Carla Ávila, una mexicana que abre camino a la diversidad en Corea del Sur

Tras su reciente aparición en la serie El Juego del Calamar, reflexiona sobre la introducción de la mujer latina a la cultura coreana.

Carla Ávila en El Juego del Calamar. Foto: Especial
Fátima Ayala
Monterrey /

Tras aparecer en la serie de Netflix, El Juego del Calamar, la mexicana Carla Ávila nos comparte su experiencia trabajando en la industria del entretenimiento en Corea del Sur y sobre los retos que ha representado para ella encajar en el estándar asiático como mujer latina.

La historia de Carla comienza en la incertidumbre, pues hace cinco años decidió tomar sus maletas y comprar un vuelo de ida a la nación del k-pop buscando estudiar coreano y ganarse una beca para su desarrollo profesional, sin embargo, los planes de esta joven cambiaron al no ser aceptada en la universidad que había elegido, por lo que tuvo que pensar rápido en un plan B.

“Lo que tenía de dinero me alcanzaba nada más para mi curso de coreano. Se dio la oportunidad de que me invitaran a participar en un drama, les caí bien, me llamaban seguido y así empecé, porque necesitaba más dinero para pagar la renta”, nos cuenta Ávila.

Así fue su primer acercamiento a la industria del entretenimiento, desde entonces ha participado como extra en algunos dramas, en comerciales, películas y programas de televisión, sin embargo nunca se imaginó ser parte de un fenómeno mundial como El Juego del Calamar.

“Yo ni enterada de que la iban a sacar en todo el mundo, fue el boom, escuchar a mi familia hablándome de eso fue de -órale qué padre-, aquí en corea es un hitazo y todo mundo habla de eso.
“Me sorprendió la gente que me reconoció porque empezaron a preguntarme, -¿Carla eres tú? y yo no quería decir”.

Carla no fue la primera en hablar de su parte en la serie de Netflix, los juicios sobre su cuerpo y la censura de los coreanos le preocupaban, pero decidió mejor ver en todo una oportunidad y hablar de ello, ya que tanto en México como en Corea la empezaron a reconocer.

“Cuando dije que me sentía un poco expuesta no es por que estuviera desnuda, yo sabía que iba a estar desnuda, acepté el trabajo y el body shaming está junto con eso de la gente que siempre te va a criticar, el exposure que yo menciono en mi post es más bien con Corea y cómo lo iba a recibir porque podría ser muy mal visto.
“A mí me toca que cuando salgo en televisión siempre me piden que me cubra los pechos entonces ahora imaginate hacer un body painting, era de -uy cómo lo van a tomar, cómo lo van a ver, qué van a decir, eso me preocupó un poquito pero pues dije, ya la gente, amigos, incluso aquí en Corea ya me reconocieron entonces más vale que diga que soy yo a que lo diga otra persona, porque trabajo mucho para darme mi lugar y mi reconocimiento, aunque sea mi momento Mike Wazowski”.

Aunque para algunas personas pareciera sencilla su participación y algunos solo vean una figura inmóvil en bodypainting sobre un sillón, su camino hasta aquí ha estado lleno de retos respecto al estándar coreano del peso y la talla. Sin embargo su lucha ya no está en alcanzar estas expectativas sino en erradicarlas.

“En cuatro años he visto un crecimiento impresionante en la mentalidad de los coreanos, sobre mi cuerpo, en que me consideran gorda. De repente empiezas que ver que tu talla ahora es grande y quieres entrar en una ‘s’ y la ‘s’ aquí ya no es saludable para mi cuerpo, es un poco problemático, me ha tomado mis buenas recaídas para llegar a aceptar mi cuerpecito, ya ahorita me quiero, quiero mis lonjitas, como sin culpa, procuro ser saludable pero si me cuerpo me pide azúcar se lo voy a dar.
“Estoy yendo al gimnasio y sí me va a costar más tiempo de lo que ellos quisieran que baje de peso, porque yo reboté lo que bajé para la película, porque ahí sí lo bajé de muy mala manera y tenía anemia, pero ya equis, me quiero y si les gusta mi talento van a apostar en mí, como lo apostó el director de Space Sweepers, entonces venga, me van a decir gorda, sí, van a criticar mis tetas, sí, van a criticar mi cara, sí, esta bien”.

Carla, no solo está realizándose como actriz en Corea del sur, también está abriendo camino a la diversidad, introduciendo a un cuerpo latino, fuera de complejos, a una industria compleja que cada vez se expande más allá de sus fronteras territoriales.

“Si te fijas muchas de las extranjeras que salen también son muy delgadas y digo bueno, está bien, empiezo a representar poco a poquito y que la gente no se sienta tan mal consigo misma, no sé si voy a poder ser ese parte aguas para la cultura pero igual dos o tres personas van a decir -sí se puede aunque no tenga el cuerpo coreano- por que no pueden espera que haga la dieta como el coreano cuando mi cuerpo se desarrolla diferente, mis proporciones son diferentes, me encantaría ser ese parte aguas, no sé si lo voy a ser pero sí sé que soy el primer paso, por algo se empieza”.