Su historia se cuenta en diferentes artículos, notas periodísticas e investigadores que no han dejado morir la historia de la Basílica Menor de Nuestra Señora de Guadalupe que se alza orgullosa sobre lo que hoy conocemos como la avenida Juárez, que capta la mirada por su blanca construcción que hoy en sitio de visitas de turistas y de devotos que vienen a visitar la imagen de la virgen morena.
El Inicio
De acuerdo a Juan Manuel Menes Llaguno, cronista hidalguense, “lo que actualmente se conoce como la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe tuvo su origen a principios del siglo XX, exactamente en 1907”, y comenzó como una capilla pequeña que fue realizada gracias a una devota de la Virgen de Guadalupe, Virginia H. de Hernández, esposa de Luis Hernández, quien era secretario de gobierno de Pedro Rodríguez, último gobernador porfirista de Hidalgo.
Su tamaño era desproporcional a lo que actualmente se conoce, ya que la capilla medía ocho metros de alto y cinco de ancho, pero, “al momento de culminar su restauración, la capilla no contaba con ningún sacerdote”, aunque ya era sitio de oración de peregrinos en honor a la virgen del Tepeyac.
Tras años de que se profesaran ceremonias religiosas y, al ver la necesidad de espacio, en 1933 se amplió el lugar gracias a Virginia Hernández, llegando su espacio hasta lo que hoy se conoce como la calle Cuauhtémoc y, ante la popularidad y movimiento que se generaba en este sitio, se inicia el poblamiento de este lugar.
La ampliación
El arzobispado de Tulancingo, liderado por Monseñor Árcega, decide construir el templo, lo que hoy se conocer como La Villita, esto en 1952 y, durante medio siglo, se fue construyendo este espacio de oración dedicado a la Virgen de Guadalupe.
Se cuenta que los recursos para construir este espacio fueron en gran parte de las limosnas de los feligreses, aunque también por aportaciones externas como los que realizó “doña Angelita Márquez, quien fue madre de don Guillermo Márquez; de la misma forma, la familia Tellería aportó grandes cantidades en especie, producto de su casa de materiales, como fueron varillas, cemento y arena”, cuanta el cronista.
Con el paso del tiempo, la fachada comenzó a conformarse y sus estructuras talladas en cantera se alzaron para darle la personalidad a este sitio que es visitado por más de 8 mil personas el 12 de diciembre, esto antes de la pandemia.
La consagración
El 31 de mayo de 2006, el templo de La Villita fue consagrado como basílica menor, gracias a que se cubrieron tres requisitos fundamentales para su designación “en primer lugar, se tuvo que hacer un escrito a la Congregación de Culto en Ciudad de Vaticano, Italia, tuvimos que presentar pruebas, como fotografías, el segundo requisito es que hubiera muchas peregrinaciones; y por último que el templo fuera ensalzado en su majestuosidad en la belleza”, se lee en algunos artículos históricos.
Es así como este lugar sagrado para los feligreses católicos sigue siendo un espacio de devoción y rezo, ente figuras de santos católicos y pinturas realizadas por Jesús Becerril y Jacobo Alcántara, que representan a los cuatro presbíteros de la religión católica que son San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan.
La luz que traspasa por sus vitrales realizados por Gabriel Peñafiel, hace de este espacio único y especial para aquellos que ven en la Virgen de Guadalupe la tranquilidad y el agradecimiento por los milagros obtenidos.