Después de 33 años de servicio como maestra de tecnologías y taquimecanografía en escuelas secundarias de Hidalgo, la profesora Celia López Olguín, ahora maestra jubilada adscrita al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en su sección XV, compartió con Milenio su experiencia como docente frente a grupo, una actividad que no sólo la brindó alegrías sino algunas decepciones.
Aunque durante su época, reconoció, el tema de acoso y violencia a la mujer en el ámbito educativo, como maestra, contó con mayor respeto que en la actualidad, no sólo de parte del alumnado a su persona sino entre los y las estudiantes, existieron vicisitudes en sus más de tres décadas de labor, por un lado, la alegría de apoyar y formar a menores que necesitan una guía, por otro el sabor amargo que deja la envidia de sus pares ante un trabajo bien realizado.
El recuerdo que quebró la voz de la profesora Celia durante la conversación, se centró en la mala actitud de algunas de sus colegas mientras estaba de servicio, “se me dificultó mucho, a veces nos encontramos con problemas con las mismas maestras, está mal eso, en su momento y ahora lo comento, hacía falta una plática en las escuelas para las maestras también, deben darse cuenta que debemos apoyarnos entre nosotras como compañeras, a veces es mucho el celo que hay entre compañeras, de mujeres entre las mismas mujeres, eso no debe ser”.
Con la voz temblorosa, como si viajara enfocada en sus recuerdos, López Olguín rememoró su paso en las aulas de una secundaria general, donde no sólo fue maestra de tecnologías y taquimecanografía, sino que su profesión la llevó a ser guía y consejera de muchas alumnas y alumnos, “me tocó escuchar a muchas niñas con muchos problemas con sus padrastros, con tíos, en ese entonces entre alumnos no había tanto acoso o violencia, pero sin duda es satisfactorio apoyar a las niñas orientarlas, hacerlas sentir que son valiosas; es un papel bonito ser maestra porque se lleva una mucha satisfacción, al final la reconocen a una los alumnos como buena maestra y es una satisfacción muy grande”.
Sus ojos no ocultan las lágrimas que están por correr de su mejilla, la profesora Celia López asegura que pese a los momentos difíciles o complicados, brindar orientación y apoyo a las niñas y niños que reflejan algún problema, dentro o fuera de un aula, es lo mejor de la labor docente, lo cual se acompaña con la satisfacción del apoyo y reconocimiento de algunas de sus pares, “que nos apoyan y que nos dicen que le eches ganas, que sigas adelante, es bonito encontrar a esas personas que nos apoyan”.
Una sonrisa discreta ilumina el rostro de la maestra jubilada, quien se limita a enviar un mensaje a las docentes que siguen en servicio, a las alumnas, así como aquellas personas que buscan incidir en la vida de estudiantes, “seguir adelante, apoyar mucho a la juventud, apoyarnos como docentes, compañeras, madres; tener ese apoyo y orientar mucho a las alumnas, porque hace falta mucha orientación a veces, muchas de ellas se refugian en una como si fuéramos la madre, comentan cosas que nos deja asombradas de todo lo que viven, por ello sólo puedo pedir que seamos más humanitarias entre nosotras”, sentenció.