El caso de 11 mujeres que acusaron tortura sexual durante un operativo policial en Texcoco y San Salvador Atenco en 2006 llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con el fin de pedir al gobierno mexicano medidas para la reparación del daño, entre ellas la construcción de un espacio para que no se olvide el caso.
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Hoy rindieron su declaración cinco mujeres, quienes narraron su detención, el trato que les dio la policía y su estancia en prisión. Esto fue lo que dijeron:
>>>Angélica Patricia Torre Linares
Angélica escuchó a lo lejos el sonido de las botas de los policías, vio como entraron al pueblo y “a la gente que veían ahí las agarraban y entre 5, 6, 10 policías se le aventaban, los empezaban a golpear, a dar patadas”.
Al ver eso, corrió, se metió a una casa, donde otras personas se habían escondido y “yo escuchaba desde afuera muchas botas, gritos”.
Un grupo de policías entró a la casa donde se escondía y “nos dieron la instrucción de pegarnos a la pared, de arrodillarnos con las manos en la nuca”. Dijo que preguntaron a uno por uno su nombre, su dirección, a qué se dedicaban, qué hacían en el pueblo.
Un policía le preguntó que porque los veía, “que después de todos modos me iban a violar”. Le dijeron que “qué hacía ahí, que las mujeres sólo servimos para hacer tortillas, que yo debía estar en mi casa y que eso me pasaba por no estar en mi casa”.
Una vez en la cárcel, “un policía me agarró del pantalón, donde se pone el cinturón, me jaló, me puso contra la pared y metió su mano en mi vagina y ahí estuvimos y me siguió pateando”.
Dijo que se le acercó “alguien de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, yo le dije que me habían metido la mano, le pregunté si eso era violación y él me dijo que no”.
>>>Barbará Italia Méndez Moreno
Cuando comenzó el operativo, Barbará se escondió en una casa. Los policías rompieron la puerta y le dijeron que estaba detenida “me pusieron contra la pared, me hincaron y pusieron mis manos sobre la nuca, comenzaron a golpearme”.
La subieron a un autobús, donde había una pila de personas golpeadas y se percibía un fuerte olor a sangre, fue colocada sobre esa pila de personas y después la llevaron arrastrando hasta el último asiento del autobús, "en ese lugar comenzó lo que para mí representa el infierno”.
“Arrancaron mi ropa interior, mi brasier, mi pantaleta, sumamente violento, comenzaron los golpes, los apretones en los senos, la succión con la boca en diferentes partes de mi cuerpo, alguien gritó haciendo un llamado que vinieran a probar, ‘vengan a calar a esta puta’, mientras introducían los dedos en mi vagina”, narró.
Aseguró que la golpearon con toletes y le dijeron que la iban a matar, que la gente estaba muriendo y la tiraban en el camión.
Bárbara dijo que en el penal pidió atención médica porque la habían violado. “Fue muy doloroso ver cómo los médicos legistas se burlaban de mi dolor y de mi llanto y me decían que me aguantara”.
Agregó que el Ministerio Público no la dejó declarar y la obligó a firmar un documento donde ella renunciaba a su derecho a rendir testimonio.
>>>Claudia Hernández Martínez
Cuando Claudia llegó a San Salvador Atenco vio camiones de granaderos y policías arrojando gases lacrimógenos. Ella corrió, pero los policías la alcanzaron “me pusieron las manos hacia atrás, me cubrieron el rostro con la misma ropa y me comenzaron a golpear”.
Relató que la llevaron al patio de una casa, donde había más gente detenida y golpeada, “mientras nos contaban nos golpeaban”.
“Me empezaron a golpear y después de que me golpearon me pusieron contra la pared, me amenazaban de muerte, me golpeaban, cada vez que podían me estrellaban la cabeza contra la pared, con los pies me golpeaban las rodillas para que abriera las piernas y me hicieron tocamientos en el cuerpo, en el pecho, en los glúteos”, dijo.
Relató que fue llevada a prisión en un camión lleno de personas, donde había personas que se quejaban de que no podía respirar y había otras personas inconscientes. “Me aventaron, se subieron sobre mí para aplastarnos más, de hecho yo que estaba hasta arriba ya no podía respirar”, afirmó.
Un policía le preguntó de dónde era, Claudia respondió que de Tepito. “Miren esta perra es de Tepito, hay que darle una calentadita”, gritó el uniformado.
“Me empezaron a cachetear, me sacudían la cabeza y después llegaron otros policías me vieron ahí agachada y dijeron: ‘a esta perra hay que hacerle calzón chino’".
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“Empezaron a jalarme de mi pantaleta y al darse cuenta que estaba en mis días le gritó a otros policías: ‘hay que ensuciar más a esta perra’. Me bajaron el pantalón, la pantaleta e introdujeron sus dedos en mi vagina, yo sólo quería sobrevivir y aguantar”, narró.
>>>Norma Jiménez Osorio
Norma dijo que al ser detenida fue golpeada. “Siento que alguien me golpea con un objeto duro, un tolete, me golpean en la cabeza y luego en la espalda”, afirmó.
Contó que la subieron a un autobús, donde “varios policías, no sé exactamente cuántos, estoy segura que eran más de tres, me atacan todos al mismo tiempo, me arrancan el pantalón, se me echan encima, comienza a tocarme, a meter sus manos debajo de mi blusa, debajo de mi ropa interior”.
“Me muerden, me muerden la cara, me muerden los brazos, me levantan el suéter para que sólo me cubra los ojos, me muerden los labios, me penetran con sus dedos en la vagina, tomaban turnos para hacerlo y después de que terminaron invitaron a otros más que estaban debajo y volvieron a hacerlo”, agregó.
>>> Suhelen Gabriela Cuevas Jaramillo
En 2006 Suhelen estudiaba Comunicación y Periodismo en la Ciudad de México, acudió a Atenco para entrevistar a manifestantes y autoridades para una nota que se publicaría en el periódico de su universidad, pero la intervención de fuerzas de seguridad convirtieron su cobertura en una lucha para salir de la prisión en la que fue recluida por más de un año acusada de secuestro.
“Estaba esperando entrevista para saber cuál era la situación, pero los policías llegaron con violencia, se escucharon balazos y no se me permitió acercarme”, narró.
Ante la presencia policiaca y las agresiones que observó, la joven corrió para resguardarse en una casa: “No perdonaban nada, ancianos, perros, periodistas, de hecho, cuando supieron que yo era periodista se ensañaron más conmigo y con las cosas que traía”, dijo.
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Los uniformados ingresaron con violencia a la casa en la que ella y otras personas se encontraban, los golpearon, los colocaron boca abajo y les pegaron con las armas. Los hombres, que vestían uniforme gris con azul, golpearon la entrepierna de la mujer, le bajaron los pantalones, le rompieron el brasier y en múltiples ocasiones le penetraron la vagina con los dedos y le pellizcaron los senos.
Luego los trasladaron en un autobús, en el que apilaban a las personas. Ella fue colocada sobre unas seis personas y debajo de otras tantas. La presión le causaba dificultad para respirar y le hizo perder el conocimiento por algunos momentos.
Después de ingresar al penal, Suhelen presentó un sangrado vaginal atípico que atribuyó a las violaciones sufridas, pero las autoridades no le brindaron atención médica.
JAS/nerc