Agustín despertó cada día durante varios lustros para trasladarse a su trabajo en una de esas empresas alimenticias cuya producción principal es la elaboración de botanas hasta que, en el año 2019, sus servicios ya no fueron requeridos y le despidieron.
Pero no se amedrentó. Dicen por ahí que las épocas difíciles lo son también de oportunidades y él encontró la suya casi de inmediato.
La historia
Acepta la entrevista de buena gana y empieza a platicar sobre la decisión de dedicarse al comercio.
“En el 2019 me despidieron, trabajaba en una empresa de botanas; hoy tengo 57 años bien vividos y bien agradecidos”.
Es comerciante desde hace cuatro años y vende productos para la limpieza y jarciería en una camioneta tipo vanette en la que transporta pequeños contenedores plásticos con jabón para trastes, detergente para ropa, aromatizantes y limpiadores para piso, todo líquido; también hay escobas y trapeadores, jergas, trapos para cocina, fibras, algunos artículos de plástico útiles para labores de la cocina y el jardín, microfibras, maceteros, ganchos, pinzas para ropa y un montón de aditamentos más para el hogar.
“Sucedió como en todos lados, llega uno a una edad en la que ya no les sirve uno, a pesar de que ya dejo uno sus mejores años allí (…) desgraciadamente estamos en un país donde si no eres joven no te dan trabajo aunque no tengas la experiencia, pero ya que la tienes gracias a Dios, ya te dicen que la edad. Estamos jodidos en este país porque prefieren explotar a la juventud aunque no tenga experiencia y la experiencia dejarla a un lado, hacerlo a uno inútil, y uno no lo es”, comenta con cierto dejo de molestia y decepción.
Recuerda que el producto de su liquidación lo usó para comprar una camioneta Nissan vieja porque siempre había tenido la visión de contar con un negocio propio y esta era la oportunidad de concretarlo. Durante varios días le dio vueltas a la idea, pero fue su familia quien de alguna forma le abrió los ojos.
Su mamá vive en la Ciudad de México y una de sus hermanas tiene una cuñada que se dedica a la venta de ese tipo de productos al mayoreo, así que decidieron venderlos también en la casa familiar y, aunque las ventas no son tantas porque finalmente solo comercializan a los vecinos en los alrededores, se dieron cuenta que ahí había un negocio. Ya tiene 20 años vendiéndolos en casa.
Su hermana le recomendó entonces dedicarse a lo mismo y hablar con su cuñada para ofrecerle un buen precio en las compras al mayoreo, además de proporcionarle algunas fórmulas para poder elaborarlos, lo cual no sucedió porque se requiere, espacio, tiempo y lo más difícil, inversión.
“Siempre tuve la visión de un negocio y como en todo se empieza sufriendo porque había días que vendía tres pesos, otros que vendía 6 pesos, 10 pesos y así fue durante un año. De ahí fueron subiendo las ventas, se fueron incrementando y cambié de vehículo, me compré una vanette viejita y le hice una adaptación y seguí vendiendo los productos y gracias a Dios se empezó a vender un poquito mejor”.
Las oportunidad siguieron aumentando, al igual que las ventas, y logró cambiar la unidad por una de esas que usaba Telmex, un poco más moderna, y meses después, con el producto de la venta de esta última, con lo que le quedaba de la liquidación recibida y con lo guardado del negocio pudo comprar otra vanette que le salió de oportunidad, de esas que usaba Sabritas y en la que ahora tiene el negocio.
Es un modelo 2005 que compró por 65 mil pesos, la agarró en oferta porque la tenía una señora que ocupaba para vender verdura, pero se enfermó y ya no pudo vender y la tuvo detenida cerca de un año “hasta que decidió venderla, un conocido me aviso y la compré”.
El emprendimiento
“La cuñada de mi hermana surte el producto en diversos puntos del estado como Tizayuca y Pachuca, cuando venía me preguntaba si quería que me surtiera y pues yo aceptaba, pero no duré mucho trabajando con ella por lo mismo de que cuando empecé estaban las ventas muy bajas y ahora una de sus hijas de la señora esta puso un negocio en Tizayuca y ella es la que me surte, me traen el producto a partir de cierta cantidad, así estoy trabajando”.
Luego de despachar un litro de cloro y dar bendiciones a una de las primeras clientas del día, dice que este producto, junto con los jabones líquidos para ropa blanca o de color y el usado para trastes, son los que más se venden en su negocio, además de las escobas, trapeadores, cepillos, microfibras, y jergas, “porque tengo todo lo necesario para mantener limpia una casa, un negocio o una empresa”.
El negocio le da lo suficiente para irla pasando, agrega, “vamos sobreviviendo esperando que llegue la edad de la pensión para vivir un poco más desahogado, y eos será hasta dentro de tres años”.
Dice que ha querido vender otras cosas porque la gente se lo pide, en especial cosas de ferretería, pero falta el dinero, capital para invertir, se ha detenido.
De hecho esa es también la razón por la que solo vende de fijo en el fraccionamiento Colinas de Plata porque si se hace móvil o decide irse a otros sitios tendría que aumentar el precio de los productos por el costo de la gasolina y los gastos que conlleva el mantenimiento del vehículo.
“Acá gracias a Dios se vende porque no gasto mucho en gasolina, porque estoy aquí fijo, los precios son accesibles y por eso gracias a Dios se han incrementado las ventas y aparte de que el producto es de muy buena calidad”.
Agustín Guevara Rangel asegura que no hay una mejor época de ventas de estos productos porque al ser de primera necesidad todo el tiempo las hay, “en un mal día puedo llevarme unos 300 pesos”.