El Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC) de la UNAM impulsan el proyecto de la Escuela de Medicina Tradicional Totonaca, a fin de transmitir a las nuevas generaciones sus conocimientos sobre cuidado de la salud pues “los curanderos y parteras son los primeros en responder a las emergencias en las comunidades”.
Fue hace cuatro años, cuando un grupo de abuelos y 70 médicos tradicionales se acercaron a investigadores del PUIC con la propuesta de crear un espacio y un plan de estudios que les “permitiera a los mayores transmitir sus saberes”, lo que permitió la creación del programa debido a que “cada vez más jóvenes buscan migrar a los Estados Unidos temían que este saber acumulado por siglos se perdiera dentro de poco, y para siempre”.
“Consideremos que en México abundan los asentamientos indígenas sin centros de salud o infraestructura para atender a enfermos o embarazos difíciles, de ahí que los curanderos y parteras son los primeros en responder a estas emergencias en la comunidad”, contó la investigadora del Programa, Carolina Sánchez García.
“Si las complicaciones de salud en las comunidades indígenas son graves, sin los sanadores lo serían aún más, pues por no tener vías de comunicación en sus comunidades, medios de transporte o recursos para llegar a tiempo a un hospital o centro de atención, los médicos tradicionales terminan siendo los únicos ahí para resolver problemas”, aseveró.
De tal forma que en octubre del 2019 inició el primer diplomado del cual se graduaron 13 jóvenes quienes recibieron lecciones de especialistas de la UNAM, de temazcaleros, parteras, rezanderos, sobadores, yerberos. Fueron instruidos en diversas artes sanatorias y reforzaron sus conocimientos en su lengua, cosmovisión y cultura.
Por el momento, la Escuela o Pukgaltawakga Likuchu, en totonaca, es un proyecto en desarrollo en el que trabaja el PUIC con el Centro de las Artes Indígenas y académicos de otras instituciones.
“Lo siguiente es evaluar los resultados de esta primera experiencia para aprovechar lo que funcionó, ver qué mejorar y aplicarlo en la Escuela”.
Dialogadores de la salud
Más que curanderos, parteras o yerberos, se considera que los jóvenes que egresarán de sus aulas serán “dialogadores de la salud”, vocablo elegido por los médicos tradicionales y guías espirituales indígenas, sin intervención de su contraparte académica.
“En eso deseamos ser muy claros, somos respetuosos y sabemos que a nosotros no nos corresponde elegir palabras o categorías. Si esto va de recuperar un proceso propio de la comunidad totonaca, entonces todo debe hacerse bajo sus términos”, apuntó la investigadora del PUIC.
Acotó que pese a existir en México el marco jurídico en materia de medicina tradicional, quedará en letra muerta si las nuevas generaciones de “dialogadores de la salud” carecen de reconocimiento oficial y una certificación formal. Si lo que dice la ley no tiene un impacto real en las instituciones, esta práctica terminará como una “forma no institucional de respuesta social a la enfermedad”.
Es preciso avanzar por ese camino, pero antes debemos evitar que dichos saberes se pierdan y la clave para lograrlo es la transmisión intergeneracional del conocimiento; eso es lo que buscamos con la Escuela de Medicina Tradicional Totonaca, subrayó la académica.
Con el objetivo de generar cada vez más documentos que respalden la validez de estas prácticas sanatorias, los investigadores, maestros y alumnos de la Pukgaltawakga Likuchu trabajan en dos manuales: uno de parteras y otro de sobadores. También en un Diccionario de la Medicina Tradicional Totonaca, que se sumará a la Biblioteca de la Medicina Tradicional Mexicana de la UNAM, proyecto emblema del lingüista Carlos Zolla (extitular del PUIC), una de las personas que contribuyó al proyecto de la Escuela y a estructurar su modelo educativo.
LG