Con más de 20 años como paramédica, con experiencia en rescates urbanos, Vanessa Pérez Montes de Oca se ha convertido en la primera operadora de ambulancias en el Servicio de Urgencias del Estado de México (SUEM), luego de concluir satisfactoriamente el curso de conducción que avala sus capacidades.
El amor y la dedicación que le imprime a su labor le han permitido atender servicios de gran impacto, tal es el caso del derrumbe ocurrido en el Cerro del Chiquihuite, en Tlalnepantla; durante la pandemia de covid-19 atendió un parto en una ambulancia de estos servicios.
Su formación
La técnica superior paramédica, Vanessa Pérez Montes de Oca, comenzó con su formación en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), en donde cursó la carrera en Nutrición.
A partir de ese momento le surgió el interés por conocer cómo se atendían las urgencias médicas, así que comenzó como voluntaria en la Cruz Roja de Toluca.
“En fines de semana me dedicaba a ser paramédica y a veces entre semana porque tenía un horario mixto en la escuela, me daba oportunidad para estar ahí y desde ahí comencé”.
Después de varios años de alternar su formación académica con los servicios de emergencia y de capacitarse en distintas áreas, pasó a formar parte del SUEM.
Lo que más le gusta de esta profesión, asegura, es poder ayudar a la gente que necesita de sus servicios. Su mejor pago es el recibir una sonrisa, saber que los pacientes estarán mejor, “con eso ya estoy pagada”.
Capacitación constante
En el mismo proceso de atención, añadió, poco a poco se fue involucrando en otras áreas, entre ellas el manejo de las unidades de emergencia, y si bien esta tarea requiere de una mayor responsabilidad, siempre su disposición y amor por su profesión la han impulsado para conseguir sus metas.
“Se siente una gran responsabilidad, porque yo estaba acostumbrada a estar como copiloto, como paramédico y ahorita tengo esa responsabilidad de estar como operadora y como paramédica, es una doble responsabilidad”.
Principales retos
Señaló que uno de los mayores retos en su trabajo diario es el defender su lugar, su posición, su preparación, ya que lamentablemente en algunas situaciones continúan ciertos estereotipos de género que dificultan su crecimiento profesional.
“Me ha costado mucho porque tuve que hacer muchas cosas para llegar hasta aquí, me capacité, he tomado cursos en los que he sido la única mujer y me han tratado igual, hubo algunos instructores que me dijeron ‘no vas a poder’, pero les demostré que podía con eso y con más”.
Además su preparación le ha permitido ser una de las pocas mujeres rescatistas, llenado así sus propias expectativas y la de los demás, pues ha participado en situaciones que requieren de todo un trabajo coordinado, siempre pensando en el bien de la población.
Actividades
Su jornada laboral comienza poco antes de las 8:00 de la mañana, pues todas las unidades deben limpiarse y desinfectarse previo a los servicios, posteriormente se coloca su equipo personal, a partir de ahí se sectoriza y comienza con los servicios.
Dependiendo el día, si es quincena, fin de semana o puente, los servicios incrementan, por ejemplo, en días normales sin festejos se registran alrededor de cinco servicios; en contraste, en fechas como vacaciones, quincenas o fines de semana, éstos se duplican, alcanzando hasta 10 servicios por unidad.
A pesar de lo intenso de sus jornadas y de la exigencia que implica, invitó a aquellas mujeres interesadas en la atención de emergencias a cumplir este sueño y esforzarse, capacitarse y demostrar que esta área también es para mujeres.
“Si tienen una ilusión, materialícenla, una de ellas es ir contra viento y marea, lucha por lo que ellas piensan y lo que ellas creen”.
JASJ