Judith Casandra Jiménez del Ángel es la orgullosa propietaria de “Zapatos Mixi”, nombre que tomó del otomí (gato) para nombrar su emprendimiento, nacido hace dos años, en noviembre de 2020, con un objetivo bien claro: ser una marca de zapatos mexicana que busque colaborar con fabricantes que le ofrezcan buenas condiciones de empleo a sus colaboradores.
Ella reconoce que ha sido un viaje de mucho aprendizaje y también de altas y bajas: “ha sido bonito porque he podido aprender muchas cosas y he tenido la oportunidad de conocer a mucha gente y de participar en diferentes espacios, pero es una enseñanza continua del trabajo que se requiere para aprender más allá de la parte estética, también de la industria”.
Casandra sabe que es un trabajo continuo, de mucho aprendizaje y errores, pero también ha debido buscar y encontrar la manera de ser resiliente para poder solucionarlos y mantenerse con la mira puesta en el objetivo.
Entre retos y objetivos
Casandra interviene en el proceso de tres de los modelos que por el momento comercializa, desde elegir el diseño, el color, el material, las suelas y demás, “son modelos que he buscado como inspiración, que me han gustado y que forman parte de la moda mexicana”.
Reconoce que en ocasiones es difícil la competencia porque se ha encontrado con precios muy bajos en el mercado y entonces se pregunta cuál es la ganancia del vendedor “porque finalmente yo no me fijo en tener solamente esto, tengo que ver por el bienestar de mi negocio y la manera en que mi negocio me tiene que dar para poder seguir invirtiendo, para poder seguir innovando y poder seguir pegada a mi objetivo”.
Aunque por el momento cuenta con pocos modelos de calzado propios, está convencida de querer llegar a un punto en el que todos sean de su autoría, pero es difícil a causa de la competencia y por personas que malbaratan el trabajo. Por ahora está concentrada solamente en zapatos y tallas para mujer, algunos unisex.
Cita como ejemplo uno de sus modelos en calzado deportivo bordados a mano, lo cual es muy caro: “si estás dispuesto a pagar un buen precio, también estás dispuesto a pagarle bien a una persona, pero si llega alguien más y malbaratan ese tipo de trabajo entonces creen que el bordado es barato, cosa que no es así porque requiere una dedicación; estamos hablando de una mano de obra en que las personas se pueden tardar más de 10 horas en la elaboración de un solo calzado, de un solo zapato, en el par podrían ser hasta 20 horas”.
Un poco de historia
Casandra reconoce que desconocía mucho de la industria hace dos años, cuando inició su emprendimiento.
Antes trabajaba en una fábrica de sandalias de una marca china, dice, “podía ver cómo había cierto abuso en muchos aspectos: pagando una mano de obra muy barata vendiendo un producto a un precio bien pero únicamente para el dueño de la fábrica; entonces cuando me metí más a la industria, me di cuenta y finalmente parte de lo que yo quiero es cuando logre tener al 100 por ciento una máquina con mis propias hormas para poder fabricar al 100 por ciento todo un calzado desde el principio al fin y ya no tenga que depender de otras personas para que me elaboren tal o cual cosa”.
Recuerda que cuando trabajaba en esa fábrica tuvo muchos conflictos porque quería que las personas tuvieran buenas condiciones de trabajo, pero veía abusos y las leyes “no se ponían del lado del trabajador, se ponían del lado del empresario extranjero que finalmente cometía muchísimas cosas más, como el evitar impuestos y demás”.
La mayoría de los fabricantes con los que trabaja, en particular quien le hace el diseño de bota larga pues lo hace en su casa con su familia: “quienes me ayudan a fabricar estos modelos, son talleres muy caseros, desde una casita y que te buscan y yo les encuentro y les platico mi idea y están dispuestos a hacerla”.
Compromiso social
Casandra estudió ciencias de la comunicación y afirma que “cualquier persona que haya estudiado una ciencia social puede darse cuenta de las problemáticas sociales o simplemente dejarlas pasar, en mi caso, yo he decidido darme cuenta de las problemáticas sociales. Aunque mi emprendimiento no es como tal un activismo, sí busco tener esta influencia en un mercado justo, justo para el público pero también para las personas que lo producen, entonces eso sí es algo que para mí sí es muy significativo”.
El gran sueño de Casandra es tener su propia marca, su propia producción y sus propias máquinas, por lo pronto avanza con el registro de sus modelos.
Lo volvería a hacer
En este emprendimiento, Casandra ha invertido lágrimas, comodidad y hasta su descanso.
“Hay veces en que salgo de un bazar y llego a mi casa tengo que escombrar volver a hacer el inventario, pensar qué más puedo hacer, la búsqueda continua de mejores ideas y mejores cosas, es un reto cotidiano y sí, lo volvería a hacer, definitivamente lo volvería a hacer. Tal vez si me dijeran puedes regresar el tiempo y volverlo a iniciar diría ok lo acepto, pero para tener más cuidado en algunos aspectos, en especial evitar cometer los típicos errores de un emprendedor, como malbaratar nuestras cosas pensando que vamos a tener un cliente, lo cual es una mentira”.
El emprendimiento me ha inspirado a prepararme más de manera profesional tanto en el ámbito de los negocios para buscar una preparación, una maestría o algo así, y también en el ámbito de la moda para hacer un producto de moda pero consciente, porque hay muchas tendencias y demás pero casi todo está familiarizado con el fast fashion, entonces creo que es momento de que existan y empiecen a existir cada vez más marcas que involucren al consumidor y al productor en algo consciente en todos los aspectos.