Todo comenzó con mucha paz este 8 de marzo, la marcha estaba programada para las 7:00 de la tarde, pero desde antes de las 5:00 ya estaban llegando las mujeres a la Explanada de los Héroes, en Monterrey.
La Asamblea Feminista de Nuevo León por un lado ajustaba su equipo de audio para las chicas que iban a cantar, y en las escaleras del Palacio de Gobierno otros colectivos como Grupo Amores y Fuerzas Unidas por las Desaparecidas de Nuevo León pasaban lista de las mujeres que un día simplemente dejaron de verse.
Junto a ellas se encontraban las mujeres trans, que hablaban no solo del respeto que merecen, sino de promover una sociedad en la que las infancias puedan vivir sin miedo a expresarse.
Y mientras que unas exponían en un tendedero a sus agresores, con fotos de hombres acusados de abuso y violación, otras bailaban y desfilaban en una pasarela de empoderamiento que no necesitaba escenario ni otra cosa que el aplauso y el buen ánimo de las compañeras.
En otro punto, junto a la Macroplaza, había un pequeño grupo de vendimia con productos diversos. Hasta ahí llegó Mariana Rodríguez, la primera dama del Estado, que después regresó a las escaleras del Palacio de Gobierno para escribir junto a las otras mujeres que ya estaban ahí, una consigna en una cartulina blanca: "Nos sembraron miedo, nos crecieron alas".
Algunas la saludaban y otras le pedían foto, pero, en su mayoría, preferían no hacer mucho caso de su aparición, como si se tratase de una más.
Señoras, jóvenes y niñas, empezaban a acomodarse en la explanada preparando el orden del contingente. Al frente de la batucada, una línea de chicas con tarolas y baquetas que le daban ritmo a la marcha, detrás de ellas las mujeres con discapacidades, las sillas de ruedas hasta adelante, y, entre ellas, una mujer dictaba las consignas en lengua de señas para todas.
Enseguida marchaban las madres con sus hijas e hijos, este colectivo llevaba carriolas y a pequeños de la mano que también cantaban a coro ¡vivas se las llevaron, vivas las queremos!
Para las 7:00 ya no cabían todas en la Macroplaza y el contingente avanzó por la calle Juan Ignacio Ramón, en calma y a paso moderado. "El que no brinque es macho" y saltaban todas por las calles del primer cuadro de Monterrey.
A las orillas iban las mujeres policías, con la intención de resguardar el orden, que por lo menos hasta las 7:40 imperaba.
De pronto una que otra, con aerosol en mano, realizaba pintas en paredes o postes por donde pasaban y si alguien intentaba tomar foto de sus rostros, otras mujeres lo evitaban. Se cuidaban entre ellas, incluso de alguna forma lograron identificar a una mujer que acusaron de "infiltrada", gritando en modo de advertencia "ella viene con la policía, sáquenla", mientras que la mujer prefirió alejarse del contingente, con dirección al Palacio Municipal de Monterrey.
Tampoco aceptaron que la titular de la oficina Amar a Nuevo León se uniera al contingente, pues Mariana Rodríguez intentó colarse a medio camino con el colectivo de Mamás Feministas, quienes notaron su presencia y no la quisieron ahí, obligando a la esposa del gobernador a salirse y caminar un poco más atrás.
Cuando algunas ya estaban llegando de nuevo al palacio de Cantera, otras que venían apenas por la calle Ocampo comenzaron a hacer destrozos ya de mayor gravedad, siendo el blanco una florería. Los otros negocios de la zona prefirieron cerrar más temprano, incluso algunos protegieron sus fachadas desde antes.
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La fachada del Palacio de Gobierno, al término de la marcha, ya tenía algunas pintas, pero pasados unos minutos después de las 9:00, cuando la Asamblea ya había terminado de hablar por el micrófono de la injusticia que se vive en Nuevo León por todos los casos de mujeres desaparecidas, que hasta el momento son mil 776, la protesta subió de tono.
El bloque negro o grupo radical ya había llegado hasta este punto y cuando la gente comenzaba a retirarse, una de ellas intentó romper uno de los vitrales con un palo de madera, pero este rebotó, pues la ventana estaba cubierta de un plástico protector, sin embargo, más tarde encontraron que un martillo y muchos golpes sí alcanzaban a derribarlo.
En un abrir y cerrar de ojos la protesta escaló a tal grado que el grupo antimotines salió a proteger el recinto, cuyas ventanas y puerta ahora ardían en llamas. Algunas incluso ingresaron al Palacio en donde hicieron pintas y prendieron fuego a sus carteles y pañuelos.
Así como comenzó este movimiento de parte del grupo radical, así poco a poco se fueron dispersando todas.
Los Bomberos llegaron y apagaron el incendio, un grupo de policías se quedó haciendo una barrera al frente. No se reportaron personas detenidas.
De pronto, la noche volvió a ser calma pero en las paredes quedó huella de que las mujeres de la ciudad no están contentas, porque les falta Laura, falta Mayela, falta Marcela, faltan mil 776 mujeres en el estado por las cuales otras 20 mil marcharon hoy.