En México, 4 de cada 10 niños y adolescentes viven en condiciones de pobreza moderada, y 1 de cada 10 vive en situación de pobreza extrema, de acuerdo con el documento presentado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF).
“En el caso de la población infantil y adolescente mayor de tres años hablantes de lengua indígena (HLI), se observa una alta incidencia de pobreza y carencias sociales. El 79.1 por ciento de esta población tiene al menos tres carencias sociales; de estas, la de mayor presencia es la carencia por acceso a la seguridad social (93.9 por ciento).
“Hay una incidencia mayor de pobreza en NNA que reportan alguna discapacidad (51.4 por ciento) comparado con aquellas que no (45.0 por ciento)”, de acuerdo con el documento “Pobreza infantil y adolescente en México, 2022”, en el cual se analiza la pobreza multidimensional y las carencias sociales en el grupo de menores.
Si bien la pobreza infantil y adolescente mostró una reducción de 2020 a 2022, al reportar una disminución de 6.8 puntos porcentuales, en algunas entidades este impacto no se reflejó.
“Existe una mayor incidencia de pobreza entre niños y adolescentes en las entidades federativas de la región sureste (62.5 por ciento), así como en las localidades rurales del país (56.3 por ciento).
“Entre las características del hogar que reportan mayores niveles de pobreza se encuentran aquellas asociadas al mayor número de integrantes con discapacidad o que haya al menos una persona en el hogar que tenga una discapacidad”
La pobreza en el hogar se reduce al incrementar el número de personas ocupadas, y si la jefatura del hogar tiene entre 40 y 64 años, o cuenta con al menos la secundaria completa.
Pero en la población de 0 a 5 años se ubica en el nivel más alto de carencia por acceso en la mayoría de los derechos sociales; siendo la más alta la carencia por acceso a la seguridad social (59.3 por ciento) y la carencia por acceso a servicios de salud (45.9 por ciento).
Por su parte, los adolescentes de entre 12 y 17 años reportan la menor incidencia de pobreza (42.9 por ciento) dentro del grupo de población de niños y adolescentes.
Una de las carencias sociales con mayor presencia entre los adolescentes (12 a 17 años) es la del rezago educativo (16.1 por ciento). Las razones principales por la que no asisten a la escuela son por falta de interés, aptitud o requisitos para ingresar a esta.
Los datos permiten afirmar que los programas federales de protección social tuvieron un efecto de contención de la pobreza infantil y adolescente en 2022, particularmente en la incidencia de esta y en la pobreza por ingreso.
Sin duda “los programas de protección social federales han contribuido a la reducción de la pobreza en los años recientes; no obstante, la incidencia de la pobreza en niños y adolescentes sigue siendo mayor que para la población adulta.
“Esto invita a que el Estado mexicano, en sus diferentes niveles, promueva acciones integrales bajo el principio de equidad con el objetivo de mejorar los niveles de bienestar de este grupo de la población.
“Es importante reconocer que los programas de protección social actuales han generado una reducción significativa de la pobreza por ingresos; sin embargo, no han tenido un efecto en las carencias sociales. En particular, las dificultades para acceder a los servicios de salud y a la seguridad social prevalecen y han aumentado; por ello, las políticas encaminadas a la generación de empleos formales son cruciales. De manera adicional es importante seguir expandiendo la protección social, especialmente con foco y prioridad en las poblaciones más vulnerables”.
Los esquemas donde se combinan diversos componentes adicionales a los programas de transferencias suelen tener mejores efectos al generar beneficios adicionales tanto para los individuos como para sus hogares. Se sugiere que las transferencias sean personales y no por hogar, ya que las primeras han mostrado ser más útiles en el combate a la pobreza.
LG