El Partido Republicano encontró una manera de burlar las políticas promigrantes emprendidas por la Casa Blanca, a las que consideran demasiado suaves: gobernadores opositores de todas partes de Estados Unidos han enviado tropas, tanto de policía estatal como de Guardia Nacional, a la frontera con México con la misión de participar en tareas de seguridad.
Alabama, Arkansas, Dakota del Sur, Florida, Idaho, Iowa, Nebraska y Tennessee contribuyen con personal armado para ayudar a las tareas de reforzamiento en la seguridad fronteriza de Texas y Arizona.
La rebelión republicana se empezó a fraguar a inicios de junio, luego de que el día 10 de ese mes los gobernadores Greg Abbott, de Texas, y Doug Ducey, de Arizona, enviaron una carta al resto de los mandatarios estatales pidiendo auxilio para afrontar la crisis migratoria en sus límites con México.
“Les escribimos en relación con nuestro Pacto de Asistencia para el Manejo de Emergencias existente, que permite a nuestros estados ayudarse unos a otros en tiempos de desastre o emergencia. Esas dos palabras describen acertadamente la actual crisis en la frontera sur de Estados Unidos”, argumentan Abbott y Ducey en la carta enviada a los otros 48 gobernadores, entre republicanos y demócratas.
El objetivo es ayudar a estos estados fronterizos a blindar sus bordes al sur ante la ola migratoria que va en aumento desde la llegada de Joe Biden al poder. Desde enero, la nueva administración demócrata busca dar un giro a la crisis que se vive en la frontera con políticas menos punitivas hacia los migrantes que ingresan ilegalmente a su territorio, de los que, incluso, ahora se refiere como “no ciudadanos”.
Los 847 elementos enviados en total a la frontera con México corresponden a los cuerpos de la policía estatal en los casos de Idaho, Iowa, Nebraska y Florida. Mientras que Alabama, Arkansas, Dakota del Sur y Tennessee enviaron elementos de la Guardia Nacional a su cargo. Técnicamente no están facultados para detener migrantes, pero servirán para apuntalar las tareas de seguridad en la zona.
La vicepresidenta estadunidense, Kamala Harris, fue designada por Biden para encargarse personalmente del problema en la frontera. Su plan, hasta ahora, se ha centrado en dotar de asistencia a Guatemala, El Salvador y Honduras, así como el sur de México, para combatir desde la raíz la crisis en el epicentro de la migración hacia Estados Unidos, abatiendo las causas que la originan en primera instancia como la pobreza, la inseguridad y la falta de apoyos gubernamentales para afrontar las consecuencias del paso de desastres naturales.
En cambio, los republicanos, ya sea gobernadores o los que tienen un escaño en el Capitolio, se decantan por reforzar la seguridad en la frontera, e incluso han apoyado la idea de continuar con la construcción del muro emprendido por el ex presidente Donald Trump y retomar su programa insignia en términos migratorios, conocido como “Quédate en México”.
Los gobernadores Abbott y Ducey declararon a sus estados en crisis por el problema migratorio con la intención de acceder a recursos destinados a emergencias y desplegar a más personal para que vigile la frontera con México.
Acusan que por la frontera no solamente entran miles de migrantes en busca del llamado “sueño americano”, sino también drogas ilegales, en especial fentanilo y metanfetamina, a las que se responsabilizan de la actual crisis sanitaria que se vive en Estados Unidos en materia de muertes por sobredosis.
Los gobernadores republicanos que participan en la rebelión migratoria ante la administración Biden-Harris critican duramente las nuevas políticas migratorias y algunos, como Greg Abbott, se han dejado ver en eventos públicos con Donald Trump, que desde ahora lleva a cabo su campaña para regresar a la Casa Blanca.