Infinnitoo: el proyecto propio que convierte el arte en metal

"Nunca sabes hasta dónde serás capaz de llegar; dedícate a un proyecto propio"

En el negocio están involucrados los hermanos Janet, Armando y Martín. (Alejandro Evaristo)
Alejandro Evaristo
Pachuca /

Los hermanos Janet, Armando y Martín son artesanos originarios de la ciudad de Pachuca y se dedican al trabajo de macramé y al proceso de sublimación en metal.

Martín es quien esta tarde es responsable de atender el negocio en la feria artesanal a un costado del reloj monumental en la capital del estado y accede a platicar sobre su experiencia como emprendedores.

Para empezar, reconoce que no planeaban iniciar este negocio y que todo surgió esporádicamente hasta que, en algún momento, empezaron a experimentar y buscar nuevas formas para poder salir adelante. 

Se encontraron con la sublimación y en un principio pretendían hacerlo con acrílico pero era más difícil, siguieron investigando hasta que se encontraron con la opción de poder hacerlo en metal, investigaron cómo se hacía y empezaron a hacer pruebas.

Esos fueron los inicios de Infinnitoo y, por supuesto, sus productos llaman la atención.

¿Quién no conoce el nombre del chaval de rojo y azul que trepa paredes y cuida al vecindario con sus poderes arácnidos?, ¿hay alguien que desconozca al niño que se traslada en una nube voladora buscando unas esferas junto a un dragón?, ¿y esa especie de animal regordete cuya apariencia oscila entre conejo, gato y búho pero que muchos identifican como troll? Variedad y creatividad, para ser honestos, es lo que sobra. 

En equipo

La sublimación se refiere a la transferencia de tintas a una superficie metálica que previamente ha sido tratada con algún tipo de esmaltado para poder colocar en ella cualquier clase de imagen sobre cualquier superficie, pero ello se dedican prácticamente al metal, especialmente en cuadros, dijes o pines. Su emprendimiento es joven, acaban de empezar hará cosa de unos dos meses y, por fortuna, les ha resultado bien. 

Comprobado ha sido que es muy difícil pasar de largo cerca de una vendimia en la que destacan cuadros tan divertidos como originales: por allá está un Tótoro bajo la noche estrellada de Van Gogh, también encontramos a la propietaria de una de las sonrisas más icónicas en la obra de Leonardo da Vinci, en cuyo regazo originalmente vacío descansa un enorme gato amargado que al parecer no es de La Gioconda, y un sin fin de personajes más.

Como se ha mencionado, se trata de un negocio familiar en el que están involucrados él y sus hermanos Janet y Armando, quienes hacen lo suyo para poder concretar este proceso creativo.

“Juntamos los conocimientos que cada uno tenía sobre lo que es arte, sobre lo que es el trabajo de metal y lo relacionado con la tecnología para poder diseñar en computadora. Unimos nuestros conocimientos para hacer este tipo de trabajo”, dice Martín para después suspender momentáneamente la charla y poder atender a una pareja que se detuvo a ver la variedad de cuadros y preguntan costos, procesos y demás.

Mientras él está en su faceta de vendedor y responde los cuestionamientos sobre sus productos, tenemos la oportunidad de revisar una parte del amplio muestrario de pines y dijes sublimados está a la vista también, entre los que hay banderas, planetas, héroes, paisajes, animales, pokemones y un montón de cosas más y lo confirmamos, es un trabajo artesanal maravilloso.

Los clientes se van y retomamos la plática. ¿Quién hace qué?

Martín sonríe y no puede disimular su orgullo, admiración y confianza en lo que él y sus hermanos hacen al describir las responsabilidades de cada uno:

“Mi hermana es la responsable de la parte artística, algunos dibujos los hace ella, yo me dedico a la digitalización, pasar los dibujos hechos a manos a la computadora y mi hermano se encarga de hacer el proceso, una vez que la imagen ya se tiene impresa, en un tipo de papel especial, hacer el trabajo para poder hacer la transferencia de tintas al material base, en este caso el metal”.

Números y sueños

En el aspecto relacionado con la sublimación, como se ha comentado con anterioridad, Infinnitoo se especializa en la transferencia de imágenes a superficies metálicas, particularmente cuadros, dijes y pines.

Cada cuadro tiene un costo de 100 pesos en su venta al público, explica Martín, pero producirlos les cuesta casi 70 por ciento.

Hay productos secundarios, como los pines, que comercializan en 15 pesos; además hay pulseras y collares, algunos metálicos y otros con la técnica conocida como macramé, algunos hechos por su hermana.

Los tres hermanos quieren llevar su emprendimiento a otro nivel, pero es Martín quien comparte sus más profundos anhelos: “mi sueño es hacer crecer esto más, tener una empresa establecida y poder incluso estar en otros estados, crecer nuestra marca, estamos iniciando pero yo sí me veo en cinco años con un local y mayor crecimiento”.

De hecho fue un poco más allá y envió un mensaje a otros jóvenes que, como ellos, desean emprender: “cualquier idea que tengan avientensela, nuestro mayor miedo al emprender era si iba a salir como sucede con un trabajo formal que a veces uno piensa que es seguro, pero yo siento que lo mejor que uno puede hacer es trabajar para sí mismo; el tiempo que puedes dedicar a alguien más mejor dedícalo a tus propias ideas para que haya un mayor beneficio porque nunca sabes hasta dónde serás capaz de llegar, es mejor dedicarle tiempo a un proyecto propio”.

La última pregunta era obvia, ¿por qué Infinnitoo? Es un nombre y una palabra que representa nuestras posibilidades y estamos conscientes de ello.

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.