Flor Martínez inserta un pedazo de lana y peina poco a poco cada uno de los muchos que ha insertado sobre lo que será la cabeza de un perro en miniatura. Mientras paciente coloca cada mechón, piensa en que la vida le ha dado la oportunidad de dedicarse a lo que le apasiona, pese a que estuvo una década dedicada al servicio público con una carrera en Ciencias Políticas y Administración Pública, y una maestría en Finanzas.
Fue hace cuatro años que se embarazó, solicitó su permiso de maternidad, y después se quedó sin empleo, con muchos gastos y la necesidad imperiosa de tener sus propios recursos, así que “un día llegó mi esposo quien me inscribió a un curso sabiendo que me gustaban las manualidades y, aunque en un principio no me llamó la atención, poco a poco me apasioné y así que decidí dedicarme al cien por ciento a aprender esta técnica que nació en Rusia, aunque muchos dicen que en Japón.
“Estoy estudiando en línea con los mejores maestros del mundo, y sólo hay un mexicano certificado, está en Jalisco, pero yo estoy a punto de hacerlo y lograrlo también y me encanta, me gusta seguir perfeccionando y aprendiendo de esta técnica que es única y me apasiona”, indica Flor.
El material es costoso ya que es lana proveniente de Nueva Zelanda, “y sí hay lana nacional, pero me tardo más en trabajarla, así que hago mis pedidos para poder trabajar más a gusto y rápido los pedidos que me solicitan.
“Ya tengo un certificado, pero me faltan dos años y medio para obtener la certificación para poder dar clases, así que tengo que combinar mi tiempo en mi hija, en esta pasión y en las clases que se toman por Zoom dos veces a la semana con una maestra rusa quien, afortunadamente, habla español”, platica.
Ahora, Flor tiene su espacio en Facebook e Instagram como Cositas Cositas, en donde ofrece sus peludas miniaturas, mismas que, después de la pandemia, no ha tenido tantos pedidos, por lo que espera que su proyecto y el esfuerzo que ha inyectado en él, pueda fortalecer su emprendimiento.