A seis meses del asesinato de los misioneros Javier Campos y Joaquín Mora, feligreses jesuitas programaron ceremonias en su memoria. Una se llevó a cabo en la Parroquia de San Francisco Javier en Cerocahui, Chihuahua, poblado donde acontecieron los crímenes en los que también murió el guía de turistas Pedro Palma, y otra en la Parroquia de la Sagrada Familia, en CdMx.
En homilía de la misa que se llevó a cabo en Ciudad de México, el padre reconoció la unión y solidaridad que se dio entre los pobladores a raíz de los hechos y afirmó que en estas acciones está la presencia de Dios, “que hace surgir fuerza a partir del dolor”.
Hasta el momento José Noriel Portillo Gil, alias El Chueco, a quien se le atribuye la masacre, se encuentra prófugo.
El sacerdote remarcó que la justicia se encuentra entre la indignación y la fuerza que han tomado los fieles a raíz de los sucesos, con lo cual invitó a construir caminos de paz, pese a la complejidad de la violencia y los intereses de las instituciones.
Asimismo, el religioso aseveró que los asesinatos de sus hermanos se suman a tantos más que ocurren en el país. “Se calcula que son 90 diarios, uno lee el periódico y hoy aparecen asesinatos en Jalisco, en Zacatecas y Chihuahua”, lamentó.