A 502 años de existir la figura de regidor, hoy el reto es democratizarla para que el electorado también participe en su designación y se le pueda llamar a cuentas, considera el historiador tampiqueño Roberto Guzmán Quintero.
Un edil es parte esencial de un ayuntamiento; su función es participar en las decisiones que se toman de forma colegiada durante las sesiones de cabildo, involucrándose en las tareas propias de la administración del municipio a través de una comisión.
De acuerdo con el investigador, el ayuntamiento en México nace en la llamada Villa Rica de la Vera Cruz el 22 de abril de 1519, modelo de administración de una ciudad, impuesto por los conquistadores españoles al mando de Hernán Cortés con el fin de organizar a las comunidades.
Fue el primero en América y ya para julio siguiente se consolida como cuerpo político integrado por un alcalde y varios regidores encargados de hacer cumplir las normas de servicios, solucionar los problemas comunes, supervisar el ramo de la administración, la aplicación de los recursos y el orden.
“La estructura en su esencia se ha conservado a través de los siglos con altibajos, según las circunstancias históricas de cada región y por los acontecimientos armados, pero siempre conservando el poder político y sobre los bienes comunes”.
Precisa que en México se regula desde la Constitución general en su artículo 115 la forma en que se constituye electoralmente un municipio, declarándolo libre y como el ente más próximo a los habitantes.
“Responsabiliza a los gobiernos locales de los servicios de agua, alumbrado, limpia, mercados, panteones, rastro, calles y parques, seguridad pública y demás que establezca la legislación local, partiendo de su Constitución y de una ley municipal”.
Cada uno de los servicios consignados deben quedar bajo la responsabilidad de los regidores.
Situación en México
En opinión del escritor, la institución de la regiduría se ha ido desvirtuando en el país, no adquiriendo respetabilidad y prestigio.
“La causa está en que la legislación es vaga y ambigua en cuanto a las obligaciones y responsabilidades. Pide, por ejemplo, cumplir y hacer cumplir la ley, supervisar la administración del ramo que le fue comisionado, asistir a las sesiones de cabildo y a los eventos cívicos, votar acuerdos”.
Guzmán Quintero considera que el origen y estructura de un cuerpo de regidores no es democrática desde el momento en que no son electos directamente, sino que la elección recae en el candidato a alcalde.
“No hay de hecho difusión del perfil de cada componente de la planilla, para que el elector confirme su voto. Las colonias no intervienen en nombrar a representantes sectoriales”.
Menciona que, por lo general, el regidor surge de una relación de cercanía con los candidatos a alcaldes, por compromisos electorales o presiones de grupos internos, por lo que el reto es democratizarlos.
“Se produce una subordinación psicológica que no responde a una ideología o compromiso partidista. Si a esto se agrega un sueldo desproporcionado, el regidor quedará subyugado moralmente, incapaz de controvertir, objetar o reclamar”.
Se minimiza entonces, afirma, la personalidad de los miembros del cabildo, especialmente la de quienes muestran relativa independencia y capacidad.
Guzmán Quintero refiere que la comunidad en general no está de acuerdo con el sueldo que de vengan los regidores.
“Un alto ingreso para quien no lo ha tenido antes del cargo, se convierte en su mayoría en un agradecido incondicional, capaz de aprobar cualquier asunto que se ponga a votación, aunque no esté de acuerdo o ignore de qué se trata”.
Algo parecido, dice, a lo que sucede con los diputados: votan por consigna y no como producto de un estudio previo, con discusiones y aclaraciones que les permitan vislumbrar las consecuencias.
“Los regidores deben estar al nivel de una sociedad dinámica, económicamente activa, bien informada y con estudios”.
Ello implica, añade, que cada candidato a una regiduría debería pasar por un examen que contenga lo básico en temas constitucionales, finanzas públicas, así como una escolaridad arriba del promedio, agilidad para la oratoria y aprender a comunicarse efectivamente con la comunidad.
En cuanto al número de regidores, la ley establece que va de acuerdo al número de habitantes de cada municipio, llegando hasta 14 de mayoría relativa cuando las ciudades tienen más de 200 mil, como es el caso de Tampico, Madero y Altamira.
A esta cifra se agregan los que ingresan por el sistema de representatividad partidista o plurinominales.
“Es un egreso millonario para una función y responsabilidad que la ley no obliga a rendir cuentas. Ante este panorama, el legislador podría hacer un análisis profundo y poner las bases para que la sociedad intervenga en la propuesta de formar el cuerpo edilicio”.
De otra manera, sostiene el entrevistado, seguirá rigiendo el fantasma del sistema original... de 1519.