Para resguardar su identidad nos referiremos a la maestra consultada como Yolanda quien da clases en un preescolar del municipio de Pachuca. Ella, junto con un promedio de 50 maestras y maestros más, formaban parte del programa Escuela de Tiempo Completo en la zona, en el que miles de niñas y niños recibían alimentos, así como asesorías personales con especialistas, para mejorar su calidad en la educación pero, a partir del 1 de marzo, esta estrategia fue suspendida por el gobierno de México a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
La razón por la que la docente opta por ocultar su identidad es porque aún labora en la misma institución pública, aunque en un horario normal y desea evitar complicaciones laborales, pero sí da testimonio de que este programa que inició en 2008 a nivel nacional, con el objetivo de contribuir a mejorar las oportunidades de aprendizaje de las y los alumnos de educación básica mediante la ampliación del horario escolar, terminó siendo de muy mala calidad y quedándoles a deber pagos a la planta docente.
“Soy especialista y llevaba siete años en el programa, aunque se descuenta un año de la pandemia en la que no se trabajó, pero el primero sí lo trabajamos del cual sólo recibimos el pago de enero a marzo, después seguíamos trabajando y no hubo pago alguno, situación que fue extrema y dañina para quienes trabajábamos para apoyar a nuestros alumnos, pero que no fue remunerado y fue injusto; después de ahí todo desapareció.
“Nunca hubo constancia de pago y, en un decir, nos pagaban la quincena uno hasta la quincena 12 o 13, y mucha gente me decía que lo tomara como ahorro, pero uno trabaja porque necesita los recursos no solo por gusto”, señala la maestra, quien recibía al mes un pago por este tiempo extra un poco más de dos mil 500 pesos.
Indicó que el programa fue bueno para los niños en un inicio, sobre todo en el tema de la alimentación, “ya que les daban de comer variado y riquísimo, como ensalada con fresas y kiwi con un filete de pescado empanizado, era un plato que muchos de los alumnos jamás habían probado y de verdad que les daba gusto comer.
“Al final del programa les daban enjitomatadas, pero como no les llegaban los productos a las cocineras, como cebolla, especies, condimentos, ajos, pues solo remojaban la tortilla en esa salsa de jitomate y le colocaban zanahoria y calabaza en cuadritos encima de las mismas, todas crudas, pues qué niño se las iba a comer y preferían tirarlas a la basura”, expuso.
Dijo que muchos directivas de las escuelas “peleaban” por los recursos y realizaban las gestiones necesarias para poder ofrecerles calidad de alimentos y pagos puntuales a las y los maestros, “porque al final solo llegaban costales de frijoles y papas, y pues en el caso de la directora de mi escuela, peleaba porque les brindaran los productos indispensables para una alimentación mejor para las y los niños”, dijo.
En este sentido, señala que ante la falta de apoyo al sector magisterial que se ocupaba de las y los niños en las escuelas de Educación Básica muchos ya no desean volver a entrar a este proyecto, “porque el gobierno no sabe que con los atrasos en pagos uno, además, tiene que poner de sus recursos propios para poder brindar herramientas lúdicas en beneficio del aprendizaje de las y los alumnos”, expuso.
Finalmente señala que, en caso de que el gobierno del estado tomara la decisión de retomar el programa, “sería bueno que se hiciera con la calidad con la que inició porque, además de apoyar a las y los niños a tener una mejor alimentación que se traduce en un mejor aprendizaje, ayuda a muchas mujeres trabajadoras, en su mayoría madres solteras, que se sienten tranquilas de tener a sus hijos en la escuela, seguros, aprendiendo y con una buena alimentación”, concluyó.