Payasita arcoíris lleva una década haciendo reír a la gente, así ha sido su noble trabajo

Día Internacional del Payaso

Ramona Godínez Martínez da vida a la Payasita Arcoíris desde hace una década, tiempo en el que ha aprendido el arte por ella misma este arte que se festeja este 5 de noviembre en todo el mundo.

Payasita Arcoíris, se presenta en fiestas infantiles en Pachuca. (Especial)
Elizabeth Hernández
Pachuca /

Hacer reír es una de las acciones más complejas que existen en la actuación, y la primordial que deben saber dominar los payasos y payasas que han convertido este oficio en su labor y subsistencia, por lo que este 5 de noviembre, se festeja el Día Internacional del Payaso y se homenajea a quienes brindan diversión a niñas, niños y adultos.

Ramona Godínez Martínez da vida a la Payasita Arcoíris, personaje colorido al que personifica desde hace una década, tras la oportunidad de apoyar a su esposo a fortalecer el negocio de renta de sillas y mesas para eventos sociales.




“Mi intención no era ser payasita, pero pues a mi esposo le pidieron un show de una payasita así que me disfracé. Estaba nerviosa porque no sabía ni cómo maquillarme, pero poco a poco he aprendido la técnica”, explica Ramona.

Por desgracia, el gremio de los payasos en Pachuca y su zona conurbada, no es muy solidario “y pues nadie te enseña técnicas, ni tips de maquillaje, todo lo cobran o te desaniman cuando ven tu espectáculo, así que decidí ser autodidacta y aprender por mí misma”, explica.

Tras diez años de hacer reír a niñas, niños, adolescentes y adultos, también la ha hecho llorar el hecho de no contar con un gremio que se apoye, “porque te tumban en redes, te critican y a veces uno quiere dejar todo, te da el bajón”, pero sabe que va por buen camino cuando llega a una fiesta y los niños y niñas se acercan contentos a recibirla, “y muchos clientes han cambiado hasta las fechas de las fiestas de sus hijos para que coincida con mi agenda, eso es halagador y sé que estoy haciendo bien las cosas”, dice la Payasita Arcoíris.

Pero no se rinde, asegura Ramona, ya que tiene a su hija Isabel, quien tiene 11 años, por quien se levanta todos los días para salir a trabajar, “y tengo que sacarla adelante y, gracias a Dios, soy su imagen a seguir porque ella me admira y también quiere aprender el oficio”, platica.

Desde que su hija era una bebé, Ramona ha trabajado también pintando caritas “y siempre me la he llevado a todas partes, de bebé en carriola, así que ha vivido inmersa en este mundo del espectáculo, ha crecido en este mundo de colores”, dice con una sonrisa.

La pandemia también le afectó tras la prohibición de eventos sociales, “pero gracias al apoyo de mi familia y amigos, salimos adelante”, por lo que ahora agradece que se reactiven los eventos ya que así podrá recuperarse de más del año y medio que no tuvo cómo obtener recursos, aunque esto no la detuvo para seguir siendo una payasita.

“Es muy importante este oficio, porque sin alegría, si no existieran los payasos no le daríamos este toque especial. Un payaso es simbólico para las y los niños, y le doy gracias a este oficio porque me ha permitido sacar adelante a mí y a mi familia, y aunque también ha costado lágrimas, me ha dado muchas más alegrías”, concluye.