Alejandro aprieta las tuercas de su literatura en un yonque

Entrevista

Alejandro Vázquez Ortiz combina la literatura con el negocio familiar: el manejo de un yonque de autopartes. Este último lo ha llevado a desarrollar su narrativa con Yonque y El corredor o las almas que lleva el diablo, su nueva novela

Mientras desarmaba un motor, Alejandro relató su vida entre dos mundos. Leonel Rocha
Israel Morales
Monterrey /

Sobre Miguel Alemán, en la entrada a La Huasteca, en Santa Catarina, ahí está un yonque donde recibe a sus clientes Alejandro Vázquez Ortiz, quien además de dedicarse al negocio de las autopartes es escritor. Algo fuera de lo común, quizá, pero a estas alturas ha escrito varios libros, dos de ellos con referencias al mundo de los autos: Yonque y El corredor o las almas que lleva el diablo (Penguin Random House), su nueva novela que va a presentar en la UANLeer este 19 de marzo a las 18:00 en Café Literario. De su oficio de escritor y yonquero nos platica. 

 ¿Platícanos de tu nueva novela El corredor o las almas que lleva el diablo?

Es sobre una carrera con todo el mundo industrial, del acero, de los motores, que es un mundo que conozco. Una novela coral con personajes como el Acerero, La Muerta y La Tortuga, más otros personajes siniestros.

En este caso, ¿compararías la vida con correr un auto?

En muchos aspectos la vida, y sobre todo en Monterrey, tiene que ver con esta condición automotriz, de que estamos orillados a tener carro. Esta construcción de la ciudad desparramada nos obliga que hasta el más destartalado de los autos tiene que funcionar.... y claro, metidos en toda la situación de capitalismo, de la competencia, del ganar, del ser más... pues la carrera es la analogía ideal.

¿Hay un yonque en tu familia?

Sí, a eso nos dedicamos. A desarmar motores, a usar refacciones, y lo que no, se va a fundición.

¿Y cuál es tu labor?

Yo me dedico a clasificar las piezas, me llegan, si sirven hay que medirlas, si está golpeada decidir si se desecha o si está buena se marca y se almacena para tenerla presente a la hora que llega un cliente. Por eso conozco las partes y es un mundo de detalles.

¿Por qué te fuiste por el lado de la escritura?

En la adolescencia me nació esto de la escritura leyendo a Stephen King, a Henry Miller, buscando entre la biblioteca de mi padre. Después me fui a España a estudiar, pero regresé y entré al negocio familiar y llegó un punto en donde dije: vamos a fusionar estos dos mundos. El que ya traía de la escritura y este otro de lo inhóspito, violento, que se puede rascar y generar historias.

¿Cómo compaginas ambos oficios?

Buscando los tiempos libres. En el día estoy metido en las entrañas de los motores. Me los sé de cabo a rabo y es lo que da la papa. Mi padre siempre me ha dicho que los fierros son muy nobles. Y si es cierto: tú guardas un fierro y al cabo de dos o tres años, alguien te va a venir a preguntar por ese fierro. Y así lo combino, por cierto, también con el oficio de la edición en An.Alfa.Beta.Más o menos sí son dos mundos dispares y raros, y gente de acá del trabajo que se entera que escribo me dicen: “Escribes El libro vaquero o qué”, sí se sacan de onda, pero pues es parte de los dos mundos que coexisten. 

¿Cuántos carros tienes?

Un carro y una troca en reparación. El auto es Chevrolet Trax 2016, motor 1.8 de doble árbol con engrane de tiempo variable. La Silverado es 73 con un 350 V8 5.7 de aspiración carburada. De hecho le compré un carburador de 4 gargantas y toda la onda, para que funcione bien.


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