Verónica es una mujer bisexual originaria de Hidalgo, Nuevo León; tiene tres hijos y cuando descubrió su gusto por las mujeres fue estigmatizada y violentada por su ex pareja.
Tiempo después su novia le pidió matrimonio en la playa de Tampico, pero tras esto perdió la vida.
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Entrevistada por la plataforma MILENIO-Multimedios, Verónica manifestó que sus hijos le demostraron su apoyo como madre bisexual, no la juzgaron ni la rechazaron, caso contrario a su propia progenitora, quien la visita cada tres meses porque debe trabajar, pero no asimila la orientación sexual de su primogénita.
Verónica es una reclusa del Centro de Reinserción Social Femenil de Nuevo León, en Escobedo, donde se encuentra desde hace 10 meses por una acusación de secuestro agravado y robo con violencia.
“Me identifiqué bisexual desde que estaba en la escuela, como (en) cuarto o quinto año me gustaba una de mis compañeras y cuando entré a secundaria empecé a tener relaciones con mis compañeras, todo a escondidas de mi familia.
“La familia por parte de mi mamá es una familia muy conservadora, porque son católicos y son muy apegados a la Iglesia. Creen que Dios hizo hombre y mujer para procrear y no para que estés con personas del mismo sexo”, relató.
Recordó que cuando era más joven estaba en la plaza principal de Hidalgo y sin pensarlo se besó con su novia, pero una señora les rezó un rosario.
“Nos empezó a tirar rollo que por qué estábamos haciendo cosas que consideró que no eran bien vistas, y nos estaban exhibiendo de qué falta de respeto; no me iba a poner a discutir con ella, seguimos conviviendo en la plaza mi novia y yo”, contó.
Narró que cuando estaba con su ex pareja hombre, éste le encontró mensajes en el teléfono y se percató que ella era bisexual, lo que originó que le asestara un par de golpes sin explicación alguna.
“Ahí empezó todo un calvario que todavía no lo asimila de que haya escogido a esa mujer para hacer una familia. Es el típico hombre machista que vivía en un pueblo. Tuve muchísimos problemas con él y agredió físicamente a la mujer con la que yo estaba.
“Hasta se hizo una trifulca y fuimos a parar a la comandancia. Cuando nos íbamos a casar desgraciadamente mi pareja falleció y no me pude casar con ella; me pidió matrimonio en la playa de Tampico, ya nos íbamos a casar, ella era de Ciudad Victoria”, expuso.
Sobre el tema de la visita, acepta que le duele no recibirla muy seguido, pero agradece a su madre que le ayude a criar a sus hijos.
“A veces pasan dos o tres meses sin venir, pero no pasa nada, aunque se siente feo no tener una visita, pero pues cómo le hacemos. Ya está un poco más complicado porque mi papá ya falleció y creo que si viviera no vendría”, lamentó.
La interna exhortó a las autoridades correspondientes a apoyar con medicamento a las reclusas porque hay personas diabéticas, hipertensas o con otros padecimientos.
“Somos muchas las que requerimos medicamento, por lo que le solicitamos de la manera más respetuosa que traigan”, pidió y agradeció con las manos.
Vero cambió radicalmente el tema y sonrió al compartir que comenzó a trabajar en una maquila de tapabocas, aunque explica que desde siempre anduvo en “la talacha”, limpiando baños y cuartos, lavando ajeno y demás actividades para tener un peso.
“Hacía hasta cartelones de cumpleaños, entre otras cosas. Ya entré a la maquila y me gusta mucho, ahorita desgraciadamente estoy pagando por estar con las personas en el momento equivocado y también es cierto que nunca terminas de conocer a las personas”, concluyó.