Entre tumbas y apariciones, así es trabajar en un panteón en Nuevo León

Los sepultureros de un camposanto ubicado en San Nicolás relatan algunas anécdotas extrañas que les han pasado en el lugar.

Entre tumbas y apariciones, así es trabajar en un panteón en Nuevo León. Foto: Roberto Alanís
Roberto Alanís
Monterrey /

Don Alejandro y don Luis trabajan desde hace casi 20 años como sepultureros en el panteón de San Nicolás de los Garza, aunque reconocen que ya están “curados” de espanto, en entrevista para la plataforma MILENIO-Multimedios contaron algunas de las apariciones que han visto en este lugar.

“Ya una vez se me apareció un animal grandote, tenía patas blancas y de la parte de abajo era flaco, aunque de arriba era gordo.
“Tenía alas y se escuchó como que aleteaba, pero ya de repente no lo vi”, recordó don Alejandro, sentado junto a don Luis, al pie de una lápida del camposanto nicolaíta.

Don Luis recuerda que hace tiempo él y un compañero escucharon que alguien tocaba con insistencia, pero que al parecer el sonido venía de la parte baja de una tumba, pero instantes después dejaron de escuchar y se perdió la confirmación.

Otra de las historias que más recuerdan es cuando en la zona de las tumbas apareció un niño, al cual no pudieron localizar, pese a que ya no era horario para visitas.

“En la zona de las tumbas se nos apareció un niño, como a las seis de la tarde, cuando salía a esa hora, ya iba para afuera y me topé al chavito con ropa escolar, nada más salió y se rio.
“Se me hizo raro, por lo que me fui buscándolo, pero nunca encontré a nadie. Me vine caminando y sentía que venía alguien atrás de mí, pero ya mejor me fui para afuera”.
“Aquí también hay gente que viene con sus monas de brujería, con cebollas moradas con alfileres, monas negras con alfileres, vienen a hacer trabajos aquí”, lamentó el sepulturero.

Así, don Alejandro y don Luis pasan sus días, entre el silencio de las tumbas y los ruidos y apariciones que los acompañan.

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