La Comisión Nacional de Búsqueda de la Secretaría de Gobernación ha descubierto al menos nueve “sitios de exterminio de grandes dimensiones” en el noreste del país, en zonas controladas por el cártel de Los Zetas a principios de la década pasada, en los que un número incontable de personas fueron literalmente borradas de la faz de la tierra.
El horror que es investigado ocurrió en el cuatrienio 2009-2013 en Coahuila, San Luis Potosí, Tamaulipas y Nuevo León, en los que se hallaron sitios específicos con hornos, pozos y tambos, instrumentos mediante los que centenares —quizá millares— de seres humanos fueron “procesados”, “pozoleados” y “cocinados” sin que ninguna autoridad civil o militar interviniera.
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Hoy, lo que queda son decenas de miles de fragmentos de huesos dañados por el fuego, corroídos por el ácido y blanqueados por el sol. Los restos óseos se hallan en gavetas de cuatro fiscalías estatales y la General de la República, a la espera de una muy difícil identificación mediante análisis genético. En algunos casos, el daño sufrido por los huesos es demasiado extenso como para aspirar a hallar ADN utilizable.
“Los hemos denominado así: sitios de exterminio”, explica la titular de la Comisión Nacional de Búsqueda, Karla Quintana.
—Pero eso nos remite a Auschwitz, a Birkenau. ¿Por qué definirlos así?
—Hemos decidido designarlos sitios de exterminio por lo que ahí sucedió, porque son crematorios ilegales y por eso ligamos la similitud a otros hechos espeluznantes de la historia de la humanidad. Son crematorios en donde se ha intentado desaparecer y pulverizar, al menos, a centenas de personas con la finalidad de que no quedara ningún rastro.
En entrevista con MILENIO, Quintana explica que lo ocurrido en México durante parte del sexenio de Felipe Calderón no tiene paralelo con ningún otro país de América y muestra un fallo casi catastrófico del Estado, que permitió que miles de sus ciudadanos fueran desaparecidos en el equivalente mexicano de los campos de exterminio de la Segunda Guerra Mundial.
Los nombres con los que las autoridades identifican estos sitios son los de rancherías o municipios en los que fueron hallados, como Abasolo, Mante, El Papalote (Ciudad Alemán) y La Bartolina (Matamoros), en Tamaulipas; Moctezuma, en San Luis Potosí. Las Abejas, (Salinas Victoria) y La Mano, (Juárez), ambos en Nuevo León; Patrocinio (San Pedro) y Estación Claudio (Viesca) en Coahuila.
La mecánica del borrado de cuerpos que el equipo de Quintana debe enfrentar es la del horror: en algunos casos, han sido descubiertos pozos de varios metros de profundidad, en los que se “procesaba” a grandes cantidades de cadáveres. En otros, los tambos en los que se disolvían.
“Uno todavía puede detectar ahí el olor a ácido, el olor a diésel, el combustible con el cual fueron cremadas estas personas. La motivación es clara, es no dejar rastro alguno”, indica.
Todos los sitios de exterminio, sin excepción, se hallan en zonas que en la década pasada estuvieron bajo control del cártel de Los Zetas. Para dimensionar el nivel de violencia ejercida por esa organización criminal, se puede acudir a la extensión en la que operaban. Es masiva y comprende un polígono de 150 mil kilómetros cuadrados que bordea al norte con Estados Unidos, al este con el Golfo de México, al oeste con La Laguna y, al sur, con la sierra huasteca.
Al respecto, Quintana admite que en el noreste puede haber otros sitios de gran escala, aunque hasta el momento las investigaciones se centran en los nueve que están identificados.
La titular de la Comisión Nacional de Búsqueda reconoció que la gran pregunta que queda abierta, entre muchas otras, es por qué nadie en un puesto de autoridad dijo nada. Ni desde los gobernadores y alcaldes, hasta las autoridades federales, tanto civiles como militares.
“Creo que la pregunta que nos tenemos que hacer es ¿cómo puede suceder algo de estas dimensiones? La gente sabía. Las autoridades sabían. Algo de estas dimensiones no puede suceder sin el conocimiento de lo que estaba pasando”, lapida la funcionaria federal.
—¿Tendrían que responder los actores políticos locales de aquel momento por lo que sucedió?
—Por supuesto. Y esas son las investigaciones que se tienen que llevar a cabo y que corresponden a, dependiendo de cada caso concreto, tanto a las fiscalías estatales como a la Fiscalía General de la República. Lamentablemente en este país, además de 98 por ciento de impunidad, poco se investiga de manera contextual.
Entre las autoridades que pasaron por distintos cargos sin que dieran la voz de alarma se hallan al menos seis gobernadores y una veintena de alcaldes, como Cervando López Moreno y Miguel Edmundo Rodríguez, alcaldes de Ciudad Alemán, Tamaulipas, entre 2009-2013. O Manuel Lara Bárcenas, panista que gobernó Moctezuma entre 2009 y 2012. Y Rebeca Lozano y Luis Alberto Garza, ediles neoleoneses de Salinas Victoria y Juárez en el mismo lapso en que se desaparecía a personas en los sitios de Las Abejas y La Mano.
Hasta ahora, ese el más grande de los sitios descubiertos es el de La Bartolina. “Es un brazo de mar. En términos naturales, es hermoso, con arena. Pero al bajar la vista, empiezas a ver el horror. Dentro de la arena hay pedacitos de tal vez un centímetro de diámetro de restos óseos humanos calcinados”, dice Quintana.
“Como Comisión Nacional de Búsqueda llegamos este año a acompañar y es cuando nos dimos cuenta de la dimensión. Es una media tonelada de restos humanos calcinados”.