Con su voz, ojos o alguna parte del cuerpo, integrantes de la Estudiantina de la Asociación Pro Personas con Parálisis Cerebral (APAC) celebraron a todo pulmón el otorgamiento del Premio Nacional de Calidad, en la categoría Organizaciones con Impacto a la Sustentabilidad, que entregó la Secretaría de Economía y el presidente Enrique Peña Nieto el miércoles en Los Pinos.
Interpretaron baladas de pop, rock y bachata, parte de un catálogo de canciones que los ha llevado a cantar en noches de bohemia organizadas por universidades del país, en el Palacio de Bellas Artes o en la Sala Ollin Yoliztli.
En esta ocasión optaron por un repertorio juvenil para festejar que APAC recibiera, a sus 48 años de haberse constituido, dicho reconocimiento por contar con modelos de desarrollo sostenido que han impactado en la inclusión económica y social de más de 23 mil alumnos, algunos con discapacidad psicomotriz severa.
Leonor Ortiz Monasterios, presidenta del patronato de APAC, recordó que para obtener el certificado y reconocimiento del Instituto de Fomento a la Calidad Total AC, encargado del Premio Nacional de Calidad, se sometieron a rigurosas evaluaciones sobre su organización y administración. “Les digo, no nos fue fácil, hubo llantos y sangre”.
En la segunda ceremonia de entrega del reconocimiento por parte de Ana Aceves, directora para el Instituto de Fomento, la escritora Ángeles Mastretta fue invitada especial por apoyar a la asociación, donde conoció a una de sus lectoras.
Angélica Delgado tiene 45 años, padece parálisis cerebral atetósica, de las más severas por provocar movimientos involuntarios en músculos, lengua y mandíbula.
La estudiante ha dedicado dos décadas de su vida a terminar la preparatoria abierta. Ha pasado 33 materias y solo le falta presentar el examen de inglés seis para convertirse en la segunda mujer, con capacidades diferentes, en obtener su certificado regular por parte de la Secretaría de Educación Pública y, con ello, continuar con sus sueños de convertirse en escritora.
“Tienes que contar tú esfuerzo”, le dijo Mastretta. Se comprometió a enviarle libros, uno de ellos, alusivo a la epilepsia que padece la narradora desde los 14 años a causa de cisticercosis y hoy está controlada.
“Tenía migraña y dolor de cabeza tres veces a la semana. Llevaba dulces en la mano para decirle a la gente “hola, ¿cómo está?, ¿sabía que me puede pasar esto? La gente me veía como diciendo, ¿y a mí qué? Mis padres, en especial mi madre, me dijeron que eso no importaba, que tenía que salir adelante. Terminé la preparatoria y la universidad, viví mi vida excepcional, me iba de aventones y me mudé de Puebla a la CdMx. Con el tiempo me dieron las dosis exactas de medicamentos y se controlaron las crisis”, señaló Mastretta.