A los 18 años, Marco Antonio Baños Martínez abandonó su sueño de convertirse en futbolista profesional para trasladarse desde Pachuca, Hidalgo, a Ciudad de México, donde ingresó a la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Azcapotzalco para estudiar la licenciatura en Derecho, pero nunca ha perdido la afición, al grado de sostener que si un día cierran iglesias y estadios “estalla una revuelta social”.
Hoy se ha convertido en el consejero que ha logrado permanecer más tiempo en lo que ahora conocemos como el Instituto Nacional Electoral (INE, antes IFE), aunque en su adolescencia jamás pensó que su futuro pintara para perfilarlo fuera del pambol.
Abogado de profesión, pero futbolero de corazón, Baños no pierde detalle de la tabla de posiciones, del futuro de un equipo o del desempeño de algún jugador entre cada una de las actividades electorales que tiene a diario.
“Nadie podrá decirme que alguna vez he incumplido con algunas de las responsabilidades que tengo en el instituto, pero tampoco nadie podrá decir o sostener válidamente que yo dejaría de ver un partido importante”, asegura a MILENIO.
Y aunque en la actualidad han quedado atrás aquellos días en los que jugó en segunda división, mantiene la pasión por este deporte del que tiene bien puestas, si cabe la expresión pese a la duplicidad, las camisetas del Pachuca y del América, sin importar que sea objeto de críticas.
No obstante, permanece a la espera de sumar un nuevo equipo a su afición, una vez que obtenga una foto pisando una cancha de futbol profesional con la playera con el número de su hijo Carlos Alberto, quien muy pronto podría debutar en la primera división con los Lobos BUAP: el sueño que no pudo conquistar para él.
¿Por qué decidió dejar su sueño de convertirse en futbolista?
Intenté jugar, corrí mucha cancha en las ligas amateurs, en torneos de selecciones y alguna vez lo intenté en segunda división, pero hubo que dedicarse a estudiar y trabajar. Fui una persona con un origen humilde que tenía que trabajar necesariamente para poder estudiar, así que tenía que escoger y decidí estudiar y trabajar.
Pachuca jugó mucho tiempo en segunda división y fue hasta el 99 cuando ya se consolidó como un equipo de primera, y para poder vivir la pasión de un deporte tan importante como este siempre hay que tener colores; así que decidí apoyar al América, un equipo que me ha dado muchas satisfacciones. Soy tuzo a muerte, pero también soy americanista a muerte.
Nosotros administramos el juego de la política y aplicamos reglas que en su conformación son parecidas a los reglamentos de futbol. El propio Norberto Bobbio, uno de los teóricos más sólidos de la democracia, equiparó las reglas electorales con el reglamento de futbol. Sin duda, nosotros administramos el juego político de este país, así que tenemos periódicamente una interacción activa con los actores políticos que buscan la ocupación de los principales cargos públicos del país.
Practico futbol desde siempre, todavía juego algunas cascaritas, algunos partidos con amigos cuando se presenta esa oportunidad, aunque ya no en torneos completos ni en un esquema competitivo, sino básicamente como un tema de diversión.
Hay mucha tensión cuando se organiza una elección, hay muchísimas presiones, pero he aprendido a manejar esa presión y esa tensión; pero ver futbol y algunos partidos, discutir con amigos a los que les gusta ver futbol, las posiciones en la tabla, las posibilidades de un equipo o de otro, siempre es muy relajante y permite generar un clima adecuado.
En México el futbol es casi una religión y la gran mayoría de las personas tiene preferencia por alguno de los equipos, las familias se reúnen para poder comentar los juegos. Más allá de ser un deporte, en México, el futbol es un fenómeno sociológico que sirve para muchas cosas, pero para relajarse también.
Yo soy más laico, pero creo firmemente en que el futbol es algo muy importante en este país y sí creo que si tú cierras las iglesias y los estadios de futbol a los mexicanos, puede haber hasta una revuelta social, son dos elementos que no pueden estar disociados de la idiosincrasia de los mexicanos.
Tengo muchos planes, algunos no los voy a decir ahora, pero sí pretendo dedicarme a algunas actividades académicas que he dejado de largo.