Este tercer domingo de junio es una fecha muy especial en nuestro país porque se festeja a una figura importante en las familias mexicanas.
Algunas se reúnen en la sede original del núcleo familiar y hay abrazos, regalos, bromas y el infaltable momento de las anécdotas; las mesas se disponen con el platillo favorito del festejado y entre los lugares disponibles siempre hay espacio para el amor y el cariño.
Otras optan por salir a algún lugar para celebrar y hay también quienes deben pasar este día sumidos en el recuerdo y la tristeza por la ausencia de un padre.
Para otros, este será un día tan normal como cualquier otro en el que tendrán que salir de casa a buscar el sustento diario porque esa es y ha sido su historia.
Como lo ha hecho desde hace varios años, Faustino pasará ese día también trabajando. Seguramente estará un rato en casa y no perderá oportunidad de juguetear un poco con Ilangael, quien tiene ya siete años, y también con el más pequeño, Ian Mateo, quien apenas cuenta con un par de meses de haber llegado al mundo.
Han pasado 10 años desde que con su pareja decidieron formar un hogar y asentarse en esta nuestra seca y ventosa capital. Acá se empezó a entretejer la suya, una vida de esfuerzo y trabajo conjunto para sacar adelante a la familia, a todos ellos.
Él se dedica al comercio desde hace tiempo. En la actualidad vende aguas frescas, riquísimas por cierto, hechas con coco, además de que también comercializa este fruto con su buena dosis de chilito y limón para los visitantes y transeúntes que por alguna razón llegan al Centro Histórico de Pachuca, justo frente al icónico Reloj Monumental, bajo el semáforo ubicado en la confluencia de las calles Independencia y Ocampo.
“Soy comerciante porque es un trabajo honrado, decente y me da la oportunidad de ganar unos pesos para mi familia”, dice con orgullo.
Faustino es originario de Acaxochitlán, donde viven todavía sus padres y su hermana, aunque solo los visita cada dos meses porque hay que trabajar.
Dice que esta vez festejará el día del padre trabajando “porque no hay de otra” y como siempre, desde las 12 del día hasta las 4 de la tarde auqnue espera que las cosas mejoren porque al disminuir la temperatura bajaron las ventas. Él no quiere ni desea nada en particular y asegura que recibirá con mucho cariño lo que le den pero “el mejor regalo es estar con ellos, lo más importante es que estén sanos y bien porque para eso me parto el alma”.