El dirigente nacional del PRD, Jesús Zambrano Grijalva, lamentó la pérdida del registro nacional del partido, a la vez que hizo un llamado a construir un proyecto superior en conjunto con otros agrupamientos.
“Lamento que se haya confirmado por los órganos electorales la pérdida del registro del PRD a nivel nacional, se cierra así un ciclo histórico de la vida de nuestro partido que tanto aportó a la transición democrática de México”, dijo en un video compartido en sus redes sociales.
- Te recomendamos ¿Cómo nació el fenómeno AMLO? Los 20 secretos mejor guardados del PRD Política
El líder del sol azteca sostuvo que tanto dirigentes y militantes han manifestado su disposición para continuar la lucha que “hemos enarbolado durante toda la vida”. Por ello, adelantó que seguirán trabajando para levantar un nuevo proyecto partidista, “renovado, moderno y abierto a la sociedad”, en el que sumarán fuerzas con otros liderazgos y agrupamientos y, aunque no reveló cuáles, dijo que “comparten ideas básicas para servirle a la gente”.
Señaló que este nuevo proyecto deberá estar conformado por jóvenes, así como con dirigentes nacionales, estatales y municipales, y la militancia. No obstante, advirtió que el nuevo proyecto no pretende reconstruir al partido.
“No se pretende que se piense conformar un PRD 2.0, ya que sería un grave error estratégico. Confío en que las direcciones estatales del PRD no entren en una dinámica de disputas internas, por ver quién se queda con lo que hasta hoy tenemos como partido”, advirtió.
Del mismo modo, Zambrano agradeció a las personas “que dieron su confianza y votaron por nosotros el 2 de junio”, y con ese esfuerzo, los registros estatales del PRD, se pondrían a disposición del esfuerzo por construir un nuevo proyecto.
Indicó que no es sencillo hacer un “corte de caja” sobre el PRD después de más de 35 años de existencia.
“Pero es necesario como responsabilidad ante el país, ante nuestros electores y de cara a nuestra militancia”.
“Contribuyamos, pues, a encabezar las causas de la gente y a defender la democracia, para evitar que México deslice en una ruta autoritaria, la que sería el inicio de una larga pesadilla de contenido dictatorial que podría durar muchos años.
“En lo que a mi respecta contribuiré con mis modestos esfuerzos y desde nuevas trincheras, seguiré trabajando por una agenda progresista en beneficio de la sociedad y de nuestro país. ¡Viva México!,¡democracia ya!, ¡patria para todas y todos!”, finalizó su mensaje.
El origen del PRD
A través de un escrito, el PRD, rememoró su historia. Surgido formalmente en 1989, es la síntesis de múltiples luchas sociales y políticas democráticas desarrolladas por centenares de miles de mujeres y hombres a lo largo y ancho del país, con su enorme cuota de muertos, desaparecidos y presos políticos, que permitieron lograr el registro legal para el viejo PCM en 1977, y que constituyó una forma de canalizar por vías institucionales los impulsos de una sociedad que ya no cabía en las estructuras forjadas por el anacrónico régimen político de ese entonces, impulsos que desde los años 50 y 60, y con mayor fuerza en la primera mitad de los 70, se expresaron en forma de movimientos campesinos, de jornaleros agrícolas, de luchas sindicales, populares, estudiantiles y por la libertad de presos políticos, en la ciudades, así como de múltiples grupos guerrilleros en distintas partes del país, todo lo cual hizo ver al gobierno de López Portillo (que había obtenido la Presidencia de la República después de haber sido candidato único) la urgencia de impulsar una reformademocrática que abriera cauce a tan variadas manifestaciones de la oposición.
“Así, con la denominada Ley Reyes Heroles obtuvo su registro legal el Partido Comunista Mexicano (PCM) en 1977-78, refrendado con votos en 1979, y se inició un largo y azaroso proceso de unidad de las fuerzas políticas democráticas y de izquierda que llevó a la conformación del PSUM en 1981, después al PMS en 1987, ambos con el registro legal del PCM, y a la confluencia con el FDN en 1988 con Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza como candidato presidencial, cuya ruptura con el PRI había provocado un cisma político.”
Mencionó que como resultado de todos esos esfuerzos unitarios surgió el PRD en 1989, que adoptó el registro legal del PMS. Con ello, la izquierda salió de la cuasi marginalidad política y electoral en la que hasta entonces se había venido desenvolviendo, a pesar de que había ido ganando importantes batallas político-culturales expresadas en múltiples reformas sociales, en el terreno electoral y el reconocimiento de la pluralidad política en nuestro país, misma que se abrió camino institucional mediante la figura de la representación proporcional en los órganos legislativos federales y locales.
“El surgimiento del PRD en 1989 estuvo marcado por centenares de asesinatos provocados por el gobierno de Salinas de Gortari, como venganza política por la derrota electoral de 1988 y con la inútil pretensión de alejar el fantasma del fraude en las urnas que lo llevó a la Presidencia de la República”.
A la vuelta de tres años, en 1991, en la primera elección como PRD, dijo, obtuvimos el 8.9 por ciento de los votos. La oposición en su conjunto empezó a obtener importantes triunfos electorales en estados y municipios, y el PRD fue logrando una mayor influencia en la vida nacional, no sin importantes dificultades internas que llevaron a la renuncia de relevantes figuras como José Woldenberg y Gilberto Rincón Gallardo, debido a fuertes diferencias con el liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas, a quien acusaron de prácticas caudillistas y antidemocráticas.
Como resultado de grandes discusiones e importantes definiciones, el PRD en 1995 asumió y desplegó una estrategia de “transición pactada a la democracia”, gracias a la cual se logró en 1996 la reforma política y electoral más importante de los últimos 30 años, con lo que se abrió el proceso para la transición democrática y se dejó atrás el viejo régimen autoritario. El México de hoy no se explica sin el papel del PRD en esa trascendental reforma, ahora amenazada en su esencia y sus raíces por el actual proyecto político gobernante.
“Por cierto, la comisión que representó al PRD en 1996 para esos acuerdos estuvo integrada por Porfirio Muñoz Ledo (a la cabeza), Jesús Ortega y Jesús Zambrano, cuando López Obrador era presidente nacional del PRD”.Por cierto, añadió, Andrés Manuel le exigió al Grupo Parlamentario del PRD en San Lázaro que votara en contra de dicha reforma, lo cual fue rechazado por la mayoría de las y los diputados federales, quienes votamos a favor de la misma. De esa reforma surgió el IFE (ahora INE) autónomo e independiente encabezado por José Woldenberg, y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, al mismo tiempo que se admitió el derecho ciudadano a votar por los gobernantes del entonces Distrito Federal, hoy CDMX.
“AMLO había llegado a la Presidencia Nacional del PRD en abril de 1996 con el discurso de hacer del PRD un partido movimiento para ganar simpatizantes de la parte radicaloide, movimientista, y como acuerdo interno para cerrar filas llevó como fórmula en la Secretaría General a Jesús Ortega. De inmediato AMLO avanzó en la ruta de hacer del PRD no un "partido movimiento" como lo había dicho en su campaña, sino una maquinaria electoral que debía hacer todo para ganar elecciones. Y lo hizo con mucha eficiencia. Decía una cosa y hacía lo contrario”.
Indicó que con “AMLO en la Presidencia Nacional del PRD hicimos las primeras alianzas con el PAN para ganar, por ejemplo, en Nayarit”.
En esa ruta se construyeron acuerdos para aprovechar rupturas del PRI y conquistar otras gubernaturas en varios estados. Por otra parte, ya en 1999, a pesar de que López Obrador no cumplía con los requisitos constitucionales y legales para ser candidato a jefe de Gobierno del D.F., terminó siéndolo en medio de impugnaciones legales desde las filas perredistas, como las de Pablo Gómez y Demetrio Sodi, entre otros. Así llegó a la Jefatura de Gobierno de la capital en el año 2000.
El PRD, pues, aparecía en ese año 2000 como una fuerza política con muchas potencialidades, a pesar de haber perdido la Presidencia de la República con CuauhtémocCárdenas en esas elecciones.
Muchos acontecimientos se precipitaron durante el gobierno de AMLO en la capital, como los videoescándalos de René Bejarano y Carlos Imaz, que deterioraron la imagen del partido, así como la torpeza política de Vicente Fox al impulsar el desafuero de López Obrador, que lo catapultó a la candidatura presidencial, y así llegamos a las elecciones del 2006.
Yo sigo convencido de que en esos hubo fraude en la elección presidencial de ese año y que Calderón llegó al Poder Ejecutivo sin el aval de la mayoría ciudadana. Pero, por otro lado, muchos en el PRD no compartieron la estrategia de protesta post-electoral contra Calderón, lo cual los colocóante algunos sectores perredistas (entre ellos el propio López Obrador) como “anti AMLO”, quien de este modo justificó sus ataques en contra de ese sector del partido, así como su confrontación electoral con el PRD en 2009 al apoyar al inefable “Juanito” como candidato a Jefe Delegacional en Iztapalapa, postulado por el PT. Eso era motivo estatutario de expulsión del expresidente nacional del partido, pero por mantener el espíritu unitario de la izquierda se decidió no hacerlo, estando entonces JesúsOrtega en la Presidencia Nacional del PRD.
Después, con miras a las elecciones del 2012, la vertiente perredista encabezada por Ortega apoyó e impulsó la precandidaturapresidencial de Marcelo Ebrard contra Andrés Manuel. Sólo que Ebrard, que tenía las mejores condiciones para ser mucho más competitivo, terminó echándose para atrás, lo cual nos obligó a ir de nuevo con AMLO como candidato, en coalición con el PT y MC.
Después de una desigual contienda constitucional que ganó Peña Nieto con másde seis puntos porcentuales López Obradordesconoció el fallo del Tribunal Electoral, tras lo cual se separó del PRD a finales de julio de 2012 para buscar el registro legal de Morena, agrupación que había empezado a formar desde que fue Jefe de Gobierno, de manera paralela a las estructuras del PRD.
AMLO nunca buscó hacer un balance de su paso por el partido que lo hizo Presidente Nacional, Jefe de Gobierno de la Ciudad de México y dos veces candidato presidencial. Simplemente se fue y desde el Zócalo capitalino nos dijo: “nada me deben, nada les debo, estamos en paz”, parafraseando a su manera el poema de Amado Nervo que le dice “a la vida” al final de su largo camino: “vida nada me debes, vida estamos en paz”. Aunque Andrés Manuel si le debía todo al PRD.
Esta decisión significó la principal ruptura que haya tenido el partido, ya que con López Obrador se fueron una gran cantidad de dirigentes nacionales y estatales e importantes grupos de militantes en diversos estados del país.
Es falso que AMLO se haya ido del PRD por su inconformidad con el Pacto por México, ya que éste se empezó a trabajar semanas después de su partida y se dio a conocer a 4 meses de que él renunció al partido. Se marchó porque quería una organización a la que pudiera manejar como si fuera de su propiedad, lo cual no sucedía con un partido democrático y plural como el PRD.
Por eso fundó Morena, que obtuvo pronto su registro legal, el cual participó en las elecciones intermedias del 2015, siendo Andrés Manuel su presidente nacional. En esas elecciones el PRD obtuvo más votos y diputados federales que ese naciente partido.
Ciertamente el Pacto por México fue un episodio muy controvertido. La apuesta perredista por aportar al país importantes reformas en todos los ámbitos era muy arriesgada, en un escenario en el que ninguno de los tres partidos más importantes (PRI, PAN y PRD) tenía mayoría en las cámaras federales después de las elecciones del 2012.
La idea original fue del PRD, no de Peña Nieto quien había ganado la elección. Expusimos que México necesitaba dar un salto hacia adelante en todos los terrenos, especialmente en educación, las telecomunicaciones, en materia fiscal, en energía, evitar las concentraciones monopólicas, además de lograr reformas fundamentales en el régimen político, como pasar del entonces Distrito Federal a la Ciudad de México, como una entidad federativa con plenos derechos, la paridad de género y los gobiernos de coalición, entre muchos otros aspectos, entre ellos convertir al IFE en INE y al Tribunal Electoral en institución nacional para sacar a los órganos electorales locales del control político de los gobernadores.
Desgraciadamente en el seno del PRD no se entendió la importancia y trascendencia de estos acuerdos. El grupo político de Bejarano los calificó de traición a los principios del partido. Otros, como Pablo Gómez, lo cuestionó al principio, aunque después formóparte de lo que denominamos el Consejo Rector del Pacto por México. Pero esa discusión pública en tonos sumamente ríspidos, en lugar de ponderar los méritos del PRD en esas reformas, nos desgastó ante la sociedad e hizo aparecer que el autor de esos acuerdos había sido Peña Nieto.
Un grave error que en el marco del Pacto cometimos el PAN y el PRD fue haber permitido que el gobierno y el PRI se apropiaran de los mensajes públicos, como si las reformas hubieran sido mérito de ellos y que nosotros éramos simples acompañantes. Además, no adoptamos, todos juntos, mecanismos de seguimiento de las reformas, dejando al gobierno como propietario de su implementación.
Otro error fue que en la discusión sobre los contenidos de la reforma fiscal-hacendaria del 2013 no se lograron los necesarios consensos para alcanzar unanimidad, de tal suerte que el PAN la votó en contra. Esto sentó las bases para el otro gran error, que fue la aprobación de la reforma energética sólo por el PRI y el PAN, con un alto contenido privatizador, contrario a lo que el PRD había propuesto originalmente y plasmado en el Pacto. Esta última decisión provocó la ruptura del Pacto por México por parte del PRD en diciembre del 2013, a un año de su firma en el 2012, luego de que nuestro partido había advertido que una reforma con esas características sería el punto de definición sobre su permanencia o no en dicho Pacto. Es falso, pues, que el PRD hubiere avalado en su momento la mencionada reforma energética.
Con la desaparición del Pacto por México se perdió un valioso instrumento institucional para la contención y el amortiguamiento de tensiones ante la sociedad, lo cual significó que de ahí en adelante la atención y solución de conflictos quedara exclusivamente bajo la responsabilidad del gobierno. Así sucediócon la tragedia de los normalistas de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero, que provocó la salida de Ángel Aguirre del gobierno estatal y una lápida de desprestigio sobre el de Peña Nieto. Lo mismo pasaría con el escándalo de corrupción por la llamada “CasaBlanca”, que nos arrastró al desprestigio a todos los partidos del Pacto, aunque para ese momento éste ya no existía, porque un amplio sector de la sociedad identificó al PAN y PRD como parte de la corrupción.
Con el Pacto por México se lograron importantísimas reformas que modificaron positivamente muchos aspectos de la vida del país, como la reforma fiscal que, entre otras cosas, hizo pagar más a los más ricos y se evitó el cobro del IVA en alimentos y medicinas; la de reforma de telecomunicaciones que eliminó el pago en las llamadas de larga distancia, estableció el internet público gratuito y abrió a la competencia el espectro radioeléctrico del país; se incorporó a la Constitución la pensión alimentaria para adultos mayores de 65 años, el derecho universal a una educación de calidad y la portabilidad para la atención en los servicios públicos de salud; se estableció en la Constitución la igualdad de género para los cargos de elección popular; se logró la reforma política para que los habitantes del entonces DF tuvieran derechos plenos y se contara con una entidad en igualdad de condiciones que los 31 estados de la república, mediante un Congreso Constituyente para elaborar una constitución para la CDMX, como capital de la República; asimismo, se acordaron reglas antimonopólicas para favorecer la competencia económica y coadyuvar al desarrollo económico del país.
Desgraciadamente, en contraparte a todo lo positivo, la voracidad del equipo peñanietistalo llevó a concluir el sexenio quedandocatalogado como el gobierno más corrupto de los últimos tiempos, además de que su insensibilidad política y complicidad con AMLO los condujo a perder contundentemente las elecciones del 2018, yarrastró a sus otrora aliados en el Pacto al desprestigio ante la sociedad .
Señalaba que en medio de la complicada situación en que el PRD se desenvolvía, al llegar a las elecciones del 2015 logramos una votación mayor que Morena en su primera participación como partido nacional, aunque al mismo tiempo el PRD experimentó una brusca caída en su porcentaje electoral, a la que le siguieron una serie de erróneasdecisiones, motivadas por la pretensión de darle al partido un nuevo rostro, con nuevas propuestas ante la sociedad.
Carlos Navarrete, a la sazón Presidente Nacional del PRD, renunció y se nombró, impulsado por una de las corrientes del partido y el consentimiento de todos, a Agustín Basave en esa responsabilidad, a pesar de no militar ni conocer el partido. Si bien en ese periodo se tomaron importantes decisiones para las elecciones locales del 2016 en Veracruz y Quintana Roo, la gestión de Basave como dirigente perredista fue un desastre; a los pocos meses renunció al partido y a su presidencia.
No hubo balances ni autocríticas y se decidió designar en su lugar a Alejandra Barrales como presidenta sustituta, a propuesta de Miguel Ángel Mancera, quien era Jefe de Gobierno de la CDMX, dentro del marco de una nueva correlación de fuerzas en la dirección nacional, cuya mayoría se propuso aislar y minimizar al grupo de Nueva Izquierda (“los Chuchos”).
Barrales tampoco conocía al PRD y su verdadera aspiración era ser candidata a la Jefatura de Gobierno, a la par que Mancera lo pretendía para la Presidencia de la República.
Fue este equipo dirigente el que condujo y concretó las alianzas con el PAN y MC para las elecciones del 2018, mismo que definió la mayoría de las candidaturas y las listas plurinominales federales.
Así fue como se acordó la candidatura presidencial de Ricardo Anaya y la de Barrales para la Ciudad de México, quien fue sustituida por Manuel Granados en la Presidencia Nacional del PRD, y que tampoco conocía nada del partido, pero que fue la propuesta de Mancera y del equipo dirigente mayoritario a nivel nacional.
Los resultados electorales del 2018 fueron desastrosos para Anaya, Barrales y el PRD, frente al fenómeno político encabezado por AMLO, el cual arrasó con la oposición a nivel nacional.
Después de ese año el PRD no pudo despegar ni levantar vuelo. Continuamos dando tumbos para definir el rumbo del partido, así como para acordar las medidas que deberían tomarse para consolidarnos en los estados con mayor presencia y enraizar en aquellos donde nuestras votaciones seguían siendo muy bajas. Así, en ese 2018 ante la renuncia de Granados a la dirigencia perredista, se integró una dirección colegiada de cinco personas, una por cada corriente o grupo político interno, la cual funcionó hasta agosto de 2020, cuando entró la actual dirección nacional que está por concluir su mandato.
La reacción inmediata ante los desastrosos resultados del 2018 fue que ya no debíamos continuar con las alianzas electorales, sino caminar solos y, en todo caso, confluir con liderazgos y grupos afines para construir un partido con más fuerza y peso, incluyendo la posibilidad de cambiar de nombre, logo, lema y documentos básicos.
De ahí surgió la iniciativa de Futuro 21 en junio del 2019, con figuras como el doctor José Narro, Gabriel Quadri, Beatriz Pagés, Rubén Aguilar, Demetrio Sodi, Cecilia Soto, Miguel Ángel Mancera, Jesús Ortega, Fernando Belauzarán, Silvano Aureoles, Ricardo Pascoe y varios dirigentes perredistas más, como Guadalupe Acosta Naranjo y Angélica De La Peña.
Después de varias semanas de trabajo se logró elaborar un importante documento programático que se hizo público. Sin embargo, después de que por acuerdo de todos los integrantes de ese proyecto se hicieron tres estudios de opinión para ver qué pensaba la gente sobre la conveniencia de que el PRD cambiara de nombre, los cuales arrojaron que el partido debía reformarse pero no cambiar su nombre, las posiciones dentro de F21 se endurecieron. Mientras que en el PRD hubo muy grandes resistencias a cualquier cambio, los demás liderazgos no perredistas plantearon que si no había un cambio de nombre del sol azteca, ellos no se integrarían en un proyecto partidista amplio, con lo cual el proyecto de unidad se vino abajo y F21 fue desapareciendo paulatinamente de la escena política.
Con ello perdimos una importante oportunidad para tomar una decisión audaz y dar un salto hacia adelante. Cedimos a las presiones de dirigentes nacionales y locales que argumentaban la historia y el peso del partido, entre los cuales hubo quienes acusaron de traición a quienes sosteníamos la idea de abrirnos a la sociedad, porque incluíamos en el debate la posibilidad del cambio de nombre. La responsabilidad principal de que ese proceso se truncara fue del PRD.
Después de que se frustró lo de F21, una parte de los principales liderazgos nacionales del PRD efectuamos una reunión de varios días en Morelia para analizar nuestra situación interna y tomar decisiones importantes para relanzar al partido. Ahí acordamos un conjunto de acciones para abrirnos a la sociedad en todo el país, con especial énfasis en los estados con votaciones menores al 5%, estableciendo coordinaciones estatales que incluyeran a figuras externas, así como abrir la afiliación para incorporar a mucha gente que quería inscribirse.
Pero nada de eso se concretó porque de nueva cuenta se impusieron los intereses políticos grupales para proteger a sus aliados locales y asegurar lealtades por encima del interés general del partido. La afiliación se abrió por unos cuantos meses, acompañada de una serie de señalamientos sobre irregularidades en muchos estados de la República; de estas afiliaciones derivarían las conformaciones de los actuales órganos directivos estatales y de la dirección nacional, y que establecieron una nueva correlación de fuerzas, desde agosto del 2020. Todo ello, al final, empantanó el desarrollo del PRD.
Mientras tanto, se hacía evidente el carácter autoritario del gobierno de López Obrador, ante lo cual habrían de manifestarse dos puntos de vista políticos opuestos en el partido. De un lado, quienes plantearon que no debíamos confrontarnos con el gobierno, sino tender puentes para buscar un diálogo y construir acuerdos y, del otro lado, quienes sostuvieron que debíamos mantener una posición crítica y denunciar el carácter autoritario del obradorismo, sin renunciar a la posibilidad de lograr acuerdos en puntos específicos de coincidencias.
Fue en ese escenario del 2020 cuando se planteó la posibilidad de una gran alianza opositora de amplio espectro para enfrentar los riesgos antidemocráticos que significaban las reformas y decisiones del gobierno de AMLO. Así fue como empezaron a darse los primeros encuentros, impulsados desde la sociedad civil, entre PRI, PAN, PRD, MC y México Libre (de Margarita Zavala). Los partidos ahí representados dejábamos atráslas posiciones antialiancistas surgidas inmediatamente después del 2018.
En el seno de cada partido se dieron amplias discusiones. Si en el interior del PRD se habían afianzado los rechazos para ir de nuevo con el PAN, ahora se fortalecían los ánimos contra las alianzas ante la posibilidadde ir con el PRI y con Margarita. MC tomó la decisión de rechazar esa posible coalición electoral y se retiró de dicho esfuerzo.
En el PRD se valoraron riesgos. Se consideró que el interés del país y la salvaguarda del interés nacional estaban por encima de todo. No sin posiciones en contra decidimos ir a la construcción de una coalición electoral, lo cual se dio a conocer públicamente en noviembre del 2020. De ahí surgió después “Va por México” para contender en las elecciones del 2021.
Los resultados de esos comicios fueron sorpresivos para muchos. La coalición opositora logró el objetivo principal de quitarle al obradorismo la mayoría calificada en la Cámara de Diputados con lo cual se evitaba que modificaran por sí solos la Constitución; además la oposición triunfó en la mayoría de las alcaldías de la Ciudad de México. Si MC hubiera ido en la alianza, se hubiera logrado la mayoría simple en San Lázaro.
Una gran proporción de la ciudadanía vio con buenos ojos la unidad opositora en bien de los principios republicanos. López Obrador, por su parte, confió en que se repetiría el fenómeno del 2018, pero los efectos de la pandemia, declarada en 2020, y el mal manejo gubernamental al respecto, además de la excesiva confianza de Andrés Manuel, tuvieron su efecto para la fuerza gobernante.
Sin embargo, para el PRD los resultados numéricos y porcentuales no fueron los mejores, contrario a lo que esperábamos. Ganamos distritos uninominales gracias a la coalición, pero obtuvimos apenas poco más del 4% de los votos nacionales, en tanto que en la mayoría de los estados de la República estuvimos por debajo del 3% en las elecciones locales. Además, perdimos el único gobierno estatal que era Michoacán, donde fue decisivo el papel de la delincuencia en favor del candidato de Morena.
Sin embargo, después de eso no tomamos medidas de emergencia. Siguió la dinámica de no mover ni cambiar nada. La inercia conservadora de no reformar nada importante se mantuvo. Así transitamos las elecciones locales del 2022 y 2023, y arribamos al 2024 con los resultados que ya conocemos.
Al respecto, no se pueden desestimar los factores esenciales que provocaron el triunfo de la coalición oficialista, como componentes de una elección de Estado, denunciada principalmente por el PRD ante el INE y el Tribunal Electoral, y que estos organismos en su momento nos dieron la razón. Como componentes centrales de esa estrategia gubernamental estuvo el papel de la violencia protagonizada por la delincuencia organizada, solapada y protegida por el gobierno obradorista para favorecer a Morena en amplísimos territorios del país, lo cual fue decisivo para afectar el volumen y porcentaje de votos nacionales del PRD.
Por otra parte, se encuentran varios aspectos que son responsabilidad exclusiva de la Coalición Fuerza y Corazón por México, del manejo general de la campaña y del papel del PRD dentro de la alianza.
Me centraré en esto último, el papel del PRD.
Desde antes de conformar la alianza, no pocos dirigentes perredistas insistieron en que era mejor ir solos como PRD para preservar nuestro registro nacional, ya que la experiencia de los últimos años demostraba que así podíamos obtener mejores resultados; la alianza nos desdibuja, se decía. Los demás, la mayoría, argumentábamos que aquella no era la regla general, ya que los números arrojaban datos diferentes y hasta contradictorios al respecto; y que, en todo caso, la responsabilidad frente al país nos obligaba a ir dentro de esa alianza para, desde ahí, trabajar para preservar nuestro registro legal como partido nacional. Además, decíamos, la candidatura de Xóchitl ayudaría mucho más al PRD que yendo solos porque su discurso era más de contenido socialdemócrata, como el nuestro.
Lo que sucedió fue que sí nos desdibujamos como partido. Pero no tanto por ser parte de la coalición, sino porque no tuvimos la capacidad de comunicar qué era y qué proponía el PRD, qué le ofrecíamos a la sociedad.
Al final aparecimos como parte de un conglomerado dominado por Xóchitl, que era vista por el grueso del electorado como panista, y por el “PRIAN”, como lo etiquetó insistentemente el discurso pejista como parte de una estrategia gubernamental que invisibilizó al PRD.
Aunque mucha gente durante la campaña nos expresaba en diversos espacios públicos que estaba con nosotros, no tuvimos la capacidad de romper el cerco comunicacional para visibilizar lo que el PRD significaba dentro de la alianza. Aun cuando varias encuestas, confiables para nosotros, nos llegaron a dar hasta el 6%, no pudimos vencer la estrategia oficial que tenía como uno de sus objetivos la desaparición del PRD, ya que era el único partido de izquierda en el país. La gente no nos vió como un instrumento necesario y no nos votó en número suficiente.
Ahora estamos situados ante la posibilidad de que el nuevo régimen, que empezó a configurarse en 2018, concluya su objetivo con nuevas reformas constitucionales en las próximas semanas, antes de terminar el gobierno de AMLO. Los riesgos de una regresión antidemocráticas son una realidad. El reto es como enfrentarla exitosamente.
Sin hablar de los otros partidos situados en la oposición, sino del PRD, reitero que hemos cerrado un ciclo de vida. Ahora, quienes habiendo militado en este partido histórico durante muchos años seguimos estando comprometidos con un país mas justo, democrático y libertario, manifestamos nuestro compromiso para contribuir en la construcción de un nuevo ciclo de vida de las luchas democráticas, obligados a reinventarnos.
Y debemos hacerlo sin temores. Abrirnos a la sociedad, incorporar a liderazgos sociales emergentes, explorar nuevos caminos, asumir una nueva estrategia política, nuevo programa y nuevas reglas de organización, con rostros jóvenes y renovados, que aparezcan en su conjunto como un instrumento necesario de la sociedad para erigirnos como una izquierda moderna, de centroizquierda, socialdemócrata, comprometida con los impulsos y las causas de la gente, alejada de la mezquina lucha por cargos políticos y espacios de poder, especialmente alejada de la corrupción.
Lo nuevo que se impulse desde quienes estamos en el PRD no deberá ser una especie de "PRD.2.0", que pretenda conformarse a partir de lo que hoy nos queda de las estructuras de nuestro ya agotado partido, porque seria un grave error. Hemos perdido el registro legal nacional adquirido por el PCM hace 47 años, debemos reconocerlo con tristeza. Se ha cerrado un ciclo de vida y hay que contribuir a iniciar otro, con otras fuerzas, con nuevos componentes.
Somos herederos de lo mejor de las luchas del pueblo de México por democracia y mejores condiciones de vida. Mantenemos nuestras profundas convicciones de toda la vida. No nacimos ayer ni estamos muertos. Tampoco moriremos mañana. Seguiremos en la lucha.
LP