Claudia Hernández, cocinera tradicional de Santiago de Anaya con la sabiduría y el amor en sus guisos

Historia

Este sábado, cumple dos años haciendo guisos en su cocina de penca, en donde surge la magia entre ollas y comales de barro, la experiencia y la habilidad para preparar platillos únicos que cuentan una tradición en cada bocado

Claudia comenta que entrar a su cocina es compartir parte de su historia, de su vida mientras crea magia con sus manos (Elizabeth Hernández)
Elizabeth Hernández
Santiago de Anaya; Hidalgo /

Claudia Hernández coloca el molcajete sobre su mesa de trabajo, le añade dos ajos, chiles secos, sal y con la piedra, inicia el movimiento para hacer una pasta a la que le añade unas cucharadas de escamoles, que se van mezclando poco a poco al tiempo que la leña arde y el mole que ha preparado desde la mañana hierve, dejando un aroma en toda la cocina de pencas de maguey que construyó junto a su familia.

Entrar a esta cocina de humo, como le llama Claudia, es compartir parte de su historia, de su vida mientras crea magia con sus manos, el saber que porta en su memoria en cada platillo, y mientras echa nopales recién cortados en pequeños cubitos, le vienen a la mente recuerdos de infancia.

“Teníamos una casa así, como ésta, y dormíamos en un petate con una cobija para que no nos diera frío, mientras mi mamá cocinaba.
 Esta cocina la construimos hace dos años, durante pandemia, mientras todo habían cerrado, así que fue un trabajo duro porque reunimos las pencas, son cuatro mil, luego la madera para hacer la estructura y miren, esta cocina es más moderna porque ya no tenemos que cocinar en el piso como antes, cuando mi mamá nos enseñó, ahora es alta y el fogón es más alto”, dice con una sonrisa, mientras toma un pedazo de masa, toma una porción y con habilidad, realiza unas “gorditas de masa” que coloca en su comal.

La cocina de penca de Claudia Hernández se ubica frente a su casa, en la comunidad de Hermosillo en el municipio de Santiago de Anaya, misma que está rodeada de plantas que ella misma ha plantado, “y tengo este clavel que, en 1975 me regaló una maestra y he regalado coditos y sigue viva y dándome flores, otra más es ésta que me dio mi hija, ésta es una mala madre y cada árbol que está en mi jardín los he sembrado yo: el de aguacate, el de moras, también el de pitaya, nísperos y más”, platica.

Claudia viste con una blusa bordada y una falda que combina con el listón que ha trenzado en su larga cabellera, mientras continúa platicando de su cocina en donde hay ollas de barro colgadas, jarritos, platos todo de barro, y una mesa que ha colocado casi frente al fogón, que adorna con un guaje que ha convertido en florero, con un ramo de bugambilias moradas.

En una esquina, un rifle oxidado, “pero lo tengo ahí como recuerdo, ya que mi papá lo llegó a utilizar hace muchos años, antes de que crearan la vacuna contra la rabia, ya que luego había perros contagiados que se aparecían por las casas y tenían que sacrificarlos, fue una etapa dura, pero qué bueno que llegó la vacuna”.

Es así como sirve el mole con nopales y escamoles en platos de barro, y las gorditas que se acompañan con una ensalada de nopales y salsa roja, picante, pero con el sabor único que tienen las manos de Claudia, quien con orgullo señala que cada receta la trae en su cabeza, no hay nada escrito, todo es herencia generacional “y ahora mis hijas me ayudan, hasta mi yerno que ya aprendió a hacer algunos platillos”, por lo que Claudia espera que este sábado, llegue mucha gente a su casa, a celebrar dos años de esta cocina que se volvió realidad y para la que preparará un horno de borrego criollo, mole verde y rojo, habas, frijoles quebrados, quelites, alberjones y gorditas de diferentes guisos, atole y gelatina de aguamiel, y habrá pastel porque también cumplí años, una vida feliz, por lo que espero poder compartirlo con mucha gente”, concluye, no sin antes tomar un vaso de agua de limón, mientras disfruta de estar en su fogón, cocinando lo que, desde pequeña, aprendió a realizar.


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