A dos años de la tragedia, sin memorial ni proyectos sociales para Tlahuelilpan

Varias familias perdieron a uno o más integrantes, y acuden a la zona de la explosión del 18 de enero de 2019 para depositar alguna flor o dejar una veladora, pero por la pandemia las visitas han disminuido

El sitio de la tragedia. (Francisco Villeda)
Francisco Villeda
Tlahuelilpan /

Este 18 de enero se cumplirán dos años del incendio en el ducto Tuxpan-Tula, de Petróleos Mexicanos (Pemex), mismo que cruza el ejido San Primitivo, en Tlahuelilpan, siniestro que dejó 137 personas fallecidas.

A dos años de ese desastre, aún no se concreta el memorial propuesto unos días después del incidente que hizo voltear los ojos del mundo hacia Tlahuelilpan, un pequeño municipio hidalguense con una superficie de 28.18 kilómetros cuadrados y una población de 19 mil 389 habitantes hasta el censo de 2015.

En la zona de la explosión se han levantado tumbas y un memo- rial con recursos de los familiares de las víctimas. (Francisco Villeda)

Hoy día la franja, entonces zanja, en donde se registró el incendio luce con algunas pequeñas capillas en memoria de los fallecidos; algunas están terminadas, otras no, y otros fallecidos sólo tienen en el lugar una cruz que recuerda que en ese incidente perdieron la vida. Cada familia de acuerdo a sus posibilidades ha construido su pequeño “memorial”. El gobierno de México compró la franja en donde se instalaron las capillas, pero no hay memorial.

La franja luce desolada, en abandono; de la bandera de México que ondeaba en medio del lugar sólo queda un pedazo de tela verde, rasgada, descolorida, y debajo de ella, recargados en el asta se encuentran los restos de las cedulas en donde fueron impresos los nombres de todos los fallecidos en el incendio, para el acto conmemorativo del primer año del siniestro, aquel acto protocolario al que acudieron autoridades federales y estatales, y en donde además del memorial se anunció una inversión económica para Tlahuelilpan y Tlaxcoapan, como parte de las obras de mejoramiento urbano para recomponer el tejido social. Hoy, ninguna de las dos promesas se ha concretado.

El asta se encuentra rodeada por hierba seca, y a unos metros de ella algunas cruces, de las primeras que fueron colocadas días después de la explosión. Las cruces están junto a dos árboles secos, rodeados también de basura y hierba.

En el sitio priva un ambiente de tristeza, de melancolía, uno que remonta a la noche de aquel viernes 18 de enero de 2019, cuando el fuego cegó tantas vidas, cuyos cuerpos quedaron ahí, en el alfalfar que apenas ese año cumplía su primer ciclo de cultivo.

El sitio de la explosión luce desolador. (Francisco Villeda)

Por momentos ese silencio es interrumpido por los vehículos que transitan sobre la carretera Tlaxcoapan-Tlahuelilpan; aquel trágico viernes decenas de conductores estacionaron sus vehículos sobre el acotamiento de esa vialidad para apreciar aquella fuga de gasolina, y algunos otros para acercarse a tomar un poco. Lo mismo en la carretera que va hacia Teltipán. Algunos de esos conductores no regresaron.

Sin conmemoraciones programadas

En la zona cero del siniestro los familiares de los fallecidos pretendían que se celebrara una misa para conmemorar el segundo año del mismo, sin embargo, a causa de la pandemia de covid-19 la celebración religiosa se suspendió, refiere el personal de la parroquia de Tlahuelilpan.

En caso de que se realice alguna misa por ese motivo, será virtual, a través de las redes sociales como lo ha ordenado la diócesis de Tula ante la declaración de semáforo rojo virtual para 33 municipios de la entidad por el incremento de casos de covid-19, entre los que se encuentra Tlahuelilpan.

La misa en honor a los fallecidos tuvo que posponerse por la pandemia y casos de covid en la región. (Francisco Villeda)

La nueva parroquia está abierta para los rezos de los feligreses. Es mediodía y tres mujeres rezan un rosario junto al altar, mientras la explanada de la iglesia es lavada por una persona, para mantenerla limpia. Todo luce tranquilo, tan tranquilo como en aquellos días posteriores al siniestro, cuando el silencio reinó en este municipio con una intensa actividad comercial.

Hoy la muerte también ronda el municipio y esparce ese silencio por las calles, pero ahora no es por un incidente en un ducto de Pemex, sino por la pandemia de covid-19, enfermedad que en esta demarcación registra 137 casos positivos y 27 decesos confirmados por complicaciones de salud asociados a esa enfermedad. Por ambos motivos Tlahuelilpan está de luto, en silencio.

En la zona centro los comercios que están abiertos tienen carteles en donde piden el cumplimiento de las medidas sanitarias básicas para frenar los contagios; los puestos de comida ubicados habitualmente en la explanada frente al teatro al aire libre operan con las medidas anticovid.

Mientras tanto algunos comerciantes de la zona centro se reúnen debajo del reloj, a fin de conocer las medidas dadas a conocer por el área de Reglamentos para operar en medio de esta pandemia, que arrebata vidas a este municipio, como lo hizo en enero de 2019 y meses posteriores el siniestro en el ducto.

Y mientras esa escena se da a unos metros del jardín municipal, acordonado ahora por la pandemia, en las calles de la zona centro transita maquinaria agrícola y camionetas con remolques en los que llevan ganado, imágenes que remontan a algunas de las actividades principales en la demarcación.

Recorridos de seguridad

Pero también en las calles de la zona centro y en general en las inmediaciones del territorio tlahuelilpense las unidades del departamento de Seguridad Física de Pemex y de la Guardia Nacional recorren constantemente este municipio, pues durante 2020 se registraron al menos 12 tomas clandestinas, según fuentes de seguridad consultadas en la zona.

En caravanas los miembros de ambas corporaciones realizan sus recorridos por vías principales y áreas de cultivos. Un convoy de estas corporaciones recorre la zona de San Primitivo, y se estacionan a 500 metros de donde se registró el siniestro.

Desde la zona donde se encuentran las capillas se aprecian las unidades de Seguridad Física y de la Guardia Nacional realizando sus tareas de vigilancia; es una zona de tomas clandestinas.

Se internan en zonas de terracería, tratando de interceptar a delincuentes que perforan ductos de Pemex para extraer combustible; los recorridos se centran en los puntos en donde se han registrado principalmente las tomas: los ejidos de San Primitivo; la zona conocida como Los Transformadores, en la colonia Miravalle; y la zona conocida como la La Mesa, cerca de la colonia El Cerro de la Cruz.

Homenaje a las víctimas de la explosión. (Francisco Villeda)

En 2020, de las doce tomas clandestinas registradas en Tlahuelilpan, tres además de presentar derrame de combustible registraron incendios, mismos que fueron atendidos por personal del departamento de bomberos, en ese entonces a cargo de Ángel Barañanos Guerrero, cuyo equipo atendió también el siniestro de 2019.

Al tomar protesta la nueva administración municipal, Israel Nava Bautista, fue designado como titular de Protección Civil y bomberos, funcionario que considera que el siniestro de 2019 dejó un aprendizaje en todos los niveles de gobierno para la atención de estos incidentes.

Actualmente el área de PC cuenta con una reducida oficina, tres ambulancias, una de ellas donada por Pemex, una cisterna de 20 mil litros, y vehículos utilitarios para la atención de los incidentes registrados en la demarcación.

Desde que asumió el cargo, dice, se han presentado tres fugas de combustible en ducto de Pemex, una de ellas con incendio; y es que, a pesar del siniestro que cobró 137 vidas, la ordeña de ductos en este municipio continúa.

En su momento el ahora ex alcalde Juan Pedro Cruz Frías, evidenció que las corporaciones federales de seguridad habían dejado el municipio tiempo después del siniestro, lo que había ocasionado que el huachicol surgiera nuevamente.

Ahora, como parte del reforzamiento de las tareas de seguridad para proteger la red de Ductos, la Guardia Nacional en conjunto con personal de Seguridad Física está realizando constantes recorridos por la red de la petrolera, buscando disminuir la incidencia delictiva de este tipo.

De nueva cuenta se está volviendo una costumbre para los pobladores la presencia de fuerzas federales en el área, así lo admite José Luis, un campesino, quien desde hace más de 40 años labora en tierras de cultivo de San Primitivo.

José Luis, junto con dos ayudantes afloja la tierra, la prepara para la siembra de alfalfa, uno de los principales productos sembrada en esta zona. Mil 505 hectáreas de alfalfa son sembradas en Tlahuelilpan, de acuerdo a estimaciones oficiales; en segundo lugar se encuentra el maíz con 663 hectáreas, y en tercer lugar, muy por debajo, el frijol, con 189 hectáreas.

Él empezó ganando 16 pesos por día, hace más de 40 años. Toda su vida la ha dedicado al campo. De nueva cuenta este año en el campo situado junto a la zona cero sembrará alfalfa. Reconoce que las milpas contiguas resultaron afectadas por el combustible derramado, esa zona quedó inutilizable y se hicieron modificaciones a las canaletas de riego, para no afectar la zona donde se construiría el memorial, espacio que ahora, dice, luce descuidado, abandonado, a excepción de algunas capillas que son visitadas constantemente y que lucen en perfecto estado.

Uno de sus ayudantes, sordomudo, perdió a dos sobrinos y a un hermano en el incendio, una pérdida fuerte para la familia que vive en Teltipán de Juárez. Varias familias en el municipio perdieron a uno o más integrantes, y de cuando en cuando acuden a la zona del memorial para depositar alguna flor o una veladora, pero por la pandemia las visitas han disminuido e inclusive se han cancelado algunas reuniones, como aquellas que se realizaban los viernes para rezar rosarios en su memoria, o como la propia misa de conmemoración de los dos años del siniestro. La pandemia también ha cambiado el modo de vivir su dolor.

Apoyos

El siniestro dejó a familias sin el jefe o jefa de familia, pero el gobierno de México actuó en los primeros días, semanas y meses, para levantar un censo y apoyar a las familias según el perfil que tuvieran.

De este modo, los Servidores de la Nación levantaron los censos y con esa información recabada lograron asignar apoyos funcionales a las familias en distintos rubros, de acuerdo a sus requerimientos.

Araceli Ángeles Juárez, quien luego del incidente en el ducto estuvo encargada del módulo de Bienestar del gobierno federal, señala que se brindó el apoyo a las familias, de acuerdo a las necesidades propias de cada una.

Dijo que se inscribieron a las familias de los afectados en el listado, y algunos recibieron becas educativas, microcréditos, proyectos productivos, tandas y otros apoyos, cuyas entregas comenzaron paulatinamente para luego hacerlo periódicamente, ya sea a través de tarjetas o giros.

Una vez que concluyó su labor, el módulo de Bienestar se retiró de Tlahuelilpan, y ahora los familiares reciben sus apoyos por las vías convencionales para los programas asistenciales.

Todavía está en espera la ejecución de obras para Tlahuelilpan y Tlaxcoapan, por parte de la Sedatu, como lo prometió el gobierno de México, aunque ahora por la pandemia de covid-19 se encuentran paralizados los proyectos.

Esos proyectos, como el memorial continúan en espera, a dos años del siniestro. Tlahuelilpan sigue sin cerrar esta herida, pero ya vive otra, la de la pandemia de covid-19, y aun así, en ese silencio sepulcral que reina nuevamente en el municipio, éste trata de restablecer su vida cotidiana, con el constante temor de que el huachicol ocasione otra tragedia, pues la ordeña no para y las tomas clandestinas siguen apareciendo a pesar de la presencia de las fuerzas de seguridad.

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