El Instituto Electoral de Ciudad de México entregó el pasado jueves a los 16 candidatos a alcaldías que resultaron ganadores en la contienda del 6 de junio su constancia de mayoría, entre ellos a Lía Limón, de la alianza Va por México, quien gobernará Álvaro Obregón los siguientes tres años. Por ahora no cabe de contenta: “Hoy dormiré con mi constancia”, dice.
La alcaldesa electa viene de una familia de funcionarios y asegura que eso la ha convertido en una mujer con vocación para servir. Se considera una persona privilegiada y bendecida, que pasa su tiempo libre jugando canasta y haciendo ejercicio. “Hago mucho yoga; bueno, ahora ya me urge retomarlo”.
“Soy una mujer que disfruta la vida, una persona apasionada, entregada, con vocación de servicio y cuando algo me gusta... me dejo ir. Soy de carácter fuerte, bastante fuerte a veces”, confiesa.
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¿Qué la hace sonreír?
Bueno, ahora mismo la entrega de mi constancia. De verdad soy seria, no soy sonriente como mi papá (Miguel Limón Rojas), puedo estar muy alegre y me dicen “sonríe” porque no se me nota; no soy particularmente sonriente, pero la verdad es que estos días se me ha visto sonreír mucho. Este triunfo me sacó muchas sonrisas, la campaña también, estar con la gente, cerca de ella, escucharla y, hay que decirlo: conectar, mover corazones. Sí me gusta, sí lo disfruto.
Cuando deja la política atrás y sale de su oficina, ¿qué le gusta hacer?
En realidad no la dejo, trato de combinar. Practico yoga… aunque llevo tiempo sin hacer, ya me urge, también medito, escucho a Joaquín Sabina y comparto con mis amigas. Jugamos canasta, me encanta jugarlo, tenemos un grupo de canasta, las amo y las adoro.
¿Y son contemporáneas?
Solo hay una del grupo que es más grande, o sea, el grupo va desde la más chica, que ha de tener como 32, a la más grande, como de 65 años. Disfruto la vida, que además me dio unos padres maravillosos, también disfruto de la naturaleza porque no interviene la mano del hombre y es ahí donde uno entiende la grandeza de Dios.
¿Cómo sobrellevó el confinamiento por la pandemia?
Bien, primero agradecida con la vida porque fui muy bendecida; sé que mucha gente la pasó muy mal en diversos aspectos, yo no. Gracias a Dios tengo las herramientas para estar bien, nunca me deprimí en la pandemia, hice mucho ejercicio, adoro la lectura, disfrutaba trabajar desde mi casa con temas que además me agradan, entre ellos temas de género, a mí me gusta mucho la agenda de género. Tuve muchas oportunidades de convivir con mi familia, con mi papá y con su esposa, también con mi mamá, ya que igual juega canasta. También pensando en mucha gente que no está en mi circunstancia, hay mucha gente que perdió el empleo y mucha que perdió la posibilidad de recibir un ingreso; mucha gente que por falta de apoyos no pudo sobrellevar el contagio de covid-19, eso a uno lo hace valorar lo que sí tiene.
Siendo hiperactiva, ¿qué la salvó en la pandemia?
Soy hiperactiva, pero también he aprendido a trabajar en la vida, he aprendido a tener quietud, la meditación me ayuda mucho, para mí es una herramienta fundamental que ha cambiado mi vida. Ver todos los días lo que sí tienes y agradecer, porque soy, insisto, muy bendecida. Tengo que decirlo, sé que hay gente que la pasó de veras mal, no es mi caso, afortunadamente. Mi papá tuvo covid y su esposa también; igual uno de mis hermanos y mis tres cuñadas, pero gracias a Dios todos pudieron salir adelante. Mi mamá no ha tenido, es una época en la que, creo, hay que apreciar la salud, es un virus que nos agarró parejo y donde gente que conocemos se iba yendo de este plano: eso te lleva a agradecer que tú no y tampoco los tuyos más cercanos.
Entiendo que le gusta ayudar.
Hice mi servicio, hace muchos años, con niños de la calle y luego siempre tuve cercanía a temas sociales, tuve la infinita maravilla de echar andar el tema de las estancias infantiles y creo que ese ha sido el momento más bonito para mí, que mujeres llegaron a decirme “gracias”. Este programa me cambió la vida, era un momento en el que decía “uno con esto ya se puede ir tranquila”. Siempre me ha gustado hacer cosas de ese tipo porque creo que es una de las maneras de regresarle a la vida un poquito de lo mucho que recibes.
¿Cómo llega a la política?
Mi papá fue servidor público siempre, ahora lo hace desde otro lado, preside la Fundación para las Letras Mexicanas, entonces yo desde muy chica lo vi siendo servidor público, como director del Instituto Nacional Indigenista y también secretario de Educación, pero el trabajo que más lo ha marcado fue el del indigenista. Me acuerdo que éramos muy chicos, estábamos en la primaria, un día mi papá llegó y mi hermano y yo nos estábamos peleando por el teléfono y nos dijo: “Vengo de poner agua potable en una comunidad indígena y ustedes están peleando por el teléfono, no han entendido nada”. Son historias que me marcaron la vida, con las que crecí. Pasé una Semana Santa con el pueblo cora, fui con él a comunidades y pues ahí crecí, con un hombre que entiende el servicio público como una oportunidad de dar.