

Ismael fue el único de los Torres que sobrevivió al derrumbe del 19/s. Los cuerpos de su esposa, la pequeña Elideth, su hija mayor, los padrinos y otros familiares se encontraron horas después a medio camino del acceso principal del templo, pues los escombros terminaron con su vida en un intento por huir del lugar.

El padre de Elideth abandonó Atzala, pueblo que habitó por más de tres décadas a fin de olvidar aquel sismo que le quitó a su familia y lo dejó con afectaciones en su columna.

En Atzala se detuvo el tiempo tras el sismo de 2017; el templo sigue destruido | Andrés Lobato

Cuando la violencia quebrantó a la fe

Los llamados de paz del círculo religioso se tornaron en exigencias por justicia tras el asesinato de dos sacerdotes jesuitas en la comunidad tarahumara de Cerocahui, en Chihuahua.

El homicidio de Javier Campos Morales y Joaquín César Mora llegó hasta el Vaticano, donde el Papa Francisco condenó el crimen contra los clérigos que murieron a manos de un grupo armado el 20 de junio del 2022.

Autoridades hallaron los cuerpos de Javier y Joaquín unos días después de ser asesinados y sustraídos de la pequeña ermita en donde pretendían resguardar a un guía de turistas, también ejecutado, que el comando perseguía.

Los crímenes se atribuyeron a José Noriel Portillo Gil, alias El Chueco, líder de Gente Nueva y de quien no se supo más de él hasta marzo del 2023 por el hallazgo de su cadáver en la sierra de Choix, en Sinaloa, con un disparo en la cabeza, sangre seca y rigor mortis (rigidez muscular). Hecho que la iglesia consideró como “un fracaso del estado mexicano”:

“Les dejaron el cuerpo. (...) Esto no es un triunfo de la justicia y nadie se puede colgar la medallita, ni el Estado ni la federación, de que lograron su objetivo”, opinó el sacerdote Javier Ávila.
Dos padres jesuitas fueron asesinados hace un año en Cerocahui, Chihuahua. | Archivo Cuartoscuro

La muerte de El Chueco cerró el caso de los sacerdotes jesuitas, pero no disminuyó la violencia en la región. “No es un ‘ya lo palomeamos, respiramos tranquilos y volteamos la página’, para nada”, aseveró Ávila para MILENIO Televisión.

Meses después del ‘carpetazo’, sujetos armados rafaguearon una iglesia en la comunidad de Santa Anita, en Guachochi. Esto, como resultado de un enfrentamiento entre grupos criminales que también dejó a una persona asesinada al exterior del templo.

Las paredes de la iglesia reflejaron la intensidad de dicha disputa: la fachada e interiores quedaron con decenas de agujeros por los impactos de bala; había cientos de casquillos percutidos de calibre 7.62 por 39 milímetros regados por la zona, y se halló un cuerpo decapitado cerca del lugar.

El padre Ávila condenó el ataque y negó sentir miedo por el ataque: “Si es un mensaje, no es un mensaje que a nosotros, francamente, nos asusta”, enfatizó.


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