La escultora Socorro López publicó en sus redes, después de que concluyó la marcha 8M en Querétaro hace un año, un mensaje sobre la función principal que tienen el arte que da cuenta también de la sociedad en la que se vive, además de ser testigos de una época a través de sus manifestaciones, de aquellas “pintas” de las que una gran parte de la sociedad señala y que ahora se han convertido en lienzo del clamor de la justicia hacia las mujeres.
En su caso, la obra escultórica que conmemora el Centenario de la Constitución de 1917 que se ubica en el estado vecino, también fue ese marco de iconoclastia, y no tomó como personal esta situación porque sabe que, desde que se entrega una obra deja de ser del autor y pasa a ser de la sociedad y, ante la situación de violencia y agresión que padecen las mujeres en el país, asegura que pertenecen a las problemáticas sociales con las que crean su propia vida.
“Los monumentos son para eso, para reflejar el estado de la sociedad, enaltecer los valores de esa sociedad, pero si estamos teniendo una cuestión de una problemática social tan grave, como es la violencia contra la mujer, si esa parte la tenemos pendiente y mucho por hacer esos mismos monumentos si sirven como lienzo, está bien.
“No es una agresión contra el autor, porque eso ya no es de nosotros, es parte de la sociedad y tiene problemas y si puede ayudar para llamar la atención y exigir justicia, está bien”, expuso la escultora.
Indicó que, como autores de una obra escultórica, sabe que el monumento estará en exposición “y su mismo nombre lo dice, está expuesta para bien o para mal, porque no hay manera de que solo se vea bonito”, dice, al señalar que incluso el clima también puede deteriorar las obras.
“Precisamente se expone, se está dejando ver, es una exposición, una cuestión de indefensión y, en ese sentido, la parte bonita donde se reconoce el trabajo es buena, pero uno como realizador solo espera que no le vaya tan mal porque realmente un monumento deja de ser de uno, porque ya tiene vida propia, y va a ir reaccionando y manifestando cambios derivado de su permanencia en la calle.
“Es bien importante recalcar que una cosa es el vandalismo común, cuando la roban y la maltratan cuando no tienen otra cosa qué hacer y otra, que se ocupe como lienzo para la manifestación de algo más, y también va generando la misma personalidad de un monumento”, sostuvo.
Desde pequeña, Socorro imaginaba que las obras y monumentos tenían vida propia cuando estaban a solas, por lo que sigue considerando en un sueño surrealista, que de verdad la tienen y más cuando son parte de la sociedad, y con problemáticas como la violencia en contra de la mujer.
“Creo que son producto de la sociedad que se está generando y en este tipo de problemática que nos encontramos con el tema de la mujer en México, muy lamentable, también es un momento que se vive y está inmerso en esa sociedad con esta situación”, expone.
Este mensaje que escribió sobre su obra señala que “lo que sea sobre las pintas, la realidad es que no se puede comparar con el daño irreparable que han sufrido y siguen sufriendo las familias y amigos de tantas y tantas mujeres violentadas en este, mi querido México.
“Ese daño sí es irreparable, la lucha es necesaria, cada uno desde nuestras posibilidades deberíamos aportar para que crezcamos como sociedad. Por mí y por todas mis compañeras, familiares y amigas que han sufrido violencia y desigualdad sólo por ser mujeres. Los monumentos están vivos y a veces, como ahora, sangran…”, concluyó.