El principal paso fronterizo entre Serbia y Kosovo se reabrió este jueves, tras las tensiones de los últimos días que causaron alarma internacional por la peor crisis en la región en los últimos años.
Tras el desmantelamiento de una barricada en el lado serbio, la policía de Kosovo confirmó "la vuelta a la normalidad" y la reapertura del paso fronterizo de Merdare, principal punto de comunicación terrestre con Serbia, cerrado desde la víspera.
Imágenes de la televisión estatal serbia RTS mostraron filas de vehículos y camiones del lado serbio. Según RTS, Serbia levantó el lunes por la noche el estado de alerta reforzado que había impuesto a sus tropas.
Después de un llamamiento a la calma por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, el presidente serbio, Aleksandar Vucic, anunció el miércoles por la noche que la minoría serbia de Kosovo desmantelaría las barricadas instaladas desde hacía casi tres semanas.
"Se retirarán las barricadas, pero la desconfianza permanece", dijo Vucic durante una reunión con representantes de los serbios de Kosovo cerca de la frontera con Kosovo, según RTS.
El jueves por la mañana, la situación en el norte de Kosovo era de calma, y se veían patrullas de las fuerzas internacionales de mantenimiento de la paz, según un corresponsal de la AFP.
En Mitrovica, dos camiones utilizados para bloquear un puente fueron quemados durante la noche. Se desconoce la causa del incendio.
En Rudare, cerca de Mitrovica, una docena de manifestantes se mantenían frente a una barricada y expresaron su descontento a la idea de retirarla.
"No tiene sentido, hemos luchado por unos derechos que no se han conseguido, nos sentimos traicionados", declaró a la AFP uno de ellos, de 25 años, que no quiso dar su nombre.
"¿Para qué hemos venido a las barricadas si todo va a acabar así?", dijo otro manifestante, de 38 años, que también pidió el anonimato.
Circulación bloqueada
Cientos de serbios levantaron desde el 10 de diciembre barricadas en el norte de Kosovo para protestar por la detención de un ex policía serbio, acusado de implicación en ataques contra policías albanokosovares.
El miércoles, un tribunal de Pristina ordenó la liberación de este antiguo agente, Dejan Pantic, y su puesta en residencia vigilada.
La primera ministra serbia, Ana Brnabic, describió la semana pasada la situación en la región como "al borde de un conflicto armado".
La policía de Kosovo y las fuerzas internacionales de mantenimiento de la paz sufrieron varios ataques con armas de fuego.
Kosovo declaró unilateralmente su independencia de Serbia en 2008, una década después de una guerra entre fuerzas serbias y rebeldes albaneses.
Belgrado no reconoce la independencia de la que fuera su provincia meridional, habitada en su mayoría por albaneses. Y ha animado a la minoría serbia de Kosovo, compuesta de unas 120 mil personas y concentrada en el norte del territorio, a desafiar a las autoridades de la capital, Pristina.
A principios de noviembre, cientos de policías serbios integrados en la policía de Kosovo, así como jueces, fiscales y otros funcionarios, abandonaron en masa sus puestos para protestar contra una decisión de Pristina, ahora suspendida, de prohibir a los serbios residentes en Kosovo el uso de matrículas expedidas en Serbia.
Según el analista político serbio Aleksandar Popov, la tensión es tan alta en Kosovo que "sólo haría falta una bala perdida" para cambiar el rumbo de la situación. No obstante, describió la última crisis como un "conflicto controlado" y un tira y afloja entre Belgrado y Pristina por el control del norte.
Estados Unidos y la Unión Europea llamaron conjuntamente este miércoles a una "desescalada sin condiciones".
Por su lado, Rusia reafirmó su apoyo a Belgrado.
MBG