Por abuso en el consumo de metanfetaminas, mariguana, opiáceos, alucinógenos, sedantes y la mezcla de múltiples drogas, cada vez más adolescentes y jóvenes terminan en los servicios de urgencias del país.
Durante 2023, poco más de 19 mil personas de 10 a 29 años fueron atendidas de emergencia por consumir sustancias psicoactivas, esto es 5.7 por ciento más que las 18 mil auxiliadas durante 2018 y 36.7 por ciento más que las casi 14 mil tratadas durante 2012.
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Las urgencias juveniles por abuso de drogas estimulantes –entre ellas las metanfetaminas– fueron las que más crecieron al dispararse 1,350 por ciento entre 2012 y 2023. Según datos de la Dirección General de Información de la Secretaría de Salud (DGIS), pasaron de 109 a mil 580 casos, en sólo 11 años.
En el mismo período se triplicó el número de adolescentes y jóvenes que llegaron de emergencia al hospital por consumir cannabinoides (256 por ciento), opiáceos (225 por ciento) y sedantes o hipnóticos (224 por ciento).
Los registros oficiales también revelan un incremento de 396 por ciento en las urgencias médicas de jóvenes que combinaron drogas diferentes, pasando de mil 045 a 5 mil 182 eventos entre 2012 y 2023.
Las atenciones hospitalarias por uso de alucinógenos subieron 108 por ciento; y por cocaína, 90 por ciento.
En cambio, las urgencias médicas por abuso de alcohol, aunque siguen siendo cuantiosas, cayeron 24 por ciento.
Y aun así, hay subregistro de casos
A decir de Angélica Ospina-Escobar, investigadora del Programa Política de Drogas A.C. y colaboradora de International Crisis Group, estas cifras están subestimadas ya que la población adicta tiene dificultad de acceder a los servicios hospitalarios por las condiciones de estigma, discriminación y criminalización que enfrentan.
“Quienes llegan a urgencias son los menos, porque necesitan haber pasado por un montón de barreras. Por ejemplo, las ambulancias no siempre quieren levantar a la gente que vive en situación de calle o a la más vulnerable, que es la gente con más riesgo de sobredosis, porque consumen sustancias de menor calidad”, señala la especialista.
Aun así, “lo que vemos en los datos es que sí hay un aumento muy importante tanto en las muertes como en las urgencias por consumo de sustancias”.
Las urgencias médicas no son un indicador para saber en qué punto está el consumo de estupefacientes a nivel nacional, o si este ha crecido o no, pero sí ofrecen un panorama de las consecuencias asociadas a su abuso.
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Drogas ilícitas desplazan al alcohol
Aunque el alcohol sigue siendo la principal sustancia por la que los jóvenes llegan a urgencias, cada vez hay más casos de sobredosis por otras drogas.
En 2012, 78 de cada 100 adolescentes y jóvenes que llegaban al hospital por abuso de sustancias lo hacían por beber alcohol. Casi cuatro quintas partes. El año pasado la proporción bajó a 43 de cada 100, menos de la mitad de los eventos de emergencia.
En paralelo, el uso de metanfetaminas y otros estimulantes pasó de representar menos de uno por ciento de todas las urgencias juveniles hace 11 años a 8.3 por ciento en 2023. Y las urgencias por la mezcla de estupefacientes pasaron de 7.5 a 27.2 por ciento del total.
El consumo de cannabis, opiáceos, sedantes y cocaína también constituyen hoy una mayor proporción de las urgencias en relación a lo que representaban hace poco más de una década.
El resultado es que actualmente más de la mitad de las urgencias médicas juveniles por abuso de sustancias se debe al consumo de drogas ilícitas, principalmente metanfetaminas.
Alma Díaz, subdirectora del Observatorio Mexicano de Salud Mental y Adicciones, indica que “ha habido una transición epidemiológica, donde se traslada sobre todo el consumo de mariguana hacia el consumo de metanfetaminas o estimulantes de tipo anfetamínico”.
En el diagnóstico coincide José Ángel Prado, director de Operación y Patronatos de Centros de Integración Juvenil (CIJ), quien advierte “un aumento impresionante de consumo de metanfetaminas de tipo cristal” entre los pacientes que solicitan tratamiento en esos centros.
El daño es cada vez mayor
La información con la que cuenta Prado sobre los pacientes que atienden los CIJ es distinta al de las urgencias médicas, aunque revela la misma realidad preocupante: los jóvenes cada vez consumen drogas más duras y lo hacen con mayor frecuencia, lo que se traduce en un mayor daño.
“La gran preocupación, donde sí hemos visto un cambio radical, es el daño en los pacientes consumidores. Hace 15 o 20 años veíamos una gran cantidad de jovencitos experimentadores de mariguana, alcohol y tabaco que llegaban a servicios de tratamiento... Ahora estamos viendo mayor severidad en el consumo de sustancias y un mayor daño en pacientes.
“Por ejemplo, en consumidores de cristal (vemos) una gran cantidad de trastornos mentales: trastornos psicóticos que antes los CIJ casi no veían, personas que vienen agitadas, violentas, alucinando, con depresión, trastornos de ansiedad más severos y aumento de ideación suicida”, alerta el especialista.
Prado también destaca que en los últimos años se ha dado un repunte en el consumo de cocaína y un incremento en el consumo de bebidas alcohólicas por parte de mujeres adolescentes, que ya iguala al de los hombres.
Para el directivo de los CIJ, el incremento en el consumo de sustancias ilícitas, especialmente las de origen sintético, tiene que ver con la pérdida de percepción de riesgo, la facilidad para conseguir las sustancias y el aumento de la tolerancia social. “Esos tres factores son fundamentales para que el consumo de sustancias se dispare.”
Aunado a la popularidad y facilidad para adquirirlas, también influye que es muy barato producirlas en grandes cantidades. Además, agrega Prado, “hay una gran presión por parte de los grupos de la delincuencia organizada para que se venda y se consuma”.
El pasado 6 de marzo, Evalinda Barrón, directora de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama), de la Secretaría de Salud federal, reconoció el aumento en el consumo de drogas sintéticas debido a su bajo costo y alta disponibilidad.
“Ahí tiene el consumo de cristal y metanfetamina, que, en efecto, ha aumentado considerablemente el consumo y tiene que ver con los costos y con la accesibilidad, y factores de riesgo sociales, económicos, políticos, de violencias que hay en el país”, dijo durante la presentación del informe 2023 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE).
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