Disfruta mucho los paseos en motocicleta, los llama “terapia de viento”, y gusta de meterse al ruedo de vez en cuando a torear vaquillas; aunque solo ha acabado una sola serie sobre narcotraficantes, la primera temporada de Breaking Bad, lo que ha visto de esa y otras le basta para asegurar que promueven valores tergiversados.
Es Manelich Castilla, comisionado de la Policía Federal, quien no se sonroja cuando confiesa que su equipo favorito de futbol americano es Vaqueros de Dallas, y también sin pena reivindica su afición por el Cruz Azul en el soccer, pues ambas escuadras, dice, lo ayudan a lidiar con la frustración.
Desde su oficina en el sur de la ciudad, este yucateco nacido en 1973, licenciado en derecho y maestro en ciencias penales, bromea que su arma favorita es la que está al alcance cuando hay que defenderse.
¿Así que se forjó en los madrazos jugando tocho, comisionado?
Debo gran parte de mi formación al futbol americano. Los golpes enseñan, aleccionan. Y más cuando se dan y reciben en equipo y por una meta común.
¿Cuánto tiempo jugó y dónde, con qué equipo?
Jugué formalmente una década. En mi infancia y primera juventud. Defendí el jersey de las Águilas Blancas del IPN con el número 72 y tuve dos temporadas en el equipo Cardenales de Yucatán.
Sabía que yéndole a Dallas no llegaría muy lejos, supongo.
Irle a los Cowboys ayuda a manejar la frustración y administrar los corajes. Ambas cosas son condición para emprender caminos largos.
¿Se relaciona la estrategia del tocho con la policiaca?
Tienen mucha relación. En el americano haces scouting, que es estudiar al rival para plantear la estrategia de juego e imponerse a costa de analizar sus fortalezas y debilidades. En la policía se hace inteligencia, que es el conocimiento del objetivo, que permite iniciar la investigación para obtener un mandamiento que te faculte para detenerlo. La función policial hoy es en gran medida disciplina, técnica y estrategia, muy parecido al deporte de las tacleadas.
Y luego, para acabarla, seguro le va en el soccer al América…
No. Para acabarla le voy al Cruz Azul. Aunque ganen. Entre los Cowboys y el Cruz Azul he aprendido a lidiar con el enojo y la frustración. Debo agradecerles mucho esa parte, pero también me han regalado buenos momentos. El deporte debe ser un pasatiempo formativo, no una manera de conflictuarse con el entorno. Nunca me he enfermado por un descalabro deportivo. Vamos, ni cuando la histórica “cruzazuleada” en esa final con el América.
¿Qué otros pasatiempos tiene?
Disfruto mucho la motocicleta. Me gusta la sensación de libertad que te da. Le llamo “terapia de viento”. La fiesta brava también y de vez en cuando saltar al ruedo a enfrentar una vaquilla. Sé que declarar esto caerá mal en un sector, y desde luego respeto a quienes no lo comparten. Aparte soy melómano y lector. Disfruto la buena novela y me encanta el vino tinto.
¿Qué películas ve? ¿Qué series? ¿Ve las policiacas?
No voy mucho al cine ni estoy subido a la moda de dedicarle horas a ver series. Sin embargo, soy fanático de la trilogía de El Padrino, que es una de las mejores películas de todos los tiempos. Las series policiacas tienen su encanto, sin duda, pero prefiero leer novelas negras. No puedo pasar muchas horas frente a una pantalla. Vi Breaking Bad y tardé como un año en acabar la primera temporada.
¿Qué opina de las series sobre narcos? ¿Apología al crimen?
Es parte del problema que enfrentamos hoy. Muchas de esas series promueven valores tergiversados. No he podido ver una sola. Intenté con una y a la mitad del primer capítulo me di cuenta de que dotaban al protagonista de una inteligencia que no tenía –porque conocí el caso– y de un encanto lejano a la realidad.
¿Cuál es su arma favorita?
La que está al alcance de la mano al momento de defenderse (risas). No hay mejor arma que la inteligencia, la prevención y la técnica, pero si nos referimos a armas de fuego, la Glock .9 mm y la Zezka, esta última quizás porque fue la primera arma de cargo de la División de Gendarmería cuando tuve el alto honor de encabezarla.
¿Lee?
Mucho. Tengo arraigado ese hábito. Sin embargo, con la tableta electrónica es muy fácil leer simultáneamente diferentes obras. Dependiendo el estado de humor, diversifico mis lecturas. Siempre es difícil elegir un libro pero, por muchas razones, El viejo y el mar, de Hemingway, se convirtió en una referencia de mi vida.